Es una buena forma de vivir, no demasiado cómoda, pero se va tirando. Un emplazamiento con vista al mar y bajo las estrellas no tiene precio
Nos iban a desalojar de Los Baños del Carmen en cuestión de semanas, esa noche cogimos las guitarras y cantamos a la luz de la luna. Estábamos felices porque sabíamos que sacarnos de aquí no iba a ser tan fácil, ni va a ser tan rápido. Tenemos nuestros derechos. Sabemos que estos terrenos no son propiedad pública. A los pocos días las propias autoridades han ratificado lo que pensamos: “(….) echar a los okupas es un problema complejo, la policía no puede entrar por las buenas”, lo ha declarado a la prensa, Jorge Hernández Mollar, subdelegado del Gobierno central en Málaga. Así, que aquí seguimos instalados con los compis, de puta madre, y vienen más, porque bajo los eucaliptos se vive mejor, es gratis.
Llevamos dos años largos aquí y cada día estamos mejor instalados. Hasta nuestros perros están más saludables. La brisa del mar lo cura todo. Dicen que es un campamento ilegal, depende del punto de vista. Para nosotros no lo es. Es nuestra nueva casa, la única que tenemos por la solidaridad que aquí encuentran otros desahuciados sin casa, sin empleo, sin destino fijo. Estamos sobre una propiedad privada y los ‘polis’ no pueden venir aquí sin más a echarnos, porque esto no es de ellos, y si los propietarios no han dicho nada, nosotros a lo nuestro. Ser okupa es un destino.
El caso de los Baños del Carmen, que en esta columna hemos tratado desde todos los ángulos posibles, se enquista una vez más, mientras el aspecto ruinoso sigue su curso. El que no avanza es el administrativo. El asunto se extravía entre los vericuetos de la legalidad vigente, que permite una invasión de medio centenar, por ahora, de ocupantes que vienen haciendo la convivencia con los vecinos del sector poco menos que insostenible. Ha habido navajazos, persecución a los vecinos y contaminación acústica y de otro tipo más mal oliente. El anuncio, hecho hace pocas semanas, de que se procedería al desalojo de los okupas, se diluye ante el marco legal que las autoridades temen infringir.
El principal portavoz del Gobierno central en la ciudad reconoce que ‘trabaja en el tema’, el cual lleva unos treinta años dando bandazos sin que se pueda llegar a un acuerdo con los concesionarios del sitio; una empresa que regentaba un camping, ya en desuso y un bar, aún abierto, pero que se cae a pedazos. Sin contar con el mítico constructor de barcos de ribera, el astillero Nereo, que impide la conexión entre los dos paseos marítimos. En tres décadas, no se ha podido llegar a resolver la cuestión. Mientras, los okupas avizoraron el terreno baldío para instalar sus carpas solidarias. A los ya citados problemas jurídicos se suma ahora la imposibilidad del desalojo. La eficacia de la administración es sorprendente. La rapidez no es su lema. En este caso se ha colocado la soga al cuello ante tanta desidia. Se suceden los gobiernos y los Baños del Carmen siguen ahí, como un monumento silente a la incompetencia. Acumulando problemas sin resolver, pasando el tiempo, instalado en la molicie, como los okupas.
La Junta de Andalucía, ha venido mirando para el cielo con la argumentación de que el tema le corresponde, principalmente a Costas, lo cual la aparta del problema. El Ayuntamiento de Málaga, mientras tanto, soporta las protestas vecinales, que se quejan de tener que aguantar a unos vecinos tan mal encarados como esos okupas, que siguen acampados sine die. En todos esos años largos, el deterioro del lugar crece y se hace insoportable en una ciudad incapaz de rescatar lo que fue un enclave único de la capital de esta Costa del Sol venida a menos.
En una sociedad tan democratizada como la española, hasta los okupas tienen derechos. Si se quiere de verdad adecentar la zona y rescatarla, al menos temporalmente, hasta que las administraciones den su veredicto legal definitivo –pueden pasar otros treinta años–, ¿se podría llegar a un acuerdo con esas personas para que acampen en otro lugar, eso sí soleado, apacible, resguardado de los vientos y algo alejado de vecinos protestones? Sería una fórmula para poder iniciar los trabajos que el Consistorio malagueño ha declarado estar dispuesto a realizar en los Baños del Carmen.
El nacimiento del movimiento Okupa en los Baños del Carmen tiene una causa legitima: evitar remodelación-destrucción que se había programado por el ayuntamiento, que incluía entre otras, la tala masiva de viejos eucaliptos, la destrucción de los muros (que es lo que separa acusticamente el entorno, etc… En definitiva la autoridades públicas pretendían la Standarización del espacio con la pérdida del sabor único que tenía.
Ahora bien, ya han pasado dos años desde las primeras reuniones y asambleas para defender el espacio. Y el espacio hoy ya ha dicho basta…y empieza a autodestruirse. Con este tipo de gente, por no decir gentuza, se esta autodevaluando un espacio de todos los malagueños. Se esta llenando de basura, residuos organico, por no decir mierda, etc… ¿Se convertira en un guetto punky? ¿Cúales son sus motivos? Estos Okupas deberían hacer autocrítica, en vez de autocolocación en el sentido psicotrópico, y aprender un poco del movimiento Okupa de verdad. Lo primero, si quieren ganar legitimidad es:
-Limpiar y restaurar la zona
-Realizar actividades lúdico-críticas
-Incorporar la convivencia con los vecinos
Estos, por ahora,solo dan ejemplo de suciedad.