Crédito.

3 Dic

Muy a mi pesar tengo que centrarme en lo mal que le va a nuestro Unicaja. Está claro que muy a mi pesar, porque lo que estamos viendo es lamentable sin mejora, pero tener que volver sobre ello y escribir, roza el sadomasoquismo.
La semana pasada hablaba del estatus del club, del nivel de ambición que podía verse en varios estamentos y el lugar hacia dónde iba o ya ocupaba dentro del baloncesto continental, pero todo esto, no es ni más ni menos algo que vale siempre y cuando el plano deportivo funcione.
Que el equipo no funciona está claro. Me fastidia decirlo, pero la segunda etapa de Luis Casimiro Palomo en Málaga va a dejar demasiados sinsabores y tonos grises, en buena lógica, no sería extraño si no finalizara el contrato antes de tiempo. Desde siempre he tenido claro que lo mejor que le puede pasar al equipo es que el entrenador tenga éxito, ojalá la permanencia del inquilino del banquillo fuera una constante en este club, porque significaría que todo va bien, pero no creo que estemos hablando de este caso.
Salvo un par de charlas intrascendentes, no conozco a Luis Casimiro, pero el entrenador del Unicaja ha demostrado sobradamente en su larga carrera estar capacitado para entrenar este tipo de equipos, la forma de ser hacia el exterior, el trato que dispensa y la lealtad que muestra a la sociedad que le contrata ha quedado constatado con el paso del tiempo, no sólo hablo de la liga con Manresa, sino también con la clasificación de Gran Canaria para la Euroliga, menciono esto porque las miserias actuales y pasadas seguro que las tenemos todos presentes, y realmente pienso que su crédito está agotado y ya no tiene red alguna de seguridad.
Pienso desde la pretemporada que esta plantilla es mejor que la del año pasado, que si se consigue dar con el patrón de juego a seguir, el rendimiento sería el que se buscaba en su inicio, pero teniendo en cuenta lo que le llevamos visto esta temporada, tengo muy serias dudas sobre la posibilidad de sacar algo positivo.
No es la primera vez que se convive con una crisis, y la diligencia y la rapidez a la hora de atajarlas es algo que no está en el ADN de Los Guindos, salvo en la llegada de Sergio Scariolo -oportunidad única que dudo mucho se hubiera podido aprovechar de otra forma-, el resto de las veces, lo único que se sabe hacer aquí es esperar, a que esto, o se acabe o que se resuelva por sí solo.
Me gustaría pensar que haciendo como en Valencia, donde Ponsarnau ha salvado momentáneamente la situación, esto se arregla, pero tengo mis serias dudas, porque no he visto ni evolución con el paso del tiempo, ni adaptación de los jugadores nuevos, ni modificación en los planteamientos para encajar las piezas, lo que veo de parte de quienes tienen que arreglarlo es el desdén habitual por las críticas, minimizando el ruido que puedan producir las opiniones contrarias, y sobre todo, tal y como ocurre con el tema de los datos estadísticos, dejar bien claro que de esto fuera de según qué lugar, no se tiene ni la mínima idea.
Por boca del entrenador, aparte de esa nomenclatura nueva sobre “generadores” o “finalizadores”, hemos conocido que lo que se maneja son las estadísticas avanzadas, algo tan novedoso que casi es secreto para el aficionado de base, con lo cual, o aquí hablan los profesionales del baloncesto, o los demás no estamos capacitados para ello, lo malo que tiene este argumento es que para tomar decisiones dentro del club, en el Consejo de Administración, lo que hay son grandes profesionales del sector financiero, salvo en el caso de Paco Alonso, el cual añade también su demostrada valía deportiva. Con respecto al baloncesto, hay que llegar hasta el responsable de la Dirección Deportiva y Operaciones -Manolo Rubia- para que aparezca un profesional del tema, es como si me pidieran opinión en el hospital antes de operarme: prefiero que actúen los profesionales capacitados para ello.
La situación me parece realmente preocupante, no sólo por la figura del entrenador, sino porque también en la elección de jugadores nunca se ha tenido un criterio claro, las decisiones son tan opinables como a veces desconcertantes, y ante la situación del club, aparte de las soluciones habituales de cambiar a jugadores o al entrenador, requiere una reflexión mayor, por muy ajena al gran público que sea.

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