Heredar el puesto de trabajo en LIMASA es tan usual, que nadie quiere perder ese privilegio. La empresa no cede. Se espera un milagro de El Cautivo o del alcalde
Lo sabíamos y lo hemos escrito aquí, que una demostración, a través de la huelga, era la peor salida. Una Semana Santa sepultada en basura no es precisamente la imagen ideal para la capital del turismo del sur de España. En la memoria ciudadana está aún la salvaje huelga de los empleados de Limasa en 2002. La costumbre se ha vuelto norma. Estos trabajadores, verdaderos privilegiados, que dejan en herencia su puesto a un familiar, estos aristócratas de la basura, dicen que van a reventar la Semana Santa malagueña con un huelga.
Esta verdadera selva negra laboral que los ‘reyes’ de LIMASA han perpetrado es impenetrable. Ellos se niegan a aclararla, pese a que el Ayuntamiento de Málaga, votara por unanimidad en su pleno, que había que eliminar esa cláusula discriminatoria para todo aspirante a trabajar en esta empresa mixta (pública 49 y privada 51% -FCC, Urbaser y Sando-) a menos de ser pariente de uno de los que deja el puesto por baja o jubilación. Un exabrupto contractual.
Cada vez que concluye el convenio laboral, los contenedores de la ciudad tiemblan. Hoy, de cara a la Semana Santa, se arrodillan en plegaria para invocar el milagro de que la huelga se desconvoque. ¿Ocurrirá? Málaga secuestrada por los basureros. Una verdadera mafia sindical ingobernable. La empresa mixta propone una rebaja salarial del 7% para el convenio anual 2013-2014, reduciría el coste de la nómina en un 10% ¿Habrá que recordarles que son los mejores pagados de la capital? Unas cifras, tan solo para recordarles que lo son.
EMT (empresa municipal) sin paga extra de Navidad 2012 y rebaja autoimpuesta por los empleados, en total 11% de reducción. SMASSA (empresa mixta) sin paga navideña y rebaja salarial, total 11%. Empleados municipales, sin paga de Navidad, recorte de pluses, para totalizar un 14% de rebajas totales. Esto sin contar al resto de empleados públicos, maestros, profesores de secundaria y universidades, personal sanitario de todos los niveles, cuyos recortes de sueldos han sido y son significativos, incluyendo más horas de trabajo por menos salario. Y estos trabajadores privilegiados, que hace un trabajo duro y sucio, sin duda, ¿de qué se quejan? No viven en otro planeta, sino en esta dura España que nos ha tocado la tragedia de la crisis, cuya culpa no es de ningún empleado, pero a la que hay que hacer frente, protestando, sin duda, pero admitiendo la parte de responsabilidad que nos toca. No he escuchado a ningún profesor universitario llamando a la huelga en las aulas y, créanlo, estamos pasando por un trayecto amargo.
Esto comenzó a fraguarse en el mismo instante que el Consistorio malagueño decidió fijar un presupuesto para LIMASA en 6 millones de euros menos del total de 90 anuales, que daban a las empresas concesionarias. Ya es dinero de las arcas públicas municipales, esos 84 millones, para obtener resultados menos que aceptables en una ciudad, que a simple vista parece y está sucia. Esta es una empresa ineficiente, cuyos mecanismo diarios de control, si es que existen, son inoperantes. No sustituir contenedores destruidos, no encargarse de una campaña ciudadana para adquirir conciencia que es menos caro no ensuciar que tener que limpiar. Fracasar en la operación de los contenedores soterrados en el Centro. La escasa o nula conciencia profesional de los trabajadores, que dejan en el suelo las bolsas que no están en los contenedores. En fin, una empresa privada que funciona muy mal y un control público sobre ella nulo o inexistente. ¿Por qué no lo hace con mayor celo la concejalía de Medio Ambiente? ¿Por qué no plantear la posibilidad cierta de municipalizar este servicio? Salvando los detalles, la EMT, es ejemplo de una empresa municipal eficiente y puesta al día cada año. El servicio de transporte urbano –polémica del Metro aparte– es tan importante como el de la limpieza de la ciudad.
Si El Cautivo no lo remedia o el alcalde, en su burbuja amorosa, los aristócratas de la basura malagueña se quedarán en casa mirando cómo la montaña de basura crece al paso de los tronos, cuyo olor a incienso y cera será opacado por la pestilencia de la suciedad en la Semana Santa malagueña.