A mi médico

4 Abr

medico.jpg Me pidieron hace cierto tiempo una intervención para que explicase a los nuevos MIR (Médicos Internos Residentes) qué es lo que les pediría como paciente, como usuario de los servicios sanitarios. Es importante que a los profesionales de la salud, les recordemos de vez en cuando, que el paciente no es una máquina que se avería. Lo saben, pero hay que recordárselo.
Conté a los asistentes un hecho autobiográfico que relata Ferrari en su libro “La fuerza de la bondad”. Dice que fue a ver a su podóloga y que, después de hacerle varias pruebas, la doctora se sentó en su mesa para analizar los resultados. Él se colocó en otra silla delante de la mesa, esperando silencioso y un poco angustiado el diagnóstico. La doctora se enfrascó en el análisis de las pruebas con tanta intensidad que, de pronto, levantó la cabeza y lo vio allí inmóvil y expectante.
– ¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí?
– Mire, doctora, yo soy el dueño de ese pie que está analizando.

La podóloga hacía su trabajo concienzudamente, pero se había olvidado del paciente. Tenía delante el problema que debía resolver pero había hecho desaparecer de su corazón y de su mente a la persona que lo padecía.
Expresé en diez demandas mis peticiones, más detenidamente de lo que en este breve artículo puedo hacer.
Escúchame. Sé que no es fácil escuchar, dada la prisa con la que tienes que atenderme. Sólo dispones de unos minutos para estar conmigo. Te espera una larga lista de pacientes. Sé que no es fácil mirar y convertirte en el eco de mi angustia, porque tienes que anotar en el ordenador todo lo que te digo. Y el ordenador se convierte en tu aliado y en mi contrincante. Decía Carl Rogers: “Cuando un ser humano te escucha, estás salvado como persona”.
Compréndeme. Porque, cuando me pongo enfermo tengo angustia, miedo, dolor. No sé qué alcance tiene mi dolencia. Cualquier gesto, cualquier frase, el tono más leve de tu voz tiene para mí un gran significado. Sé que estás habituado a muchos dolores y eso puede hacerte insensible, porque tú no puedes implicarte en cada paciente como si de un familiar se tratase. Pero yo quiero que tengas en cuenta que no sólo soy una enfermedad sino la persona que la padece.
Explícame. Dime con claridad lo que me pasa y qué alcance tiene. Dímelo con palabras inteligibles. Con paciencia incluso. Un diagnóstico severo es demoledor pero si te lo comunica alguien que no tiene sensibilidad te puede destruir también psicológicamente. Si lo que me dices es muy preciso y muy riguroso, pero poco inteligible, me quedaré como estaba, pero con más angustia. No des por supuesto nada. Comprueba que me he enterado. Puede ser que no me atreva a pedir una explicación.
Conóceme. Recuerda mi nombre. Sigue mi trayectoria, ten en tu mente mi historial. Ya sé que ves a muchos, quizás a demasiados pacientes. Pero yo necesito no ser un número. Necesito no ser un extraño y, mucho menos, un incordio. Sé que las condiciones en las que trabajas no son las ideales y que el sueldo que te pagan no es justo para el difícil y arriesgado trabajo que realizas, pero no descargues en mi tu malestar laboral. Conviérteme en tu aliado, no en tu enemigo.
Ayúdame. Sé que tú puedes ayudarme a no caer enfermo, a tener mejor salud. Tú puedes orientarme, decirme lo que tengo que hacer para prevenir males futuros. Tú tarea no es sólo curarme sino ayudarme a que no caiga enfermo. Un consejo tuyo puede ser más decisivo que cien recetas. Ya sé que hay pacientes de todos los colores, pero no es bueno que actúes como si fueras daltónico.
Respétame. Llega a tiempo a la cita. No soy un objeto que no siente o un animal que no entiende. No me hagas esperar. Y si no lo puedes evitar, ofréceme una disculpa. El tiempo es importante para mí como lo es para ti. Y se diría que los relojes que estropean al entrar en los Hospitales y Centros de salud.
Anímame. Puede ser que tengas que darme un diagnóstico severo. No me despaches sin más. Ya sé que no dispones de tiempo para hacer una terapia. Pero no es igual una palabra amable que un gesto displicente. Sabes mejor que yo que la esperanza en la curación es la mitad de la salud. Yo trataré de ser un paciente respetuoso y responsable. Por la cuenta que me trae. Y porque voy a verte no para hacerte perder el tiempo sino porque confío en tu saber y en tu experiencia.
Cúrame. Lo más importante de lo que te pido es que, al fin y a la postre, acabes curándome, si estoy enfermo. Lo cual exige un diagnóstico certero. En el acierto de ese diagnóstico tengo que tener yo una buena parte. Sé lo que me pasa, aunque no conozca su nombre técnico. Sé dónde y cómo me duele, aunque desconozca la etiología. Sé cuándo empezó el dolor y qué es lo que hacía para contraerlo y para evitarlo.
Quiéreme. Me gustaría que yo te importase. Que mi dolor no te fuese indiferente, que mis miedos no te parecieran una ridiculez. Tengo necesidad de saber que lo que me pasa es algo que tiene alguna relevancia para ti, no sólo desde el punto de vista médico sino desde tu condición de persona. Quiero que me cures, pero también necesito que me quieras. Porque no hay medicina que cure lo que no cura la felicidad.
Sonríeme. ¿Qué te cuesta? Tu seriedad agrava mi problema. No siempre tendrás ganas de sonreír porque, como es lógico, tú también tienes problemas. No siempre estarás de buen humor, porque trabajas entre dolores. Pero es indispensable que cuente con tu con tu empatía, con tu cercanía emocional.
Acabé haciendo una llamada al optimismo en el ejercicio de la sanidad. Un buen médico es el que por la mañana llega a la sala donde se encuentran los pacientes y, con tono jovial, saluda a los presentes: ¿Hola, cómo están todos? El médico pesimista llega a la misma sala y con gesto de sorpresa pregunta: Hola, cómo, ¿están todos?

