Hay quejas contra los meteorólogos porque la ´tormenta perfecta´ no nos destrozó la vida. ¿A qué tanta alarma? ¿Para que nos preocupan inútilmente? Pocos se felicitan de haber tomado precauciones, aunque fueran excesivas.
Nos avisaron con tiempo del ´tormentón´, pero nadie nos advirtió en su día que la democracia no iba a solucionar todos los problemas. Ni de que la ´España de las autonomías´ no era un arma secreta para alcanzar la felicidad. Ahora, cuando la autonomía andaluza cumple 30 años, estamos viendo cómo cada uno manipula el festejo para transmitir su mensaje.
Tenemos encima una crisis feroz. Que sí, que es mundial, pero que en España tiene sus agravantes. Además de que el haberla negado ´tres veces´ da a la ineficacia del gobierno carácter de alevosía. Bien: tenemos encima una crisis feroz y quizás agravada por la ineptitud del gobierno. ¿Es esto culpa de la democracia? ¿O del sistema de las autonomías? Aquello de arrimar el ascua a nuestra sardina es casi un acto reflejo. Si uno siente reminiscencias de la dictadura… ¿por qué no achacar nuestros males al sistema democrático? Tras morir Franco se hicieron más notables los efectos de la primera crisis por un fuerte aumento del petróleo y para muchos esas dificultades resultaban una prueba de que ´con el Caudillo vivíamos mejor´.
En Andalucía la crisis nos está castigando, como a toda España, o quizás con mayor virulencia. Aquí estábamos muy apalancados al boom del ladrillo, además de apoyarnos demasiado en el turismo, que muestra síntomas de decaimiento. Para los nostálgicos del centralismo (ahora nos lo presentan como sinónimo de ´unidad nacional´)… ¿no resulta oportuno achacar a la autonomía andaluza nuestra debilidad ante los bandazos del ´tsunami´ financiero global?
La presidenta del Parlamento Andaluz ha aprovechado el Día de Andalucía para descargar sus misiles contra quienes critican a la casta de los políticos. No hay que caer en «el descrédito de la política como concepto» –dice– por culpa de «la corrupción de unos pocos indeseables…» «Porque maté un gato me dicen ´matagatos´», afirma el refrán. ¿Pero qué pasa cuando nuestro deporte favorito es matar gatos? Nadie se cree que la corrupción política haya sido sacada por entero a la luz y muchos recuerdan aquella vez que se habló en el Parlamento de un famoso tres por ciento que, por lo visto, era la comisión habitual para hacer obras públicas en Cataluña. De modo que la señora Coves quiere aprovechar el impulso de la celebración utilizando a la propia autonomía como parapeto para ´salvar´ a toda la clase política. El alcalde de Málaga, por su parte, ha vuelto a reivindicar en estos días– mayores avances en la autonomía de los municipios, un paso prometido y que, efectivamente, lleva años bloqueado. Pero… ¿no nos ha quedado a todos la duda de que sea bueno dar más poder a alcaldes y concejales, siendo que parecen los más fáciles de corromper?
Ni la democracia ni el sistema autonómico garantizan éxitos económicos ni remedios anticrisis. De hecho, la dictadura de Pinochet o la dictadura comunista china han logrado avances materiales importantes para sus países (no, por cierto, para sus pueblos), aunque en otros aspectos hayan sido o estén siendo terroríficamente dañinos. Estamos mezclando dimensiones distintas. Por una razón que está a la vista: como hemos perdido los referentes ideológicos y los valores éticos, los compensamos ´sacralizando´ al sistema democrático y ahora también al autonómico. Sólo son mecanismos para la elección de los gobernantes y para regular la forma de ejercer el poder. Son importantes, pero no suponen reformas sociales ni sistemas filosóficas. Se trata de instrumentos, que pueden caer en manos más o menos hábiles, en mentes más o menos lúcidas, en consciencias más o menos honradas.
MUY DE ACUERDO