Todo es opinable. Ahora que ha acabado la temporada 2011/2012, cualquiera puede decir su parecer sobre lo ocurrido en la cancha del Club Baloncesto Málaga. Al finalizar la 2010/2011, hablaba de la necesidad de reformas para la que venía. Cualquier cosa resultaría válida, sobre todo tras ver el desarrollo y desenlace de gran parte de este año. Pero no puede hablarse de lo mismo. Lo malo es que tras varios años mal, con una temporada pasada salvada de manera in extremis, este año ha sido mucho peor.
El principio de la Liga Endesa, la Euroliga y la clasificación para la Copa del Rey fueron situaciones que a todos congratularon. Nos felicitábamos de volver a la cita de febrero tras dos ausencias, pero, aunque teníamos claro de entrada que la plantilla distaba de aquéllas que eran importantes para pelear por todo, no se quiso ver el problema que se venía encima.
Desde el primer revés, no sé si por autocomplacencia o por inexperiencia a la hora de gestionar las dificultades, no se supo atacar en ningún momento la crisis. Comúnmente, en el plano deportivo, siempre termina saliendo el entrenador, puede que antes también caiga algún jugador, aquí ocurrió todo lo escrito con anterioridad en otros lares, pero cuando la situación llevaba tanto tiempo torcida que era casi imposible de enderezar.
El final de temporada, con la consecución de la novena plaza que mantiene la Licencia A de la Euroliga, al menos acalla los rumores que vienen desde donde se quiere conseguir la misma, pero no puede evitar el descontento que todo el mundo tiene con respecto a lo que hemos visto recientemente aquí. Una gestión de la crisis que se centró en pedir paciencia y esperar que los jugadores volvieran a rendir como al principio, se reveló totalmente desacertada. De ninguna manera los nervios fueron bien gestionados, y si en muchos momentos de agobio, la gente pierde el tino, otras veces se paralizan, y esto fue lo que hemos vivido.
No veo buenas noticias en la temporada acabada, pero lo cierto es que hay un mundo hasta empezar la próxima. Si se tienen presentes los errores cometidos, sobre todo para no repetirlos, y las ideas claras de que tipo de club se quiere tener, habrá mucho ganado.
El tipo de club a elegir siempre tendrá en común que el propietario garantiza una fortaleza que para sí quisieran en media Europa, pero hay que tener claro que modelo es el elegido: si se opta por un director general, mánager o una figura que esté entre el presidente y la parcela deportiva (vamos, lo que tendría que haber sido Berdi Pérez y ni se acercó), tener claro que el consejo de administración se limite a ocuparse de la parcela administrativa, representativa y de control del resto de parcelas de la sociedad. Ver que la parcela deportiva empiece en el director general para intervenir en primer equipo, filial y cantera. Que junto con el director deportivo gestione la figura del primer entrenador. Ver que éstos participen en la confección de la plantilla y que haya la suficiente sintonía con el director de cantera para que ésta tenga presencia y no testimonial en el primer equipo. Que el modelo de cantera sea algo real a desarrollar por un proyecto sólido y a medio/largo plazo con un procedimiento a seguir que se consensúe y se asuma por los entrenadores tanto del equipo ACB como por el LEB sin injerencias ni virajes extraños poco entendibles.
Resumiendo: teniendo las ideas claras. Sólo así podría explicarse claramente que el presupuesto que tenemos seguirá siendo un lujo aunque sea la mitad del que tenemos ahora (es una suposición, no tengo ni idea cuál es el actual ni cuál será el venidero). Sólo así podrá concretarse de forma clara los objetivos del club sin pecar de paternalista ni de iluso. Pese a que el primer intento salió fatal, quizás por poca claridad en lo que se pedía o lo que se podía ofrecer, sigo pensando en la figura de un director general profesional para poder controlar y gestionar el club y tener claras las parcelas para con el consejo de administración. También tengo claro que una plantilla con ocho jugadores de primer nivel y completarlo con jugadores de la casa es perfectamente viable.
A partir de aquí, cualquier idea es válida, con cambios, sin ellos, con críticas, porque no en vano son actuaciones que terminan trascendiendo al público, pero sobre todo, teniendo en claro que aquellos que hablamos y vamos a seguir haciéndolo durante mucho tiempo, sólo tenemos en la cabeza una cosa: no repetir lo vivido, porque esta situación pasada, venga de donde venga, ha hecho mucho daño, hace falta que no se olvide.