La Comisión parlamentaria andaluza cierra en falso el caso de los ERE, tras cinco meses de titulares. Los reptiles descansan en paz. Dos partidos se entienden
La película ERE no ha tenido un final cerrado, ni feliz; sino un tímido arreglo entre políticos. La comisión de investigación tan solo investigó lo indispensable, para no tocar la herida abierta en el PSOE andaluz más allá de la gangrena. Sólo señalan a dos responsables: el ex director general de Trabajo, Javier Guerrero, firmante de la mayoría de las ‘ayudas’ irregulares; y al ex interventor general de la Junta, Manuel Gómez, que fue quien levantó la liebre. Asombroso, de ahí para arriba quedan todos ‘salvados por la campana’ del PSOE y del mismo PP. IU, que pidió sancionar, al menos, a los ex consejeros de Empleo, Antonio Fernández y José Antonio Viera, quedó en solitario ante el bipartidismo imperante en la citada comisión. Falta el visto bueno parlamentario, que se hará esta semana.
No habitual que se reúnan comisiones de este tipo en el Parlamento andaluz. Desde hace 17 años no se reunía una, pero para lo que sirven, puede ser mejor que no se convoquen. Eso de ‘caiga quien caiga’ no gusta a estos políticos de coche y sillón oficial. Es paradójico que el socio del gobierno en la Junta, IU que ha posibilitado la gobernabilidad del PSOE aun habiendo perdido las elecciones, sea el que haya salido con la comisión en la cabeza. ¿Tendrá esto una consecuencia en ese pacto de gobierno?, se preguntan ciertos periodistas avezados en las lides de la maraña política andaluza. No caerá esa breva, IU se frota aún los ojos con el poder, el aliento adquirido en la casa de gobierno de Sevilla.
El PSOE, que anda enredado en su redefinición ideológica, eran marxistas, dejaron de serlo; transitaron por la socialdemocracia, volvieron a la extrema izquierda a la española, con Zapatero a la cabeza y ahora los patriarcas dicen que hay que refundarlo, le hubiera convenido y mucho aprovechar los ERE para limpiar su imagen de marca, que está bastante deteriorada. El marketing político español necesita de una dosis fuerte de credibilidad y el territorio comanche de la corrupción, donde los reptiles campan a sus anchas, es el más indicado para iniciar esa limpia. En esta ocasión, de nuevo, han desperdiciado la oportunidad de llegar al fondo del asunto, pero eso hubiera significado que cayeran algunos jerarcas de las altas instancias, que han gobernado aquí por tres décadas. El sillón se les pega al culo y forma parte de su anatomía.
Esta España convulsa, plagada de ansias, de deudas y de frustraciones juveniles, necesita una corte dirigente honrada hasta en los pequeños detalles. Un país, donde hasta en la Casa Real se cuelan delincuentes de cuello almidonado, no parece seguro para nadie, y el ejemplo cunde. Aquí, hasta al incorruptible alcalde se le va la pinza. El amiguismo, el compadreo, la militancia ágrafa tiene el camino franco para el puesto seguro, donde los apaños están en la agenda diaria. Se quejan de que la gente de a pie desconfíe de los políticos, ¿qué quieren que digan en las encuestas?
No castigar la corrupción comprobada con rigor y mano dura pone en serio peligro el sistema democrático, que está secuestrado por esta casta de impresentables políticos. Los que participan y callan merecen el mismo calificativo. Perpetuar esta fallida democracia con decisiones como las de esta comisión parlamentaria andaluza, empujan por Despeñaperros a todos los ciudadanos. Su responsabilidad no sólo es alta, sino imposible de esquivar. Si se roban dineros públicos y, tras la investigación, no se encuentran culpables políticos directos están cavando su propia tumba. Si el sistema no es capaz de regenerarse desde dentro, acabará sucumbiendo. El peligro está en que estos no son tiempos para equivocarse. Es duro tomar esas decisiones, pero no hacerlo es abrir la puerta a otras opciones radicales y, desde luego, tenebrosas por las que ya hemos pasado. Hay que recordar al presidente Richard Nixon diciendo adiós a la Casa Blanca. Esa democracia se recuperó del golpe y su partido volvió a ganar elecciones. Si el PSOE quiere continuar siendo una referencia indispensable en el mapa político español, tiene que mirarse en ese espejo. Los ERE, el caso de corrupción política más grande de España, sigue su curso judicial.
Estimado Profesor Perez. El desenlace de este ultimo episodio no podia ser otro que este. Son muchos años haciendo lo que quieren, con total impunidad y mientras el pueblo les sigan votando para que cambiar. Que vivan nuestros señores feudales.