Israelíes contra palestinos, alemanes contra judíos, blancos contra negros, autóctonos contra inmigrantes… Cada día me siento más ciudadano del mundo. Cada vez pienso con más convicción que las fronteras separan, que las banderas enfrentan y que los himnos dividen. No hay más nación que el mundo, más bandera que la piel del ser humano y más himno que el de la fraternidad universal. Por eso creo que los inmigrantes que hoy entran en nuestro país tienen todos los derechos, necesitan toda la solidaridad y merecen todo el respeto. Por eso pienso que hay que acabar con los estereotipos y con los prejuicios que nos hacen ver a “los otros” como intrusos, como malos y como enemigos.
Hace tiempo llegó a mis manos un relato supuestamente verídico que hoy quiero compartir con mis amables lectores (siempre he pensado que es más generoso el lector con el autor que a la inversa). Una anciana vivió en propia carne lo sucedido y lo contó a través de un periódico. Lamentablemente no puedo citar la fuente. El relato dice así:
Una señora mayor (en adelante, una vieja) se encuentra en un autoservicio. Va a la barra, pide un tazón de caldo, lo paga, lo deposita en una bandeja y se dirige a su mesa. Se sienta pero, cuando se dispone a tomar el caldo, se da cuenta de que no ha pedido pan. Se levanta, pide un bollo de pan, lo paga y regresa hacia su mesa. Pero, ¡sorpresa!, un hombre color (en adelante un negro), se encuentra tranquilamente tomándose su caldo. La viaje se dice: “no me dejaré robar”. Dicho y hecho, se sienta al lado del negro, parte apresuradamente el pan en pedazos, los miga dentro del tazón y se pone a comer lo que queda de caldo en su tazón. Seguidamente el negro se levanta y, segundos después, vuelve a la mesa con un abundante planto de espaguetis y dos tenedores.
– Señora, le invito a compartir este plato, dice el negro.
La vieja, sorprendida, se lo agradece y comienza a comer los espaguetis, alternándose con el negro, hasta que se acaban. Inmediatamente, el negro se levanta, se despide de la vieja y emprende camino hacia la puerta del local. La vieja, sin salir de su asombro, lo sigue con la mirada. Pero justo cuando el negro va a traspasar la puerta ella se da cuenta de que su bolso ha desaparecido. Piensa que la invitación ha sido una eficaz estrategia de distracción que ha dado lugar a una ingenua confianza. Pero, cuando se levanta para gritar “¡al ladrón!”, se da cuenta de que dos mesas más allá hay un tazón de caldo. Se acerca y comprueba que está lleno y que ya está frío. Es su tazón de caldo. Al lado de la mesa hay una silla con su bolso colgado. Se había equivocado de mesa cuando volvió de comprar el pan.
Sea o no verídica, la historia es aleccionadora. En primer lugar porque nos pone de bruces ante la vigencia de estereotipos arraigados, injustos y perniciosos. Muchas veces reaccionamos no a partir del rigor de la lógica sino de las engañosas apariencias.
– El gitano fue quien robó en el supermercado…
– El negro provocó la reyerta…
– El inmigrante causó el incendio…
De manera más o menos sutil, los estereotipos se van arraigando en la forma de pensar de los integrantes de la misma cultura. La prensa, por ejemplo, subraya la raza, el género, el credo de quien ha participado en un conflicto, en lugar de elegir cualquier otro rasgo de su identidad. La vieja del relato da por hecho, inicialmente, que el negro se ha llevado su bolso y que ha diseñado una estratagema eficaz para alcanzar su premeditado objetivo.
La historia refleja, en segundo lugar, un hecho que rompe muchos prejuicios. Es la vieja quien come, primer y segundo plato, a costa del negro. Y no a la inversa. En tercer lugar, nos descubre que el racismo se manifiesta de manera espontánea en juicios, actitudes y comportamientos que sorprenden a quienes los protagonizan. La vieja de nuestro relato, al reflexionar sobre lo sucedido, exclamó:
– Yo también creí que no era racista.
Una cosa son las declaraciones y otra la realidad. Pocas personas responderán afirmativamente hoy en día ante la pregunta de si son racistas. Otra cosa es vivir y actuar. Otra cosa es que los padres vean con buenos ojos que una hija se enamore de un negro, que un empresario contrate a un gitano pudiendo contratar a un payo o que una pandilla integre entre sus miembros a un emigrante pudiendo no hacerlo.
