El título refleja la forma de pensar del pesimista. Quien dice “pasado mañana será lunes”, no disfrutará del domingo. No es que el lunes no exista, no es que el lunes nunca llegue. Llegará. Pero él lo anticipa, lo saborea con el amargo paladar de su tristeza. El pesimista no disfruta del domingo porque lo convierte en un simple puente para llegar al lunes.
El pesimista sólo ve los agujeros en el queso. Que existen, claro está. Pero no sólo, pero no prioritariamente. Hay quien, desde esa calamitosa visión de la realidad se califica de realista. “No, yo no soy pesimista, soy realista”, dice con absoluta convicción. Lo es. Porque ahí están los agujeros. El problema no está en las cosas sino en su forma de verlas.
La primera víctima de su actitud es él mismo. Porque sólo ve su lado más oscuro. Sólo son patentes para él las limitaciones, los errores, los fallos, las carencias, los problemas. Su autoconcepto es pésimo y su autoestima es nula. A nadie trata con tanto rigor como a sí mismo. También son víctimas de este tipo de personas quienes viven con ellas. No es fácil vivir al lado de un pesimista. Porque todo lo ve con esa especial mirada que destaca, anticipa, potencia o selecciona lo negativo, lo feo, lo triste, lo desagradable, lo malo, lo peligroso. Otras víctimas de su visión catastrofista son aquellas personas con quienes y para quienes trabajan. Nada espera de ellas. Y como no espera nada, nada suelen darle. Todavía es más grave que quien tiene esa actitud negativa sea el jefe, el profesor, el médico, el político. Porque, quien tiene autoridad, con ese modo de ver la vida, tiñe de oscuridad a quienes gobierna.
Es muy saludable mantener una visión optimista de la realidad, de las personas y de nosotros mismos. Porque el optimismo nos ayuda a percibir la realidad desde su perspectiva más sugerente, alimenta las actitudes positivas y garantiza el éxito. En el amor, en la amistad, en el trabajo, en la salud y en la vida en general es muy gratificante ser optimista. No veo ventajas para la elección pesimista. Es difícilmente explicable el prestigio intelectual que han tenido los pesimistas. Porque la historia, la ciencia y sociedad han avanzado gracias a los optimistas. Propiciaron el avance, entre otras causas, porque creyeron que se podía producir.
Paco Abril, querido amigo y afamado cuentacuentos, me contó hace tiempo una hermosa historia al respecto. Un rey tuvo noticias de que, en un lugar apartado del reino, vivía un sabio que interpretaba todo lo que sucedía con un lema de carácter positivo. Ante cualquier tipo de hecho, él decía: Todo es para bien. Al rey le sedujo aquella filosofía que podría inspirar la política del reino y su propia vida. Le hizo llamar y contrató sus servicios, de modo que pronto se hizo el asesor favorito del rey. Su forma de pensar y de interpretar todo lo que sucedía suscitó las envidias del resto de asesores del monarca.
Un día, el rey sufrió una aparatosa caída y se fracturó el brazo por varias partes. Los dolores eran insoportables. Los asesores pensaron que, cuando el rey se encontrase son su asesor favorito y le dijese que lo sucedido había sido para bien, el asesor caería en desgracia y perdería su hegemonía.
– Majestad, ¿qué le ha pasado?, dijo el asesor al rey cuando le vio con el brazo vendado.
– He sufrido una horrible caída, me he fracturado el brazo y estoy sufriendo unos dolores insoportables.
-Majestad, no se preocupe, todo es para bien.
Al oír estas palabras el rey entró en cólera y encarceló al asesor en las mazmorras del palacio. Al día siguiente, para aliviar aquellos terribles dolores, el rey salió a caballo de palacio, Quería distraerse y olvidar lo sucedido. Cabalgó durante tanto tiempo que se perdió. Era imposible encontrar el regreso a palacio. Le capturó una tribu de antropófagos. Enseguida decidieron matarlo y comerlo. Pero, cuando se disponían a iniciar los rituales, el hechicero de la tribu hizo un llamada de atención:
-Alto. No podemos comer a este hombre, dijo. Porque tiene un brazo malo. No sabemos qué enfermedad tiene. Si lo comemos podemos morir envenenados., Hay que soltarlo inmediatamente.
El rey fue liberado. Mientras buscaba el camino de regreso a palacio pensó en cuánta razón había tenido su asesor. Gracias a que tenía el brazo malo, había salvado la vida. Cuando llegó a palacio quiso pedir perdón a su asesor. Se dirigió a las mazmorras y lo liberó de sus cadenas.
