Desde que se hizo senador, y aun antes, le vienen dando caza. Es perseguido por la jauría política de dentro y de fuera. Roma y una asesora son sus nuevos hitos
Paco se le llama en lo coloquial de los círculos más íntimos e incluso él mismo se presenta con el familiar, ‘hola, soy Paco’. En la vida pública y cotidiana es Francisco de la Torre Prados, o sencilla y directamente el alcalde de Málaga. Es el blanco preferido de la oposición, que desde los días de la portavoz socialista Marisa Bustinduy y su segundo, Enrique Salvo le acusaron de estar beneficiándose de la recalificación de unos solares de su madre, cuestión que fue a los tribunales y los demandantes perdieron. Ahora, un billete de avión Málaga-Roma-Málaga y dos noches en hotel de lujo, le ponen en la picota. Hoy, otros socialistas, piden su cabeza.
No hay nada que haga cabrear más a Paco que se dude de su honestidad. No le gusta en absoluto que le echen en cara ‘falta de transparencia’ o que su ‘honradez a toda prueba’ se ponga en duda ni un minuto. Contra eso se defiende espada en mano, y si tiene que arrojar el guante a la cara del oponente lo hace a duelo a muerte. En eso está por estos días, cuando se apresta a cumplir los setenta años. Mientras nada por las mañanas, piscina va y viene, recuerda las cuarenta y ocho horas en Roma, sobre todo en la ceremonia oficial en la plaza de san Pedro del Vaticano, sentado en la fila oficial al lado de su esposa, Rosa Francia. Ahí está el fragmento que reclama la oposición, como si les fuera la vida en ello.
Parece que el detalle es baladí, pues la representación oficial de Málaga en la ceremonia vaticana de canonización de malagueños era con pareja. Que el erario público municipal haya pagado el viaje a la esposa de Paco es usual en este país de prebendas innecesarias. No lo es la debida transparencia de los gastos oficiales, que tanto expande el propio Paco, ya que se tardó 19 meses en contestar la reclamación opositora. Pero, ¿es este el problema nuclear de Málaga?
Paco viene mirando el horizonte de la ciudad desde su atalaya del Parque con asuntos mucho más difíciles. Le paralizan el Metro. Las alcantarillas no tragan. En Limasa están por tirar la escoba a los contenedores. Los empleados municipales están de uñas. Los policías parecen los malos de la película. Los bomberos tienen las mangueras secas. El presupuesto municipal es el más esquelético de la historia reciente. La atención social está de capa caída. El empleo se desmorona cada día. Tiene que arañar impuestos a punta de parquímetro. El comercio y la hostelería siguen en horas bajísimas. La principal ruta de navíos de recreo ha quitado al Puerto de su parada habitual. El comercio de oro del muelle Uno, que se prometía un dulce bombón, reclama un revulsivo que anime al personal. Se le acusa también de facilitar el nepotismo con la contratación de la hija de uno de sus más íntimos asesores. No son buenos días para viajar.
Por si lo del beato viajecito fuera poco, aparece, desde sus propias filas, el avance de la juventud, justo en este mes que Paco cumple su séptima década, 12 años de los cuales como alcalde. Lo de su nueva candidatura, a dos años y medio de las elecciones municipales de mayo de 2015, es un acto de fe de los juveniles dirigentes del PP malagueño. ‘Tenemos al mejor candidato’, que cumplirá para esas fechas, 73 años, la edad propia para ser un senador maduro, que, como los antiguos griegos y romanos, guiaban la política grande de sus Estados. Así, que nada está definitivamente dicho, y como el periodismo no juega en la liga de las adivinaciones, habrá que esperar. Pero las corrientes subterráneas de los jóvenes populares corren indetenibles hacia el control total de los cargos electos.
Mientras tanto Paco, en su sillón consistorial, dice y repite que no acepta clases de honestidad. Porque él está acostumbrado a darlas. ‘Soy íntegro, procuro actuar siempre con integridad’, ha dejado dicho en la sala de Plenos la semana pasada para que conste en acta. Paco, que hace gala ante sus subalternos más directo de un carácter espartano, que no le gusta gastar en almuerzos y que lo más ácido que bebe es una menta-poleo, aunque en alguna feria haya bailado el aserejé en la caseta municipal de la tercera edad, se ve ante la afrenta de que duden de su honestidad. Ya ni todos los caminos conducen a la ciudad eterna ni Roma paga a traidores.