En su “Diccionario razonado de vicios, pecados y enfermedades morales” dice Vigil Rubio que el racismo, como actitud, equivale a “una acusación bajo el prisma de una valoración de las formas biológicas, reales o imaginarias, en beneficio del acusador y en detrimento de la víctima, al objeto de justificar una sumisión, una segregación o una agresión”.
Ya no es posible apoyarse en la ciencia, como se pretendió durante siglos, para justificar la relación causal entre las características físicas hereditarias concebidas como rasgos raciales y los tipos de personalidad o los comportamientos sociales. Solamente la ignorancia y la barbarie permiten sostener que hay unas razas superiores y otras inferiores. La genética de poblaciones niega la supremacía de unas razas sobre otras. Sin embargo, al margen de toda evidencia, se mantienen actitudes racistas que crean el caldo de cultivo para el desarrollo del odio, de la discriminación y del desprecio.
El racismo se arraiga en un cuerpo de prejuicios que tiene como base el odio al otro, al diferente, al extranjero. Hoy que la inmigración crece en nuestro país, es necesario trabajar, en las aulas y en las familias, para cultivar actitudes de acogida, de respeto y de solidaridad.
Volviendo al tema de la fantasía,podemos comprobar cómo se nos va de las manos el imaginario colectivo, que nos vuelve como niños y nos hace “fantásticos”. Desde hace más de treinta años he podido observar cómo juegan los inocentes y los infantes de Educación Infantil y casera. En mi casa siempre había vecinitos y vecinitas, y no era por “deformación profesional” como una vez me dijo un vecino psicólogo, “ya que hay profesionales que no aguantan ni a sus hijos”, como le dije. Todos heos podido observar cómo un niño le coge algo a otro y sale corriendo diciendo: “No me pillas, casacarilla”. Hasta aquí, la realidad, que es bastante tozuda, se nos impone y no tenemos nada que objetar. El problema es cuando ese niño es de otra etnia o nacionalidad, y ya se interpreta como un robo. En ese momento se nos saltan o asaltan todas las alarmas y nuestras consideraciones dejan de ser objetivas sobre la fantasía de los niños y se convierten en realidades que son producto de las fantasías, cuanto menos, de los mayores.
En el relato, que si es apócrifo, es fantástico, y si es real, es muchísimo más fantástico, porque nos descubre las interpretaciones que mueven a los humanos a serlo (humanos), vemos cómo las fantasías de los mayores no son siempre superfluas, y nos pueden ayudar a construir la convivencia o a mantener las fronteras frontales de nuestra frente o mente. Al fin y al cabo, aunque parezaca repetirme, necesitamos ya, antes que tarde, que se atienda la psicomotricidad en las guarderías y Escuelas Infantiles Infantiles para que mañana podamos disfrutar de mejor salud mental, de lo que se beneficiarán hasta los políticos, que con sólo hacernos caso, se les quitarán importantes quebraderos de cabeza.
Gracias, M. Ángel, porque la verdad es que los prejuicios nos pueden matar la saludable fantasía.
Para mi la patria es el corazón de las personas que amo. Creo que los límites entre los pueblos son simples lineas imaginarias que ya no dividen nada.
Me gusta el lugar donde vivo porque está la gente que quiero.
Pero es un problema complejo y hay muchas formas de racismo. No solo es el color de la piel. Creo que hoy lo que divide es el “tener”. Son más y mejores quienes más tienen.Más dinero, más oportunidades, mejores condiciones de vida, etc…
Ya no son las fronteras lo que dividen los paices, sino los mundos en los que están clasificados, 1º, 2º, 3º mundo… Y esta clasificación se basa en las riquezas de los pueblos. O, paises pobres, paises ricos, o, paises desarrrollados o en vías de desarrrollo… Todas divisiones derivadas del poder adquisitivo…
Alguna vez ser será mejor que tener…
Y cada habitante de este pequeño planeta podrá elegir con libertad el lugar donde quiera vivir y morir…
Años atras fuimos con mi hermano, 4 amigos (uno de ellos negro), mi esposo, mi hija y yo a un paseo en bote. Dado que el bote limitaba el universo de personas a las 8 que estabamos en el, parecia muy facil identificar a cada uno. A Elias, como era de raza negra, mi hermano lo llamaba negro (que es una forma comun de referirse a otra persona en el rio de la plata). Despues de un rato me di cuenta de que lo que era evidente para siete en el bote no lo era para mi hija ya que luego de prestar mucha atencion a las distintas conversaciones que se llevaban a cabo en el bote me pregunto confundida: ¿Cúal es el negro? Me hizo pensar en lo artificial que es el colorama que llevamos grabado en nuestro subconciente. Y ya que hablamos de colorama, no es solo el color. Decidimos arbitrariamente, segun un patron que nos fue forzado en la infancia a travez de muñecas e historietas, cual nariz es linda, cual boca es linda, que ojos son lindos, etc. Aun con una persona de raza similar nos portamos igual de racistas al pensar que su nariz esto o sus ojos aquello. Desde el punto de vista del relacionamiento no hay diferencia entre menospreciar por su nariz o por su piel, o por que pesa mas que la mayoria, o porque tiene capacidades diferentes. No menospreciamos a alguien con capacidades artisticas solo porque no tiene capacidades matematicas, pero a un chico con sindrome, que tiene una alta capacidad emotiva, lo segregamos por no tener la capacidad intelectual que consideramos “normal”.
