No hay solución, hermano

9 Mar

desinformacionUn líder carcelario de Brasil se burla de quienes buscan ‘soluciones’. “Antiguamente era fácil resolver el problema de la miseria… ahora ya no: ¿has visto las 560 chabolas de Río de Janeiro?’”

Siguiendo los comentarios, que tratan de ‘monstruo arrogante’ al presidente venezolano mientras consideran como una democracia al reino de los parapoliciales de Colombia; o la contrainformación minoritaria que sólo ve a los colombianos como agentes de Estados Unidos y a Hugo Chávez como una reedición de Bolívar; o a quienes presentan al juez Garzón como el paladín de la lucha contra ETA o como todo lo contrario: un mero agente del PSOE exculpando a los grupos políticos nacidos del mundo ‘abertzale’ para favorecer la negociación con los terroristas; o viendo fotos de preadolescentes pidiendo que se prohiba el aborto y otras de jovencitas a pecho descubierto reclamando que la mujer pueda ser ‘dueña de su propio cuerpo’…

Frente a esa permanente confrontación entre dos perspectivas que parecen inconciliables uno tiende a pensar que las cosas no tienen solución porque estamos en un mundo escindido; cada vez son más los que se encierran en uno sólo de esos mundos, aunque también aumentan los que eligen desentenderse de todo lo que está ocurriendo. ¿Cómo encontrarse cara a cara con la ‘verdadera’ realidad?

El periodista Pascual Serrano ha publicado un libro, titulado ‘Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo’. Según él ha comprobado, “el divorcio entre la realidad (…) y lo que realmente llegaba a los medios era abismal”. Para Serrano casi todo se resume en una frase que pronunciaba Vito Corleone, cada vez que mandaba matar a alguien: “No es nada personal… sólo negocios”.

Serrano recomienda acudir a los llamados ‘medios alternativos’, aunque es cierto que son muy pocos, inestables y no siempre fiables: “no hemos sido capaces todavía –reconoce- de hacer un periodismo de calidad (porque) seguimos siendo muy militantes, en el sentido negativo del término, muy panfletarios (…) olvidamos que tenemos que dar datos, hay que dar argumentos, hay que tener rigor y hacer periodismo (…) no vale con decir ‘Bush asesino y muchas veces asesino’ (…) el periodismo alternativo no es un sitio para gritar, es un sitio para contar la verdad…”

En muchas ocasiones me pregunto si no estamos diciendo que “por ahora nos va bien” mientras caemos al vacío desde la décima planta y estamos a la altura de la quinta. Quizás para los historiadores estos episodios de confrontaciones feroces que nos relatan cada día no serán siquiera dignos de mención porque la crisis económica (de la que estamos saliendo pero nunca terminamos de salir) nos arrasará como un tsunami o tal vez termine por ser, ella también, una anécdota más, mientras nuestra civilización es desarmada de un papirotazo por tragedias naturales que quizás sean hijas del calentamiento global que con tanto entusiasmo promovemos.

Es fácil ser más optimistas. Pero el optimismo es como el ejercicio que hacemos cada mañana al despertarnos, para protegernos del shock de la realidad. Y lo que más nos protege -nos distrae- es la narración de esas batallas con héroes y villanos -el héroe Garzón, el villano Chávez- o asombrarnos con esos relatos en los que adolescentes, niñas y niños han estado muchos años aprendiendo que follando entre ellos o dejándose seducir por adultos serían buenos karatekas.

Hace un par de años el diario brasileño ‘O Globo’ publicó una entrevista a Marcola líder carcelario jefe del Primer Comando de la Capital (PCC). Marcola explicó: “antiguamente era fácil resolver el problema de la miseria. El diagnostico era obvio: migración rural, desnivel de renta, pocas chabolas, discretas periferias (…) ¿Qué hicieron? Nada (…) ¿Solución? No hay solución, hermano. La propia idea de ‘solución’ ya es un error. ¿Ya vio el tamaño de las 560 chabolas de Río (de Janeiro)? ¿Ya anduvo en helicóptero por sobre la periferia de San Pablo? ¿Solución, cómo?…”

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