Europa hace agua

Pido perdón anticipadamente porque voy a decir algo a favor de Zapatero. Y es que, pese a la lluvia de condenas y de burlas a propósito de sus advertencias acerca de los ataques de los especuladores contra España, una pizca de verdad habría en esa idea puesto que acaba de anunciarse que la mismísima Unión Europea ha creado un ‘escudo’ (económico) para defenderse de los especuladores.
Si la Unión Soviética se hundió, hace más de dos décadas, porque pretendió disputar la hegemonía al capitalismo jugando con las reglas fijadas por el propio capitalismo… ¿qué puede pasarles a quienes, como Zapatero, intentan salir de la crisis manteniendo los gastos sociales, sin grandes recortes de subvenciones ni mayores cargas impositivas? Por buenas que sean las intenciones del presidente, el caso es que España está en Europa y Europa en el mundo… y tanto este continente como este planeta se rigen, de momento, por las reglas del mercado, que sólo juega el partido de la rentabilidad. ‘Ellos’ no harán nada a favor de los ciudadanos, como no lo consigamos con protestas, presiones y movilizaciones: los medios que esta ‘democracia formal’ nos ofrece. Grecia está ahora en el potro de torturas. Padece un déficit que equivale al 13’6% de su Producto Bruto. Los Estados Unidos sufren un déficit más de 5 veces mayor. Y Japón, un déficit más de 14 veces mayor. Hemos escrito tantísimas veces que el gran problema de Europa es el de no contar con un proyecto político propio. Este profundo déficit no económico ha terminado por teñirlo todo y por expandir el euroescepticismo alejando cada vez más a los votantes de las urnas. La ausencia de proyecto se convierte en un terrible hándicap en contra para luchar contra la crisis. Otro dato que apuntamos en muchas ocasiones –consecuencia de esa misma ausencia- es la imprudente expansión de la Unión Europea, en todas direcciones, con una espantosa glotonería económica que le hizo perder, justamente, la perspectiva política. Tenemos una Europa enclenque, con algunos socios que no se apuntan a la moneda única, con los recién llegados, pobres y demacrados, que necesitan ayudas y masivas inversiones. Esta Europa no está en condiciones de jugar un papel político creciente y autónomo.
Ante la crisis y la debacle griega, el economista Paul Krugman mencionaba días pasados la comparación entre California y Grecia, al parecer unidos por la ‘irresponsabilidad fiscal’. Y añadía que la diferencia esencial está en que California pertenece a los Estados Unidos: allí hay una ‘supernación’ que mantiene una gran parte de la actividad económica ‘local’ del ‘Estado’ californiano. Grecia, en cambio, tiene que valerse por sí misma: no hay ninguna supernación que la respalde de verdad. Han ido en su auxilio, con un puñado de dinero, tarde y mal: una ayuda a regañadientes y que despertó el egoísmo de los votantes alemanes (que castigaron la ‘generosidad’ de la señora Merkel). Ahí surge el otro problema, destacado por el economista Auerback: que los griegos no son el país emisor de la moneda que utilizan, el euro. Si Grecia tuviera su propia moneda podría maniobrar con ella, por ejemplo devaluándola para mejorar sus exportaciones. De ahí el temor de que los griegos terminen saliendo de la zona euro.
Volvamos al principio: los especuladores atacan, como acaba de decirlo un ministro sueco, como ‘manada de lobos’. Los estados más frágiles de la UE (detrás de Grecia, Irlanda, Italia, Portugal y España) apenas pueden defenderse de las dentelladas. ¿No nos habían explicado, en tiempos de Felipe González, que estar en Europa siempre nos beneficiaría? Ahora, González y otros presuntos ‘sabios’ nos dan consejos más o menos tópicos cuando deberían decir, a voz en cuello, lo que salta a la vista: que sin proyecto político Europa está en serio riesgo de hundirse como proyecto económico. En vez de eso nos aconsejan droga dura: un chute de energía nuclear…