14 respuestas a «A mi médico»

  1. Buenos días
    Bonito artículo.
    Me ha hecho reflexionar, querido maestro, sobre mi SUERTE.
    Cuán afortunada soy por haber caído en las manos de un médico con verdadera vocación.
    Somos aquí menos de dos mil habitantes, y cuenta nuestro pueblo con tres médicos. Pero el que he elegido como médico de cabecera, hace todo lo que un paciente puede esperar de un médico.
    Ni bien llega de los pueblos vecinos,donde trabaja en otras clínicas, comienza a atender su consultorio, que sólo cierra cuando se ha ha ido el último de sus pacientes, si no lo llaman por una urgencia, por lo general a las diez de la noche.
    Su sala de espera está siempre llena, porque mucho antes que llegue lo estamos esperando. Yo a veces pienso que estar enfermo en mi pueblo es casi un placer, siempre tiene una palalabra de aliento, una broma de buen gusto, un consejo… Jamás se olvida de tu nombre ni te confunde con otro paciente. Jamás se olvida en qué quedó la consulta anterior, y si lo hace lo disimula muy bien, manejando su note book, en segundos te identifica…
    Cada consulta dura mucho más de lo que el paciente que espera tal vez quisiera, pero todos sabemos y acordamos que, una vez adentro, cuando llegó nuestro turno, lo mejor es que nos preste toda la atención. Te mira, te revisa, te pregunta, te escucha…te explica, te hace el dibujo, es como si te diera una clase de medicina, pero en un aula adecuada a tu edad y tus conocimientos.
    Dedica tiempo y dinero a estudiar, porque lo hace permanentemente…se actualza todo el tiempo…
    A veces me pregunto: ¿Cómo hace nuestro médico para multiplicarse de ese modo? Porque hasta se hace tiempo para acompañar a sus hijos a las reuniones de la escuela…
    Y aquí voy a nombrarlo, para poner de manifiesto y ante el mundo mi gratitud, es el Doctor Miguel Ángel Paolasso, médico cirujano….. muy humano.
    Sí, parece que miento, pero no es así.
    Ese tipo de médicos existe, aunque no pueda creerse, sólo hay que tener suerte para dar con uno de ellos, que no deben ser muchos.
    Son médicos con verdadera VOCACIÓN.
    Son esas personas a las que no muchas veces se les reconoce como es debido.