– Perdóname. Una vez mas tenías razón. Salí de paseo, me capturó una tribu de antropófagos y, cuando me iban a sacrificar, me liberaron gracias a que tenía el brazo malo. Para ti no ha sido para bien, ya que tú has estado encarcelado.
– No, Majestad, todo es para bien. también para mí ha sido bueno estar en la cárcel. Porque, si hubiese estado libre, hubiera salido de paseo con su Majestad. Nos hubiera capturado los antropófagos. Su Majestad habría salvado la vida por tener el brazo malo, pero a mí me habrían comido ya que estaba sano.
Todo es para bien. Incluso lo malo que nos sucede puede convertirse en un motivo para la superación, para el fortalecimiento, para el aprendizaje. No caeré en la sinrazón o en la ingenuidad de decir que hay que desear que sucedan cosas malas. Pero, una vez que han sucedido, hay dos modos de afrontarlas. La de quien se hunde y se destruye dándose golpes contra ellas o la de quien trata de utilizarlas convirtiéndolas en una ocasión de aprendizaje y crecimiento. Los hechos están ahí, pero la actitud ante los hechos depende de cada uno. El pesimista es capaz no sólo de ver lo negativo en lo neutro sino de ver lo negativo en lo positivo. Manuel Alcántara, dueño de metáforas admirables, dice que cuando el pesimista camina por un túnel y ve al fondo la luz, piensa que se trata del foco de la locomotora que acabará por aplastarle. Su tragedia no es la locomotora inexistente sino su mente oscura, que le hará sentirse siempre desgraciado.
Ser pesimista es fácil y espontaneo. La vida, allí donde te toque,y en algunas partes de la tierra más que en otras, está llena de momentos difíciles, duros y amargos.
Ser optimista es un trabajo, una actitud,que requiere de energía y dedicación. Y que sin ninguna duda que quién más se beneficia es quién hace de ello una forma de vida.
La vida es una aventura difícil. Pero no por ello deja de ser una aventura. Y el sol está más alla de las nubes, siempre…
Buenos días a todos.
Sí, es feo compartir tiempo con pesimistas, y además es contagioso. Hay que estar fortaleciéndose día a día para no caer en las redes de las personas que todo lo ven negro.
“No hay mal que por bien no venga”, decían nuestros viejos sabios.
Es cierto que en la vida nos va bien y nos va mal, pero todo nace y muere bajo el sol, y los malos tiempos y los malos tragos pasan también.
Necesitamos leer artículos como éste siempre, y sobre todo cuando no la estamos pasando tan bien.
Gracias Miguel Ángel por sus palabras, sus enseñanzas, que siempre nos alientan a vivir, enseñar y aprender con alegría, compartir esa alegría y tratar de contagiarla a quienes nos rodean, porque así como el pesimismo es contagioso, el optimismo también lo es. Gracias a Dios creo que lo soy, así me lo hizo creer una profesora del secundario, que siempre me ponía como ejemplo ante la clase diciendo a quien se quejaba:
“Dejen de quejarse, aprendan de Mansur, que ve la vida con alegría y optimismo, y verán como todo les saldrá mejor”. A esa profesora, que nos daba una materia nada fácil, y que hizo que a mí me gustara muchísismo, le debo parte de mi confianza en mí misma, de mi seguridad y de mi optimismo, porque cuando el docente destaca públicamente,ya sea un defecto o una virtud en un alumno, éste termina creyéndoselas y comportándose entonces de modo coherente.
Ahora que soy docente, trato siempre de recordar eso y tenerlo presente.
Cordiales saludos a todos y feliz fin de semana, desde Córdoba, argentina el (país más bello del planeta), paera mí, claro está.
