Lo peor de no tener gobierno, que ya es mala cosa de por sí, es que como mucho alcanzas el oficio de intérprete de equidistancias, tan cambiantes como inesperadas, de una política de pactos que parece estar siempre al borde del éxito o del fracaso, siempre dependiente de un tiempo que se acaba. Lo que está claro es que las expectativas creadas en esa mesa para tres se han enfriado, prácticamente, al terminar esa reunión.
De momento, la reunión ha servido para exhibir un juego sutil de equidistancias, tiempo de reflexión y continuación de diálogo. Las veinte propuestas de Podemos han puesto de manifiesto su falta de entendimiento, prácticamente total, con Ciudadanos y parcial pero con voluntad de diálogo y un talante de continuar el diálogo hasta el final por parte del PSOE, eso sí manteniendo su alianza con C’s. Las diferencias y las dificultades parecen insalvables en el modelo económico (62.000 millones de euros de gasto) y, naturalmente, en referéndum de autodeterminación en Cataluña. Eso ha llevado a Ciudadanos a romper la negociación y buscar la gran coalición con el PSOE y el PP. Por otro lado, la rueda de prensa de Pablo Iglesias de hoy ha mostrado la decepción ante la respuesta de la reunión de ayer y se plantea una consulta para su militancia sobre las dos opciones: o continuar con la negociación con el pacto Rivera-Sanchez o un pacto a la valenciana con los socialistas, Izquierda Unida-Unidad Popular y Compromís.
Si todo sigue así, se vislumbran más cerca unas nuevas elecciones que un pacto. La responsabilidad será de todos. Dificultades todas, algo de tiempo todavía. Veremos.