Se encendió la alarma. La Junta de Andalucía destinará un fondo de emergencia para dar de comer a 100.000 niños en los comedores escolares
Seis de cada cien niños andaluces están en situación de extrema pobreza. Si no les dan de comer, al menos desayuno, almuerzo y merienda en los centros donde estudian, no comerían nada. Aquí no ha habido un tsunami, ni un terremoto, ni un atentado terrorista; ni esto es Etiopía. Los niños pasan hambre. Son miles, demasiados, si uno solo fuera ya sería excesivo. Si un solo niño se tiene que acostar en este país sin cenar, es una situación intolerable que España no puede admitir. Si hay dinero para que el sistema financiero siga comiendo, tiene que haber para que los niños coman todos los días.
A la Junta de Andalucía se le ha encendido la alarma. Va a destinar 100 millones de euros para paliar la grave crisis que se extiende y crece en esta sociedad inerme ante la escasez de trabajo. La Consejería de Educación territorial andaluza subvenciona a los comedores escolares para que unos 100.000 niños puedan comer a diario en esos centros sin costo para sus familias, que se encuentran en el límite de la pobreza crítica. La red de comedores atiende a 200.000 escolares, pero la mitad de ellos sólo tiene la garantía de poder alimentarse en esos centros y no en sus hogares. Dicha Consejería dedica 7,5 millones de euros cada mes a esa ayuda directa, los cálculos para este año son que tendrán que sumar un millón más al mes.
Hay colegios donde asisten al comedor 180 niños de los cuales 100 comen gracias a esas ayudas. Organizaciones como Cáritas en su más reciente informe anual o Unicef/España han levantado la voz de sobresalto. Tanto las organizaciones de padres de los centros públicos como de los concertados han advertido que si hay recortes en este tipo de ayudas directas, la situación se volvería delicadísima. Otras comunidades, como Cataluña y Canarias advierten de las mismas condiciones de extrema gravedad. La realidad de esta situación debe llamar a la reflexión más seria e inmediata.
Aunque la Junta de Andalucía intenta solventar el dar de comer a los niños de las familias que no tiene cómo pagar ese servicio, se estima, según sus propios cálculos, que el incremento no llegará a suplir las necesidades de los 100.000 niños que acuden a los comedores escolares a diario y que ahora cuentan con ese servicio. Lo que se espera desde las comunidades escolares (profesores y padres) es que se pueda cubrir y tomar en cuenta que esa contabilidad de excluidos sociales puede y, seguramente, seguirá aumentado.
Esta ayuda está englobada en una partida presupuestaria general contra la exclusión social, cuyo importe total es de 100 millones de euros. El 60 por ciento se destinará a apuntalar la ley de dependencia, en serios problemas para garantizar su aplicación. Calculan que alrededor de 5.000 personas no están siendo atendidas en sus domicilios por falta de personal, es decir porque no hay dinero para pagarles. Además, dicha atención se realiza a través de los servicios sociales de los Ayuntamientos, con lo cual se requiere una complicada negociación administrativa que retrasa todo el proceso.
Las medidas para mitigar esta gravísima situación son paños calientes. Ya que si por una parte las ayudas son menores en este momento y muchos niños han dejado de asistir a los comedores (entre un 25 y 30%) por no poder pagar las cuotas, el incremento de la subvención no va a alcanzar al total de escolares que no podrán pagar sus comidas, y el panorama general es que la crisis seguirá incrementado la población andaluza en riesgo de exclusión social grave o absoluta.
Soluciones más profundas y reales se imponen. La de crear puestos de trabajo es, obviamente, la primera. La raíz del problema es ese y es donde hay que atacar. Sería conveniente que los responsables políticos y empresariales tuvieran ideas prácticas en tal sentido. Un convenio por el empleo con todas las empresas andaluzas, privadas y públicas, grandes, medianas y pequeñas, por ejemplo. Un plan de inserción laboral rápida para los jóvenes. Nuevos nichos laborales a nivel de salarios mínimos. Bajarnos de ese 35% de paro a como dé lugar. Póngase a pensar en esas soluciones. No hay que ir a Harvard para dar con propuestas imaginativas y rápidas. Mientras tanto, busquen el dinero debajo de las piedras, pero garanticen que ni un solo niño andaluz se quede sin comer cada día. Ese dinero será el mejor empleado mientras encuentran las verdaderas soluciones a esta macabra realidad donde nos han metido ustedes y los otros.