    Buen fin de semana para todos.
    NANCY M.

  2. En general los médicos son distantes, fríos, te explican lo mínimo que necesitas saber, no tienen habilidades para tratar al paciente como persona, nos tratan como un número, como un nombre y unos apellidos en la larga lista que tienen que atender.
    El enfermo cuando acude a un médico no sólo tiene problemas físicos sino dependiendo de la dolencia que trae, necesita que le animen, que le reconforten el ánimo, pero hacen todo lo contrario, el paciente se va de la consulta más abatido de cuando entró. Muchas veces te intentan animar con frases inadecuadas:
    “En medicina dos más dos no son cuatro”
    “Podía haber sido peor…”
    Y luego lo de la tetra, siempre me he preguntado, ¿por qué escriben tan mal?……..es que no hicieron caligrafía en la escuela.
    Yo pienso que un médico debe ser un trabajador que esté en esta profesión porque le gusta y sobre todo quiera reconfortar y ayudar a los demás.
    En España a pesar de todas estas cuestiones inherentes al sistema tenemos una buena sanidad pública, que cada día avanza más en la curación de enfermedades como el cáncer. Es pionera comparada a otros países y además universal que llega a toda la población. Los médicos deben estar bien pagados y con los medios adecuados para atender a los pacientes, muchos de los problemas que tienen los médicos no es culpa de ellos ( sobre todo las listas de espera). La masificación de los centros sanitarios condiciona la calidad del servicio.
    Y para terminar con esta frase que de alguna manera encierra el ideal de lo quisiéramos todos: “La gente quiere a los médicos que quieren a la gente; antes de ser un buen médico, se una buena persona”.

    Un saludo

  3. ..al igual que los maestros, hay mèdicos de todo tipo, pero, por suerte al igual que aquellos muchos màs de los buenos ,que los que no lo son..Hay mèdicos que no sòlo atienden bien, sino que, le dan los medicamentos…y si no tienen en que irse, los llevan en su propio automòvil…doy fe de lo que digo, hace 36 años que mi compañero, mi esposo y padre de mis 5 hijos, se dedica a esta sublime vocaciòn. Ademàs quiero decir que tenemos el privilegio de mèdicos superlativos en Argentina…y uno lo valora màs cuando por circunstancias de la vida, le toca en otra parte. Nuestra hija menor vive en Italia, y es un paìs que le brinda muchas posibilidades. Allì formò su hogar, allì naciò mi nieta…y literalmente, “la dotoressa ” que la atendiò incurriò en abandono de persona…pero eso va por otra vìa, por supuesto, la judicial….pero a todos los mèdicos con mayùscula SALUD!!!!!

  4. Esta semana me topé con uno que olvidó que también era persona y que trataba con personas. Estaba tan ocupado salvando vidas que no se dió cuenta que la de nuestro padre también era una vida, tal vez no necesitaba salvarla pues no estaba en peligro de muerte pero sí que alguien le atendiese su enfermedad y se parase a considerar que era un pobre viejo, solo, hemipléjico, dependiente de otros y con la locura a punto

  5. Bonito articulo amigo Miguel..
    Creo que cuando todos nós dermos cuenta que cada persona vale por lo que és, y que tenemos que dirigirnos a los demás con muchissimo respecto, así es cuando el respecto impone ante todo sea la profesion que tengas, hay que tenerlo respecto por la vida de las personas en general.
    Tenemos que darnos cuenta que cada ser humano necesitamos de un outro, es una cadena y un ciclo todos somos necesarios.
    El médico nescesita del pasciente, si no, el no seria médico.
    Con respecto vamos a todos los sitios e todas las puertas se abrem.
    Beso amigo Miguel Angel con el mayor respecto.
    Saludos desde Rute-Córdoba-España.