…soy nieta de inmigrantes alemanes, que huyeron para trabajar en paz…Encontraron una Argentina buena y generosa, se “acrioyaron” con sus habitantes, aprendieron su lengua, respetaron sus sìmbolos , se apropiaron de sus costumbres. A cambio le dieron 9 hijos a esta Patria, que trabajaron para devolver la prodigiosidad del recibimiento. Todos trabajadores y honestos, engrandecieron la tierra .Le brinadaron a su vez muchos nietos , todos profesionales, que brindaron desde el lugar que cada uno ocupa, lo mejor.
Esta es la primera parte, la segunda, por circunstancias de la vida, el trabajo empezò a escacear, y mis hijos, ya profesionales, tuvieron que partir al viejo mundo. Si bien no les fue tan mal, pero…….antes que un extranjero(tienen nacinalidad italiana`por el padre) tre viven en España, una en Italia, como decìa, frente a un extranjero excelentemente preparado, escogen al nativo, aunque sea de medio pelo..ESA ES LA DISCRIMINACIÒN DEL VIEJO, PRIMER MUNDO
Las migraciones de los humanos constituyen un fenómeno que ha encerrado siempre infinidad de historias de amor, desarraigo, dolor, esperanzas, desesperanzas, sueños, quimeras, añoranzas…
Son a mi juicio círculos de sangre que nunca terminan de cerrarse, “llamados de la sangre” que nos llevan a buscar nuestro origen ancestral…
Es cierto que la Argentina Aluvional acogió a hombres y mujeres de todas las razas, latitudes y longitudes del planeta…soy nieta de libaneses, mi esposo es nieto de españoles, y hoy mi hijo está en España, le toca ahora a él ser el extranjero. A veces hay cosas que duelen…pero también pienso en mis abuelos, y estoy segura que ellos pasaron por las mismas situaciones que hoy debe pasar mi hijo, o peor aún, porque hace 100 años no existían las comunicaciones que hoy tenemos…Deben haberse sentido discriminados también, eran los “gringos” o “los turcos”, no todo debe haber sido color de rosas para ellos…y bueno, uno va optando cada día de su vida y las sociedades no dejan espacios, cada quien debe trabajar muy duro para ganarse uno…
Sus palabras, maestro, una vez más me ponen a reflexionar (que a mi juego me han llamado)…¿Porqué le costará tanto a la especie humana aceptar al prójimo tal cual es?
¿Porqué nos resultará tan difícil ver a cada ser humano “por dentro”, por lo que en realidad es, por su cultura, sus valores, y no por su apariencia física o por los bienes materiales que posee…?
¿Siempre irá a costarnos lágrimas ganarnos un espacio en la sociedad?
Excelente artículo. Serúa bueno leer, para profundizar en él, el estupendo libro de Amin Maalouf “Identidades asesinas”. Gracias al autor y a los comentaristas por sus reflexiones.
Por cierto, me parece de un interés extraordinario el fenómeno de la inmigración en la escuela. Las isntituciones educativas tienen que integras a los inmigrantes en un proyecto compartido de toda la comunidad. Ni la asimilación, ni la guetización son buenas respuestas a la diversidad. Es preciso aprender interculturalidad.
Cuando llegan las situaciones reales es cuando podemos comprobar si somoso no racistas. Cuando una hija se enamora de un negro, cuando un negro nos pide trabajo… No es que pensar sea inútil. Pero es insuficiente. Profesor, gracias por ayudarnos a poner las cosas en tela de juicio.
Que tengo que hacer para participar en el foro?Que es el URI?
COMO PUEDO MADAR COMENTARIOS AL FORO?
Pingback: Receta para cocinar Espaguetis mare nostrum