El rey/jefe del Estado, tan ocurrente siempre, dice que lo suyo es cosa de tornillos. En Andalucía los dos partidos principales también los tienen flojos
En medio de la crisis de la crisis interna del PSOE, su jefe en Andalucía, José Antonio Griñán anuncia que no va a seguir al frente del cotarro político que lo aupó a la presidencia de Andalucía, sin haber ganado las elecciones, gracias a los voraces socios de IU. Está en su derecho, si se quiere jubilar en un país donde ningún político lo hace a motu proprio, dando ejemplo ahora de proponer sólo dos legislaturas seguidas, aunque él sea un veterano en cargos públicos desde hace 35 años, tal como su jefe mayor, Alfredo Pérez Rubalcaba.
En esta tierra del sur con una caja pública en quiebra técnica, se abre un panorama político aún más desestabilizador, que se suma a los parámetros más desalentadores. A los niños hay que darles de comer en los colegios públicos, porque en casa no hay pan. El desempleo es una materia crónica, que supera en 10 puntos porcentuales a la media de España y se mantiene con tozudez, como si la estadística tuviera vida propia. Las cifras de abandono escolar no caducan. El gobierno local le adeuda a las universidades andaluzas varios cientos de millones de euros, con las plazas congeladas, la raquítica investigación muere de mengua y la Academia sigue en silencio cómo bajan los niveles de la calidad tan cacareada, como insolvente. Los empleados que están en la extensa nómina de la Junta de Andalucía, acaban de cobrar la paga extra del verano con un 40 por ciento de reducción –un exceso–; quién sabe si la de Navidad vendrá o no hay que esperarla, como la del año pasado cercenada por el gobierno central. Los impagos obligan a cerrar el reconocido restaurante de la Escuela de Hostelería La Cónsula –donde pernoctó Ernest Hemingway–, un señero centro de formación de profesionales del turismo, principal sostén de la economía andaluza. Y así, suma y sigue en una catarata de ceguera institucional y pérdida del norte.
Al PP esta gracieta de Griñán lo ha cogido con el paso cambiado, por no decir con el culo al aire, como se acostumbra por aquí. Resulta que si, debido a esa extraña arquitectura de los cargos internos de los partidos y que, además, gobiernan puede ser –hay un alto grado de posibilidades– que tengan que convocar a elecciones anticipadas; es decir a casi tres años de legislatura que aún quedan, el voto nuevo se podría pedir el próximo año 2014. Eso, en tiempos políticos, es ya mismo. El PP, que ganó las elecciones, pero no pudo gobernar por no tener mayoría suficiente, ha venido descabezado de líder desde hace un año. Ahora, deprisa y corriendo, tiene que sacarse uno de la chistera, pero no es un chiste, es serio. El eterno candidato, Javier Arenas, que se quedó a las puertas de Sevilla, se ha ido a Madrid, donde encontró refugio seguro en las alturas del poder. El mejor colocado, Juan Ignacio Zoido, alcalde de Sevilla, ha dicho que con ser regidor de la capital de Andalucía, ya tiene suficiente. Quedan otros aspirantes, siempre los hay dispuestos a quebrar una lanza por ser candidato andaluz.
A IU le van bien las cosas en su papel de socio fuerte y reivindicativo a tope, que en medio de esta crisis inacabable saca beneficios y sube como la espuma en los sondeos de opinión tipo, ‘si las elecciones fueran mañana, votaría usted por…’ y muchos ciudadanos de este territorio rojo de izquierdas, como lo llaman algunos analistas, dicen que por IU. Los comunistas están de moda por aquí. Pero con la espantá de Griñán, se les tuerce el camino. Tendrían que volver al ruedo electoral y, aunque pueden mejorar incluso sus resultados de hace apenas un año, estaría por ver la confrontación entre la, seguramente nueva candidata del PSOE, Susana Díaz, un animal político de 39 años, que ha echado los dientes en su partido y en cargos electos y administrativos, sin experiencia directa en estas lides de ligas mayores y quien, finalmente, concurra por el PP, que podría ser otro joven de similares características, los peperos de Málaga quisieran que fuera Juanma Moreno, un chico con buena prensa, amable, correcto y con experiencia dentro y fuera de su partido. Siempre que hay unas elecciones, y más en medio de este mar embravecido que es España, se cierne la incógnita del voto cabreado, y eso no tiene color político, hay que recordar que al PP de Arenas se le escurrieron unos 400.000 votantes y por eso no ganó con mayoría.
Los tornillos andaluces están flojos, necesitan aceite, chirrían demasiado. Tal vez haya que cambiarlos por unos de titanio, ese metal espacial a prueba de ajustes financieros, y empezar a trabajar por salir de esta economía andaluza de andar por casa en el cómodo batín de ERE y otras pillerías a las que acostumbran a la sombra de los olivos.