Exigencia

10 Dic

En 1988, un antiguo alero de Chicago Zephyrs, Celtics y Lakers, entonces metido a entrenador y de nombre Don Nelson es fichado por Golden State Warriors para hacerse cargo del equipo. Anteriormente había entrenado en Milwaukee Bucks y la franquicia de la bahía de San Francisco no era ese candidato al anillo que ha sido estos años atrás, a veces, tocaba entrar en playoff, otras veces, no.

«Nellie» estuvo esa vez en el banquillo de Oakland hasta 1995 (tuvo otra aparición en 2006) y aquella estancia nos dejó el jugar con pequeños de manera extrema, aquellos equipos de Nelson tenían juntos en cancha a gente de mucho talento, como Chris Mullin, Mitch Richmond, Tim Hardaway o Sarunas Marciulonis, desplegó un juego rápido, eléctrico y a veces desordenado, con instantes de locura en la que el difunto Manute Bol lanzaba algún triple o balón lo subían Jim Petersen (un leñador guaperas que estaba a punto de retirarse) o el talentoso Chris Webber.

La anarquía llegó de la mano de Latrell Sprewell y el final de una forma de entender el baloncesto que el gran y recordado Andrés Montes traía tarareando el «That’s entertainment!» hollywoodiense, no fue un equipo que jugara finales ni que ganara un anillo, para eso hubo que esperar a Stephen Curry y compañía.

Con la llegada de Darío Brizuela al Unicaja, no sé si en algún momento llegó alguien a recordar Nelson y aquellos Warriors, pero lo cierto es que después de pregonar que el plantel de este año era tremendamente físico, hemos presenciado momentos en los que el hipotético base titular de este año, Josh Adams, con 1,88 compartir cancha con el donostiarra, Jaime Fernández y Alberto Díaz. Vale que era un final de partido, pero no sé si el camino táctico que tiene este equipo lo va a hacer virar hacia ese tipo de juego, porque de momento no había un patrón establecido de manera clara.

El partido del pasado sábado fue magnífico porque se terminó ganando, nuestro deporte tiene estas cosas, se gana un partido remontando, un partido duro y apretado y con los árbitros echando una mano emocionalmente (si el arbitraje es polémico no se le pita al equipo aún perdiendo de 14), favoreciendo que el equipo malagueño resucitara en la práctica.

Con la llegada a Málaga de uno de los jugadores nacionales más apetecibles, el Unicaja no sólo realiza otra gran gestión a nivel despachos (no conviene olvidar la realizada con el fichaje de Axel Toupane en pretemporada), sino que le da forma a un proyecto que si se solidifica convenientemente y se complementa con jugadores que mejoren la base de nacionales existentes, puede ser más que interesante en un futuro inmediato.

Según se desarrolle tanto la temporada como los resultados, se verá si el entrenador actual es el adecuado para comandar al equipo. En las reglas no escritas, los equipos que no están contentos con el rendimiento de su plantilla siempre tiran de las mismas soluciones: refuerzos entre los jugadores y cambiar al inquilino del banquillo. Algo Unicaja ya ha comenzado, la llegada de Brizuela conllevará que salga algún compañero de la línea exterior. El sábado, bajo una comunicado oficial de un esguince en el tobillo izquierdo, el ausente fue Melvin Ejim, uno de los señalados por mal juego, algo que también les ocurre tanto a Aleksa Avramovic o a Adam Waczynski, me he ceñido a la línea exterior, porque las dudas sobre el rendimiento del equipo se hace extensiva a todas las líneas.

Algo que ya se ha manifestado desde el último fichaje, y aparte de la unanimidad de lo conveniente del mismo y de la necesidad de otro tipo de jugador, creo que todos coincidimos en que el equipo necesita mucho trabajo, mayor claridad de ideas sobre el juego a desarrollar y puede que algún otro retoque en un grupo que no está rindiendo como se esperaba, y ahí incluyo también al entrenador

Así que la bienvenida mayor y más calurosa a Darío Brizuela, una versión marca blanca de Allen Iverson (pequeño, talentoso y agresivo en ataque), que mejorará todo y va a obligar a dar una mejor imagen al resto del equipo, con lo cual, su valor no sólo va a ser lo que aporte al grupo, sino lo que indirectamente va a suponer de exigencia al resto del grupo. Tiene casi cuatro años en Málaga, ojalá sean muchos más.

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