El optimismo es una cualidad a toda prueba que algunos, metidos en faena política, exhiben sin pudor. El delegado de cultura municipal es uno de ellos
Durante los casi tres años que esta Delegación de Cultura lleva con la responsabilidad principal de impulsar la aspiración malagueña a ser capital cultural de Europa en 2016, no ha sabido transmitir claramente sus avances, si es que los ha habido. Han dicho tener una Oficina de la Capitalidad, estar elaborando un programa desde una reunión de sabios, han creado una página Web poco frecuentada, han recogido firmas de adhesión y han fichado a un estelar galo. Pero lo fundamental no lo ha conseguido: convertir la candidatura en un proyecto de toda la ciudad.
Ante tanta displicencia la máxima autoridad municipal ha tomado la decisión, final y posiblemente tardía, de crear la ‘Fundación Málaga Ciudad Cultural’, con una estructura paralela e independiente de dicha Delegación, a fin de que se consiga aglutinar a las fuerzas sociales y políticas de Málaga en torno al proyecto. ¿Por qué la Delegación responsable no lo hizo antes? Ahora quedan escasos cinco meses para aprobar el primer corte. Esperamos que así sea.
Al frente de la nueva Fundación, los socios participantes han elegido a Juan López Cohard, un empresario culto, que ya es raro, pero que garantiza un consenso difícil de alcanzar ante la escasa capacidad negociadora exhibida por el optimista. El alcalde ha colocado como gerente a su mejor hombre, Javier Ferrer, que es su jefe de gabinete y un organizador pausado y seguro. Ambos no lo tienen fácil. La faena no está completada, ni el toro ha sido amansado. Algunos de los socios de la Fundación no ven como propia tal tarea y están ahí porque no les queda más opción.
Los nuevos responsables no han visto con buenos ojos que el optimista salga ahora a reivindicar, en una entrevista otorgada a deshoras y publicada el pasado sábado en este diario, una labor que hizo a medias. Sabemos, además, de buenas fuentes contrastadas, que el asesor transpirenáico no parece imprescindible para la nueva etapa que inaugura la Fundación. Todo parece indicar que tienen que partir prácticamente de cero con el tiempo soplando en su contra. Es de esperar que la política de paños calientes anterior será sustituida por una acción seria, rápida y bien comunicada.
La gran falla de comunicación del proyecto, si es que existe, ha sido reconocida por el propio, hasta ahora, responsable de la candidatura. Pero claro si no tenía nada que informar, es lógico que el silencio haya imperado en relación a este tema. Nadie compra una idea que no conoce.
Nuestra ciudad compite con otras dieciséis capitales españolas. Andalucía es la única Comunidad que presenta a dos: Córdoba y Málaga. La oficialidad socialista se ha decantado por la capital califal. Lo tenemos difícil, aunque las esperanzas están en pie. Tenemos material para aprobar la preselección. No sólo museos nuevos, rehabilitados o antiguos. Tenemos historia milenaria. También estamos en el mapa del mundo actual. Buenas puertas de entrada y salida que nos comunican con el continente y el mundo. Marca de fábrica turística, adolecemos de muchos detalles, pero aún nos falta el entusiasmo, el que los malagueños todos se crean que esto puede ser cierto y no una verdad llena de falso optimismo, pero que nunca sucederá.
Y lo peor de todo es que cuando estaba Diego Maldonado al frente de la Concejalía de Cultura, se llevaba mucho avanzado, pero llegó el optimista, al que yo llamaría Konan el destructor, y se cargó todo lo que se había hecho -parecer ser que quería darle una nueva visión- que ha resultado borrosa y de 20 dioptrías.