El hambre es un estado de ánimo

28 Abr
Vuelta a la competición para el Unicaja, tras el comentado parón de un 
par semanas, y acabar la participación de la Euroliga. El equipo 
comandado por Joan Plaza se mete en la vorágine que supone afrontar la 
recta final de esta temporada, además con una circunstancia que tiene 
que motivar, pero que a la vez presiona y consume: estar arriba en la 
pelea del liderato de la competición ACB. El final se irá viendo con 
el paso de las jornadas. El sábado, en un partido siempre especial 
ante los vecinos del Baloncesto Sevilla –aunque los últimos 
enfrentamientos no se habían parecido a los añejos Unicaja-Caja San 
Fernando/Cajasol–, la situación del equipo de la desaparecida caja de 
ahorros sevillana, adquirida por La Caixa en 2012, lo ponía en el 
plano de equipo en la parte baja de la tabla que cobra una 
peligrosidad manifiesta de la mano de la necesidad que impone tener 
que vencer en lo que queda. En esos momentos hay dos caminos a tomar: 
o la angustia atenaza a las personas y las paraliza o el hambre 
espolea las habilidades y los menos favorecidos se convierten en 
fieros competidores que, ante la visión del patíbulo, ganan casi todas 
las disputas.
Esta última situación fue la que se dio en el pabellón de San Pablo. 
La expectación generada recordaba los buenos tiempos y ahí quien falló 
fue el colectivo de nuestra ciudad. La sensación que saco del partido 
fue que para ganar. Primero hay que desearlo, y los jugadores de ese 
buen entrenador que sigue siendo Luis Casimiro Palomo así lo hicieron. 
Estuvimos esperando que apareciera nuestro equipo, pero no fue así. La 
prolongación en el tiempo de la pelea que tiene a Unicaja aguantando 
la primera posición durante tanto tiempo es algo que desgasta, sobre 
todo en una plantilla que dobla competición y que entre sus miembros 
tiene a jugadores de talento, pero no con la suficiente solidez para 
aguantar el vértigo lógico que produce estar con el máximo objetivo 
siempre
A la forma de llevar el equipo por parte del entrenador Plaza se le 
pueden poner peros, como a cualquier actuación, mas lo que no se puede 
negar es la creencia y la perseverancia en un modelo a seguir. El 
desarrollo del mismo a lo largo de la temporada, poniendo siempre un 
trabajo coral, solidario y honesto fue lo que se echó de menos en 
Sevilla. Los locales pusieron todo lo que tenían. Enfrente no hubo un 
nivel de intensidad adecuado, no se presentó la oposición necesaria y 
pareció que daba la respuesta habitual del estudiante malo: «si yo me 
pongo y lo hago…». Esto tuvo una traducción en unos minutos de juego 
que, especialmente en el tercer cuarto, fueron quizás los peores que 
les recuerdo al equipo. Aunque se cambió la cara para el último 
cuarto, apretando atrás y dejando a los sevillanos en sólo 9 puntos, 
la falta de concentración siguió siendo una constante y resultó el 
mayor lastre para conseguir la victoria.
Ante la mala cara ofrecida el sábado, sólo queda que los jugadores 
tengan un rato de introspección íntima, se reencuentren y que a la 
primera oportunidad den de inmediato la respuesta que se les espera y 
que no es ni más ni menos que la que llevan poniendo en escena durante 
toda la temporada. Cualquiera, con toda la razón del mundo, me puede 
decir que el último sitio donde te lo van a poner fácil va a ser en la 
casa del actual líder, que además lleva un año dulce con un título ya 
conseguido y otro en puertas por el que luchar. Pero si los chicos de 
Joan Plaza quieren poder pelear por estar todo lo arriba que se desea, 
hay que ir a ganar a Madrid con todos los sentidos activados, al igual 
que con Zaragoza, Obradoiro, Barcelona y Bilbao, rivales restantes 
durante el próximo mes, momento en el que este grupo tiene ante sí la 
posibilidad de cerrar la mejor Liga Regular posible.
Mucho y duro trabajo, sobre todo porque durante este tramo de 
competición estar entre los primeros faculta colocarse para el play 
off. A veces es algo secundario quedar tercero o cuarto, pero ahora, 
con la carga simbólica que tiene el primer puesto, es cuando aquí se 
espera que el equipo dé la cara. De entrada, porque se merece el 
premio de estar arriba cuando lleguen las eliminatorias; y también 
porque Plaza tiene razón cuando dice que este equipo puede aspirar a 
ganar la Liga, pero para ello ha de ofrecer lo que ha dado siempre. La 
última jornada ha de quedarse en una lección a aprender para no 
repetirla por parte de los que llevan haciéndolo bien en el global de 
la campaña.

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