No queremos noticias

3 Ene

Leo una frase de Mary Ann Evans (George Elliot): “De todos los errores humanos, la profecía es uno de los más innecesarios pero también de los más persistentes”. Pero a veces uno habla de lo que está pasando y algunos creen que se trata de una profecía. Porque si hay algo más persistente que la vocación por profetizar es la tendencia que tenemos los humanos a no querer ver lo que no nos gusta. No vemos lo que tenemos al lado mediante el sencillo procedimiento de desviar la mirada, incluso cuando tenemos que torcer tanto la cabeza que nos da tortícolis. Lo hemos comentado cuando nos referimos al ‘negacionismo’ de todo lo referido a la ‘memoria histórica de Occidente’, que nos convierte en cómplices de robos, represiones, masacres y genocidios cometidos por todo el planeta. Abusamos así de esa ‘distracción’ que tanto reprochamos a los alemanes que ‘no veían’ lo que estaba sucediendo durante el nazismo. Negamos lo que está a la vista hasta que huele mal o resulta imposible disimular. Y queda el último recurso: imaginarnos que acaba de ocurrir, que es algo nuevo: no hacíamos esfuerzos por no verlo, sino que antes no estaba allí. Hace algunos días le recordaba a un colega que en 1999, hace ya 11 años, presenté una ponencia en el primer congreso de periodistas de Andalucía, en la que decía que nuestro oficio estaba “en vías de extinción”. Fue elogiada –y votada- pero no sirvió para mucho… En los últimos tiempos se tiende a priorizar el debate sobre la amenaza que las nuevas tecnologías suponen para los periódicos ‘de papel’. Como queremos encontrarle a todo el ángulo novedoso convertirlo en ‘noticia’, estamos tentados de anunciar que las redes sociales van a hundir a los móviles o que hay serias posibilidades de que el sistema 3D (inventado y descartado hace muchas décadas) vaya a sepultar al cine tradicional. Y es bien cierto que los e-mails casi hicieron desaparecer los fax, que las cintas reemplazaron a los discos, que los CD borraron de un golpe a los casetes y que los MP3 les pasaron por encima a los compact; como es igualmente cierto que los vinilos volvieron a asomarse al mundo. Ahora mismo, viendo las muchas páginas de publicidad de los periódicos tradicionales nos entran dudas de que estén retrocediendo hacia su extinción. En cambio, no cabe duda de que la misión del periodismo se va haciendo cada vez más pequeña. Sospecho que esto tiene que ver justamente con nuestro escaso interés por enterarnos de lo que está pasando. Por otra parte, los cables de WikiLeaks –es decir, los periódicos más importantes del mundo, que los publican- se someten a censura previa por el gobierno de Washington y en el país que hoy preside la Unión Europea, Hungría, acaba de aprobarse una ley que impone el control previo de la información por parte del gobierno (¿Franco estará gobernando el mundo?). Ya resulta prácticamente imposible desenredar la madeja que ha ido entrelazando al poder político, el económico y el mediático. Si los grandes medios de comunicación están asociados a los otros dos poderes… ¿dónde van a desarrollar los periodistas su oficio, fronterizo siempre del poder pero destinado a no dejarse nunca tentar por tan absorbente vecino? Muchos compañeros han lamentado la desaparición de la CNN+. Pero todavía hay quienes creen, ingenuamente, que se trata de un episodio aislado. O que es casualidad que ese canal, dedicado a la información ininterrumpida, sea reemplazado por algo tan opuesto a la ‘noticia’ como el exhibicionismo infantojuvenil de Gran Hermano.

Nada de esto surgió de repente. Y aún hoy son muchos los que se niegan a ver ese creciente riesgo de extinción. Claro que nuestro oficio no ha desaparecido del todo: como tantas ‘especies’ en peligro aún puede refugiarse en algunos ‘hábitats’ o encontrar cobijo en rincones marginales. No es fácil. Porque el periodismo no pretende estar en el centro del escenario pero necesita estar ahí cerca. Y sobre todo porque, si la gente no quiere ‘noticias’… ¿qué pintamos nosotros? Peor aún: ¿qué pintamos en una sociedad tan abandonada a su suerte por la ausencia de proyectos de futuro que hasta parece una crueldad querer sacar a cada uno de su encierro en pequeñas verdades, anecdóticas o esotéricas?

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