La Compañía alza la voz

23 Jul

Catequizaron al Nuevo Mundo y ahora le toca a España

El Personal comienza a darse cuenta. El 80% de los españoles no cree en el bipartidismo. La democracia en España va mal. La corrupción está minando sus bases

En situaciones inéditas y complejas es necesario pensar en serio en nuevas soluciones. Lo decían algunos soviéticos del aparato, cuando a Mijaíl Gorbachov se le ocurrió lo del glásnost (transparencia) y la perestroika (reconstrucción). Los votantes españoles muestran un cansancio endémico sobre el sistema. Ya no es suficiente ir a meter el voto en las urnas cada cuatro años, porque esa garantía no es eficaz ni asegura transparencia en la gestión, ni eficiencia en el manejo de los dineros públicos, que son muchos. La gente es proclive a lanzarse a la calle, sólo hay que pasearse por la sección internacional de la prensa mundial: Brasil, Turquía, Egipto, Argentina, Chile, Grecia, Portugal, Estados Unidos, etc. Los votantes se niegan a seguir siendo carne de cañón de los políticos al uso. Algo se mueve en la sociedad mundial. La democracia, como la hemos conocido, ya no es suficiente.
En esta especie de Tótum Revolútum mundial los eternos jesuitas no podían estar ausentes; ya han llegado, por primera vez, al trono Vaticano y eso no es suerte o casualidad. Allí, el primer Papa argentino y jesuita le ha metido mano al Banco y está reformando la legislación por delitos de pederastia. Aquí, las universidades jesuitas españolas (Unijes), se han puesto a pensar y acaban de producir y presentar un manifiesto titulado ‘Por la regeneración democrática de la vida pública en España’. La Compañía siempre ha estado pegada al suelo de las cosas terrenales. Parten de la desesperanza hacia la política, desbordada por la crisis y las penurias que soportan una gran parte de la población española. Observan un deterioro generalizado de la vida pública. Análisis vagos de la realidad, sin ideas creativas que aporten soluciones ciertas. Les parece que en medio de esta situación, peligra la libertad, que es responsabilidad principal de quienes ejercen la política. Aquel bien común, que propagó el Concilio Vaticano II, 1965.
La política está acorralada por la economía, eso que los economistas y los periodistas llamamos ‘los mercados’. Los Estados nacionales han perdido soberanía y la UE es una entidad manejada por criterios economicistas y financieros, que se lo digan a los 87.000 trabajadores de los astilleros españoles. Esto, sin obviar que la actividad económica es imprescindible para que las sociedades libres progresen, pero siempre y cuando su actividad tenga como norte a las personas y no sólo a las cuentas de resultados. La política actual española está lejos del horizonte de propiciar el bien común, afirman. ¿Qué proponen? 1) Separación real y efectiva de los poderes públicos. 2) La mayor transparencia. 3) Reequilibrar el excesivo peso de la partitocracia, y una reforma electoral. 4) La reordenación territorial del Estado, fuente ahora de tensiones y desacuerdos constantes. 5) Fortalecimiento y profesionalización de la administración pública. 6) Una entidad independiente que fiscalice a los poderes públicos. 7) Promover la equidad fiscal y evitar la economía sumergida, una de las fuentes de corruptelas varias. 8) Combatir el fraude fiscal y fijar con claridad la financiación de los partidos políticos. 9) Incrementar el celo, por parte de los medios de comunicación, por la veracidad de las informaciones en pro de garantizar un autocontrol y ejercicio de la libertad de expresión.
De lo que se trata en definitiva es contribuir, desde las instancias universitarias jesuíticas, a “la construcción de una sociedad más libre, más democrática, más próspera, más solidaria y fundamentalmente más justa”. Es la propuesta para promover la regeneración de la vida pública española, que está visiblemente deteriorada a los ojos de los ciudadanos, que a su vez deben adquirir un mayor compromiso con su sociedad, siempre que esos cauces se le abran debidamente.
Si esta declaración toma eco está por verse, pero no cabe duda de que estos jesuitas, que tanto predicamento han tenido en este país y en la América española, donde han sido punta de lanza de aquella teología de la liberación, acaban de llamar la atención sobre una problemática que todo habitante de este país conoce. Encontrar los cauces para que esta regeneración tome cuerpo y no sea un lavado de cara, ya se verá. Hemos llegado a un estado de sistema democrático ineficaz, un proceso de renovación a fondo, sin tener que ponerle nombre propio aún, será la condición indispensable para que avance y desarrolle una verdadera sociedad igualitaria, que respete y amplía todos los derechos y deberes que ya hemos conseguido.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *