Un poquito de independencia

8 Nov

En momentos como este, cuando dos rivales (al menos en teoría) compiten por acaparar nuestra atención y parecen ya hartos ellos de repetir sus lemas, suele ser útil repasar los guiones que siguen y ver quién se aparta de ellos, si es que lo hay.

¡Y lo hay!

Conviene aclarar que llevamos un par de semanas con el guión imaginariamente subrayado en algunos puntos que son, digamos, de ‘obligado’ cumplimiento. Tal sería el caso de llamar a los independentistas ‘golpistas’. Es esta una precaución necesaria para ocultar lo que está a la vista: que el Gobierno se está saltando la Constitución y el propio sistema democrático. Frente a unos ‘golpistas’ que nos presentan similares a Tejero y su 23F (sic) podemos invocar la democracia aunque nos estemos burlando de ella.

Un inciso: ya circula por todos lados la ‘nueva ideología’ que arremete contra la democracia ‘callejera’ y nos suministra nuevas definiciones, como eso de que la que vale no es la democracia en sentido lato sino la ‘representativa’. Muchos recordarán aquel anatema de los que eran acusados (¿no fue el caso de los propios ‘comunistas’?) de pretender una democracia ‘para’ el pueblo pero sin el pueblo. Pues eso. Una democracia ‘representativa’ liberal rehabilita la idea: para el pueblo pero sin el pueblo.

Con esa democracia sin pueblo (que se extiende hasta ocuparlo todo) vemos cómo los liberales son capaces de retorcer las teorías sin remordimientos.

Otra consigna a seguir es la de tomarle el pelo (¿o la peluca?) a Puigdemont, algo que está al alcance del plumilla más humilde.

Pero ahora, desbrozada la maleza, algunos se permiten desmelenarse un poco mientras otros se apegan más que nunca al guión, tal vez pensando que tanta disciplina les valdrá un ascenso en la jerarquía cebrianera.

Hemos apreciado en Juan Manuel de Prada una voz autónoma. Escribe un artículo teórico, donde habla del mito que ofrecen los independentistas que basa su propuesta en que la gente necesita una «fe falsa que le brinda la quimera de la Nación y aferrarse a lo absoluto». Dice que las que él llama «ideologías modorras», que se oponen al independentismo están «inmersas en la rutina y el escepticismo» y solo saben «oponer remedios inoperantes». Se pueden rebatir sus ideas o ponerles objeciones pero hay que aplaudir su intención de salirse del guión y de las mentiras trilladas. Añade que «si se cierra el grifo de los materialismos» el independentismo nutre su martirologio, refiriéndose a las detenciones, «tan torpes e inoportunas» que se convierten en «semillas de nuevos adeptos».

Hay quien, izquierdista reciclado, habla de la base de toda soberanía, el ‘derecho a decidir’ como algo ‘fantasmagórico’ porque –atención– «no está en la Constitución», a la que ya parecemos mirar como un texto sagrado. Este tipo de portavoces básicamente cuidan su empleo. Es ese tipo de opinadores que se consideran con derecho a decidir por sí mismos que los que opinan distinto tienen dos opciones: ser malintencionados o ser ingenuos. Así que más vale callar y ponerse en la fila.

Otro comentarista, en su afán por seguir el guión pero aportar algo de su cosecha, adopta un tono de menosprecio de una soberbia exagerada: se refiere a un razonamiento de tal simpleza que está «…al alcance incluso de Pablo Iglesias». Con un estilo rajoyano asegura que la legalidad a algunos les resulta incómoda «porque se han acostumbrado año tras año a la impunidad». Añade, contra todo análisis ponderado “por ridículo que sea el relato del Estado represor», con lo cual hace pasar la aduana democrática sin echarles siquiera una ojeada todos los desmanes de este Gobierno. Con la misma suficiencia que el colega que antes mencionamos declara a los nacionalistas catalanes «definitivamente fuera del juego constitucional». Pandilla de soberbios que dialécticamente deguellan, imitando al ISIS, a todo el que no está bajo el paraguas del PP. Ni una palabra sobre la corrupción y ni un lamento de que, con tanta legislación, tanta Constitución y tanta manipulación de jueces no se pueda ‘enjaular’ a la pandilla de chorizos reinante. Parece que el entramado legal sea solo para independentistas… pero no se escucha ninguna queja tampoco por los tantísimos años de impunidad de Pujol.

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