Más horrendo y calamitoso es compartir tu existencia con quien ni siquiera mira el queso. Por favor, ¿Qué garantiza el éxito? No, garantiza el autoengaño, es más fácil decir, no pasa nada, resignarse a ver las cosas de color de rosa y evadirse con una sonrisa ante cualquier problema. Pero es típico, el mundo no lo hicieron optimistas, ya que el optimista se conforma con lo que tiene, es “feliz”, aunque sea mentira ¿Para qué van a cambiar? Quien es optimista no hace juicios de reflexión, ni se detiene, simplemente vive de forma irrisoria, pero es normal que para muchos sea una salvación, es mejor ser el “sonriente” del barrio, que el único que piense con la cabeza. El pesimista, con su crítica mirada, ha sido desde siempre capaz de crear un arte mucho más pulcro y espontáneo, la gran mayoría de artistas que de verdad merecen ser recordados han sufrido este estado, pero claro, ¿Cómo vamos a reconocer que un pesimista es capaz de crear mejores que cosas que un tipo simplón que solo sabe “sonreir” gratuitamente? Eso nos asusta, y como nos da miedo que alguien así esté por encima de nosotros, o sea capaz de crear algo mucho más hermoso que nosotros, nos escondemos en “no tienen autoestima, no disfrutan de la vida, es muy fácil ser pesimista.” Claro es facilísimo estar todos los días sufriendo y sintiendo que no vales nada, facilísimo!! a quién le contamos esta mentira? a la gente a nosotros mismos, lo más grotesco es que esta gran mentira que se denomina al optimismo como la “salvación”, no es más que la vida como una vaca sumisa. Una gran y hermosa vaca gorda y alegre mientras muge, porque está vaca tan gorda y alegre, no sufre, no padece, sencillamente se miente a si misma y cuando debe sentir dolor siente una falsa “alegría”, todo para “drogarse”, alguien pesimista es realista. SÍ, ¿Por qué? Pues muy sencillo, sal a la calle y habla con cualquier persona y luego observa como actúan, sin juicios de valor, te darás cuenta que lo poquito que te pueden ofrecer es algo irriosorio comparado con lo mucho que no pueden hacer. Porque da miedo pensar que la vida en parte es eso, y reconozco que el miedo el legítimo, tanto por la gente corriente como por todos, da miedo ver la verdad, una verdad inalienable, y necesitamos creer en un carpe diem capitalista y burgués, porque da mucho miedo, el carpe diem del sufrimiento, nos da terror, pensar que personas así son capaces de vivir la vida con mayor intensidad, y aún odiándose son capaces de crear mejores y más útiles cosas que nosotros. Nos da mucho miedo, porque no lo comprendemos y si no los tachamos de “pobres desesperados” “tristes y depresivos” “gente sin autoestima”, no nos sentimos tranquilos pensando “nosotros estamos mejor que ellos” “tenemos una mejor visión del mundo que ellos” “hemos vivido mejor la vida que ellos”, yo realmente me rio, no por su pesimismo, sino de vuestro miedo. Enhorabuena es el primer paso para reconocer que vuestras ideas están fundamentadas en el miedo más primario, y la segunda respuesta del miedo sabéis cual es? “Yo no me muevo por miedo! ¿Pero qué dices de miedo?” jajaj la negación exacto. El miedo más fuerte es aquel, no solo que no vemos ni sentimos, sino el que queremos esconder porque ni siquiera comprendemos.
…..Y el optimista dice:
-¡Pasado mañana será lunes, qué suerte, hoy es Sábado, el mejor día de la semana -sin olvidar San Viernes-!
No creo que ser optimista sea sinónimo de ingenuo o superficial o estúpido. Ser optimista no significa enterrar la cabeza en la arena para no saber que sucede alrededor, sino sabiendo lo que sucede poder superar obstáculos y fijar nuevas metas.
Ser optimista significa saber que la vida es un desafío y que se puede aunque a veces parezca imposible, volver a construir desde las cenizas. Ser optimista es tener certeza de querer un mundo mejor y no dudar a la hora de contribuir a su construción.
Ser optimista es valorar lo que se tiene, poco o mucho e ir por más. Ser Optimista es no estar nunca olvidado de todo lo malo, negativo o adverso que sucede,para poder capitalizarlo en la propia realización personal y aceptar el desafío de seguir adelante.
Ser optimista es saber que, cuantos más agujeros tiene el queso, más rico es. Claro, siempre que vivas en algún lugar donde puedas adquirir el queso…
Mis colegas profesores andaluces me habían hablado
del antiintelectualismo y el odio al conocimiento en las escuelas de España.
No me lo creí del todo hasta oír y leer al señor de este blog.
Estimados abducidos por la secta pedagógica:
1. Léanse Candide (Voltaire)… Estos pedagogos sólo pretenden ¨cultivar su apestoso y mefítico jardín.¨
2.Adquieran y compartan conocimientos, huyan de los vagos y vacuos sentimentalismos rousseaunianos.
3. Viajen.
Siempre recordaré la mínima “entrevista” que hizo una periodista a una niña de cinco años, la víspera de una noche de “Los Reyes Magos”.
– ¿Y si te echan carbón?
– Jugaré con el carbón.