  6. Añadiría,
    Escúchame: Como si fuera la primera vez que escuchas los síntomas que ya has oído decenas o cientos de veces. Para mí todo es nuevo y angustioso. Necesito sentirme único, porque mis síntomas son únicos, y puedo percibir tus gestos de hastío, tus ganas de responder precipitadamente.
    Respóndeme: Como si fuera la primera vez que lo haces también. Parafrasea lo que digo, sintoniza con mi dolor y mi estado emocional, para que yo me anime a continuar describiendo mis síntomas. Para que yo sienta que tu respuesta es única, aunque la hayas formulado también decenas o cientos de veces.

    Genial tu artículo. Espero que lo tengan en cuenta. Saludos.

  7. Hola Miguel: Cuán cierto es que el escuchar y el “conocer” son importantes en la vida y en “nuestra” vida como profesionales. Cuantas veces los alumnos cambian el sentido de su trabajo simplemente por que los “conoces”…. qué sorpresa se llevan cuándo al segundo o tercer día de clase les llamas por su nombre… Con qué tranquilidad vienen a verte cuándo saben que sabes quién es. Únicamente por que dejan de ser una foto fría colocada al socaire de la necesidad de colocarla. Lo que pasa es que cuándo lo hace un profesional de la medicina los éxitos o fracasos son inminentes y en la EDUCACIÓN son a largo plazo o no tan inminente. Gracias por decirlo así de sencillo… así de esa manera que se puede trasladar a otros ámbitos de la “circunstancia”. Un saludo. PSCLugo.

  8. Qué suerte aquel que tiene un médico que le quiera…yo he tenido un psicólogo que me ignoraba por no pagarle las sesiones que no cubría mi seguro médico.PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO.Ahora voy a sesiones de REIKI, estoy encantada.Me dan energía y cariño,reflexoterpia, y además me escuhan y me quiern.GRACIAS ISABEL,NECESITABA ENCONTRARTE,
    Os aconsejo el Reiki, o n su defectoun buen médico,de esos recie´n salidos del horno, que aún te escuchan y ponen el interés que todos nos merecemos.
    GRACIAS A TI,MIGUEL, POR DECIR A MUCHOS LO QUE LAS PERSONAS SENSIBLES,NECESITAMOS.

  9. La sanidad de un país democrático es uno de los pilares de la igualdad y de la justicia. Ese pilar está fundamentado en la calidad técnica y humana de los profesionales de la sanidad. Gracias por recordárnoslo.

  10. Cuando uno se encuentra on un buen médico tiene una buena parte de su problema de salud resuelto. Cuando se encuentra con un mal profesional de la salud,su problema se agrava. Slaudos.

  11. Acuerdo totalmente con el artículo. Mi esposo atraviesa actualmente un problema de salud, y aunque aún no se ha determinado cuál es su problema, podemos observar en esu médico extremada dedicación, eficiencia y preocuapción para poder ayudarnos. Indica los procedimientos necesarios, análisis clínicos, explicitando claramente porqué y para qué; nos dedica el tiempo necesario para sacarnos todas las dudas que poseemos. Llegó a darnos su número de celular para que nos sintamos más seguros y podamos consultarlo. ¡Gracias, Dr. Javier Kalbermatter por su comprensión, profesionalidad, y por hacernos sentir dignos!

  12. Tengo 41 años. Cuando era pequeña y me ponía enferma, habitualmete con anginas, el médico D. Jacinto, acudía a casa después de su consulta, como era habitual en aquella época. Venía con su maletín de médico, de cuero marrón…ya por el pasillo ,tras atravesar la puerta de la entrada, oía su voz de hombre bueno desde mi cama. De camino,bondadoso y simpático, llamaba a mis padres por sus nombres y preguntaba amistosamente a mi abuela por su delicada salud.Siempre tenía una palabra amable y reconfortante.Cuando aparecía ante mí,bromista,como siempre, sólo utilizaba su agradable sonrisa para curarme.He olvidado si alguna vez tomé medicamentos recetados por el, lo que no se me olvida es su generosidad como médico y como persona.Gracias D. Jacinto por atendernos a mi y a mi familia durante años.
    Gracias Miguel A. por tus reconfortantes artículos

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