Espías con método

19 Feb

Los espías privados españoles han rescatado el género negro

Sin saberlo estamos viviendo en una película de espías. La nueva ‘Misión Imposible: Método 3’ se acaba de estrenar en España. La taquilla promete

Los fontaneros de la democracia no son, como creíamos, los especialistas en escenarios de crisis o los expertos en comunicación transversal, sino los espías de toda la vida. Una especie que la caída del muro de Berlín y de la URSS había condenado al ostracismo. Los espías ya sólo estaban en el cine, como personajes de una ficción que tuvo su espacio de realidad durante la II guerra mundial y los escenarios adyacentes de la posterior e inmediata Fría. Pero en esta España de la democracia a todo trapo han resucitado en esa versión privada, que tanta gloria dio a los escritores estadounidenses de la novela negra y al cine correspondiente.
Son los ‘private eyes’ de ‘Método 3’, unos profesionales de la cámara oculta y del micrófono camuflado de florero o de lámpara. Detectives eficientes, levantadores de dossier secretos, comprometedores y vendibles al mejor postor. También por encargo explícito y pagado. Una maraña de espionaje a políticos, empresarios y jefes de todo tipo. Un todos contra todos, con las conexiones directas a los manejos dolosos y a la corrupción directamente. Sus archivos valen oro en este país plagado de escándalos que acaparan titulares, desde los yernos reales hasta el más recóndito alcalde de pueblo. El conglomerado del espionaje a gran escala, la madre de todos los espías tiene el nombre en clave de Pitiusa.
‘Método 3’, ahora bajo la lupa de sus colegas policiales, urdió dos o tres centenas de informes con “contenidos sensibles”, según fuentes directas de la investigación y que ha desvelado Europa Press (EP). Allí están varios partidos políticos, especialmente PP, PSC y CiU, además de personajes judiciales y del mundo deportivo en general, especialmente el del fútbol. Estiman los sabuesos que puede haber más de 20.000 fichas informativas de las escuchas seguidas por los agentes secretos de ‘Método 3’. Un trabajo arduo, metódico, disciplinado y muy profesional, según los especialistas en estas tareas de espiar a personajes públicos o privados.
No se les escapaba nada, incluso aspectos personales de los personajes a vigilar. Una cita con una chica o chico poco legal; una conversación al azar en una cafetería; un viaje inesperado al extranjero; una llamada, una amistad sospechosa o una visita a un despacho de abogados. Cualquier paso en falso, era registrado por si podía ser ofrecido como prueba a alguna organización o particular. El negocio del espionaje, como todo, se había puesto difícil y tenían que abrir el mercado. Si no piden contratos, ofrecerlos. En todo caso, al parecer, encargos y ofertas fabricadas por ‘Método 3’ se unían para incrementar la facturación. La agencia es una empresa y la cuenta anual de resultados tiene que ser positiva. El cerebro del caso Pitiusa, Matías Bevilacqua, les cayó del cielo.
Según ha publicado EP, la agencia ‘Método 3’ inició sus servicios en 1985, es decir que 27 años de espionaje les avalan. Sus sedes principales, están en Barcelona y Madrid, su fundadora y jefa es Marita Fernández Lado, en la mejor tradición de los servicios secretos británicos de la literatura de Ian Fleming y su saga cinematográfica, donde el agente estelar 007, Bond, James Bond, responde ante la impecable señora M. Trasunto del jefe de los servicios de inteligencia ingleses MI6. Desde el 12 de noviembre de 2012 ‘Método 3’ está disuelta como empresa, trámite que realizó su fundadora, según consta en el Registro de Barcelona con fecha 23 de ese mismo mes. No es descartable que esa disolución empresarial, sin que haya visos de quiebra, sino todo lo contrario, se deba a su presunta vinculación con el caso Pitiusa, considerado como la trama de corrupción más compleja y extendida de Europa.
¡Cuidado! No está demás hacer una inspección en casa y en la oficina particular no vaya a ser que estemos fichados como susceptibles de algo por ‘Método 3’. Mire en los floreros, lámparas, detrás de los cuadros, debajo de la mesa, dentro del teléfono. Aunque no seamos objeto de sus secretas miradas, hay profesiones que se prestan a la curiosidad, los periodistas somos una de ellas. En estos tiempos todos somos sospechosos habituales, como dijo el jefe de la policía, el capitán Renault, en Casablanca.

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