El ‘bobierno’ en martes 13

13 Mar
España necesita reformas urgentes y sólidas. El futuro no espera y está a la vuelta de la esquina

 

Si la calle clama, el ‘bobierno’ tiembla. Está asediado por los flancos: mayores, mujeres e independentistas. Una España politizada al extremo lo tiene en jaque

La sociedad civil, no ajena a las presiones partidistas de la oposición a coro con los sindicatos tradicionales, se toma la calle como foro de una protesta que le recuerda a los gobernantes, como ausentes, la imperiosa necesidad de cambios profundos en este país, aún llamado España. Siempre a la defensiva, siempre con retraso, las reformas van durmiendo en los cajones de las administraciones, sordas al grito que retumba por las calles. Ni las mareas de los jubilados ni la de las mujeres parecen hacer reaccionar a estos cenutrios que gobiernan con el susto en la cara. Se le suma el problema catalán, cerrado en falso por ahora, prolongando la agonía. Los pensionistas alcanza a 9,5 millones y las mujeres sobrepasan la mitad de la población total del país. Esos son muchos votos. De no tomar medidas urgentes, serias y de aplicación realista, estos gobernantes están jugando a la ruleta rusa. Perder las próximas elecciones sería el primer capítulo de una larga noche a la fría sombra del ostracismo. El reino está revuelto, los furtivos campan a sus anchas.

En Málaga, que tenemos a mano, la calle se inundó con 50.000 manifestantes en pro de la igualdad. La protesta cundió por todas las ciudades principales. Fijan en casi 6 millones de mujeres, las que siguieron la primera huelga femenina en España. Esta sociedad está harta de que el machismo se enseñoree en los tribunales con penas demasiado laxas. Que los violadores anden por ferias y callejones oscuros asaltando mujeres. Que un asesino, con el alias ‘El Chicle’, se jacte de que solo cumplirá 7 años a lo sumo. Que jóvenes mostrencos torturen a sus novias, aun adolescentes, física y psicológicamente. Que, en algunos casos, no debería haber ninguno, cobren menos por el mismo trabajo que desarrolla un hombre. Que la discriminación se evidencie en los meses de la maternidad. Y que, pese a ser mayoría en los estudios superiores, los cargos de dirección no estén ocupados significativamente en igualdad por ellas.

Se ha avanzado mucho, desde aquellas militantes por el voto femenino, en los albores del pasado siglo. En los años sesenta se dio el salto principal hacia la visibilidad de las mujeres en la sociedad posindustrial. Ahora, en el mundo acaba de arrancar esta nueva ola de reivindicación, que reclama todos los flecos aún por ajustar. Pero esto no debería ser una lucha de un sexo contra otro, como pregonan algunos sectores del feminismo ultra. De no avanzar juntos, el machismo activo o soterrado no acabará pronto. Un marco legal claro y realmente igualitario es la garantía. El Estado debe obligar a su cumplimiento. Esta movilización, mayores y mujeres, no es un tema ideológico, sino de sencilla justicia. ¿Hay que recordar al ‘bobierno’ que sin justicia real no hay libertad y viceversa?

A las prisas, y para evitar otro frente adverso, conceden a los empleados públicos un progresivo aumento salarial del 8,8% en tres años. Así como la promesa de más días libres y las laborables 35 horas semanales. Aunque el apremiante ministro Montoro, que lleva la Hacienda en el lóbulo frontal, subraya ‘siempre que la recuperación lo haga posible’. Tal medida es un guiño a los parlamentarios de la oposición con la vista enfocada en la aprobación de los presupuestos para 2019, año clave electoral. Reparten migajas, que el caladero de votantes está revuelto. Deprisa, ofrecen ayudas para alquilar o comprar viviendas, a los más jóvenes y a los mayores de 65. Conmovidos por la avalancha callejera de los ancianos y las mujeres, afirman que van a estudiar medidas, aunque no aclaran cuáles y cuánto dinero hay para eso. La hucha de las pensiones, ya se sabe, comienza a tener telarañas. El presente viste de oscuro, el futuro va desnudo.

Los otros escenarios en discusión son la reforma educativa, donde la oposición les deja con la mesa puesta. Y la espinosa cuestión de la prisión permanente revisable para ciertos delitos de escándalo, sin perspectiva de acuerdo. En la penumbra de la fragilidad del ‘bobierno’ se cierne la sombra burlona de los Ciudadanos, que van exultantes de votos catalanes y exhibiendo sondeos que catapultan a su líder como una especie de Macron a la española. En el tablero nacional, el líder gubernamental, soporta a sus excompañeros asediados por los tribunales y navega, como buen marino gallego, ganándole tiempo al tiempo a la borrasca.

Se avecinan las municipales. Las quinielas sobre la ciudad de Málaga van de vértigo. El PP, que gobierna en equilibrio sin red protectora, podría perder su joya municipal más preciada. O repetir tal cual, si Ciudadanos quisiera. Por Andalucía, parece que se repetirá el escenario que ha llevado a su presidenta a reafirmarse como la última socialdemócrata del PSOE. Esos matrimonios de conveniencia tienen la marca de la fragilidad. De confirmarse el ascenso de los Ciudadanos, pedirán gobernar en coalición, para degustar eso que se llama poder político. Ya es hora del contacto directo con los que votan. Es pronto para predecir con certeza. Lo que es evidente es que el reino está más revuelta que unos huevos con ajetes. El ‘bobierno’ va tranquilo y vestido a medida.

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