Vi esta escena en una TV en blanco y negro, pero como soy optimista, me disipó las dudas que a uno le quedan después de que te han machacado una y otra vez, física y moralmente. No creemos en ningún salvador y menos en los que nos quieran salvar del optimismo, ya sea congenito o adquirido o de los dos a la vez. La vida es una tragedia y acaba mal, pero no nos obliga a ser jeremías de por vida. Los pesimistas tienen una coartada psicológica y siempre lo ven todo negro, porque en el fondo les resulta un buen mecanismo de supervivencia, ya que como casi nunca aciertan, es la única manera que tienen para “conseguir” que las catástrofes no sucedan. Además tienen la habilidad y arte de contagiarnos. O sea, que nos obligan a hacer un doble trabajo de atenderlos (con remedios, pero sin curación) y luego tenernos que curar. ¡Si no fuéramos optimistas, íbamos a aguantar mucho a los catastrofistas! Lo que pasa es que nadie nos puede obligar a “ser tentados por encima de nuestras fuerzas”. No nos hacen asco las personas que sean pesimistas, porque no hemos perdido la alegría de la bondad humana. Intelectualmente hay pesimistas y optimistas, lo mismo que hay intelectuales creyentes y no creyentes. Si en el mundo tiene que haber de todo, ya estamos avisados y no nos lo tienen que recordar, aunque eso sí: se agradece el detalle.
Buenos días, perdón que me inmiscuya en sus asuntos, sólo quisiera saber si me pueden autorizar el uso de la imagen “enfermo.jpg” utilizada en el artículo “¿Quién es usted?”, con fecha 28 de enero de 2006 a las 23:18 horas y guardado en “Artículos 2006” y “Artículos en La Opinión”, es para una revista de salud que está próxima a publicarse en la ciudad de Morelia, Michoacán, México, será pequeñita, apenas de circulñación estatal… Mil gracias y disculpas…
Hace falta mucho más fortaleza para ser optimista que para ser pesismita. El optimista no es quien se confortma con ue las coas estén copmo están sino el que lucha por cambiarlas.
No sé por qué los pesimistas se las dan de más realistas. El optimista no tiene por qué ser un iluso, un ingenuo o un superficial. ¿Por qué no pensar que quien es verdaderamente realista es el optimista? Recuérdese el famoso asunto de la botella medio llena y medio vacía. ¿No son los dos igualmente realistas?
Esta historia hace honor al dicho popular que tanta sabiduría tiene de: ” no hay mal que por bien no venga”.
Yo lo utilizo mucho, y muchas veces me doy cuenta de la gran enseñanza que contiene. Esta historia y el artículo en general me dan pie para corroborar lo que transmite,las cossas no son buenas o malas, todo depende de como las veamos o las utilicemos. A veces sucede lo contrario algo que parece positivo para alguien termina creándole problemas.
Intento aprender de esa gran lección que nos dice que ante los problemas podemos crecer y superarnos. Es más sano que añadirle sufrimiento al sufrimiento.
yo,hubo un tiempo en que deseaba que fuera lunes, para ir a trabajar.para divertirme alli.Tenia en casa una situacion tan sosa.triste,desesperante,frustrante,que me apetecia estar con mis alegres alumnos de 4 y 5 años que me imitaban,amaban,y llenaban de alegria esas horas de esos 5 dias a la semana,y que fueron muy enriquecedores para mi.VIVAN LOS LUNES! ME DIVIERTO TRABAJANDO,Y ENCIMA, ME PAGAN!!!!!!!
¿Por qué esa tendencia de estar siempre en un extremo u otro? Debo reconocer que tiendo hacia el pesimismo, con más frecuencia que al optimismo, y esto no me hace feliz. Digan lo que digan y, digamos lo que digamos, los motivos –por desgracia– para el pesimismo, son infinitamente más abundantes que los que la vida nos da para ser optimistas. Lo ideal para mí es procurar en todo momento usar el adecuado.
Tan aburrido y desesperante es un pesimista como un optimista. Siempre, naturalmente, que lo sean a ULTRANZA…
Realicé el curso del CAP en la Universidad de Coruña y asistí a la ceremonia de clausura en la que usted fue ponente. Quería decirle que salí de allí con unas enormes ganas de poder dedicarme a la enseñanza y cambiar el mundo, sus palabras fueron muy inspiradoras para mi. Ahora que encontré su blog espero no le importe que me pase por aquí, bien sea para leerlo o dejar algún pequeño comentario. Un saludo desde A Coruña