Malditos sondeos: El pacto

21 May
En Málaga sobrevuela el ‘cambio’ político, ya sea el que continúe o el nuevo. De estas elecciones saldrá un gobierno municipal tricolor.

 

La Ola socialista española aúpa a las europeas. De mantener ese aliento de levante en las municipales los cambios de alcaldes pueden ser un tsunami

Carlos Pérez Ariza

La demoscopia es una herramienta de análisis sociológico, que puso de moda la publicidad americana en los años cincuenta. El boom económico, donde todo se podía comprar, a plazos incluso, hizo indispensable saber qué preferían los ciudadanos, convertidos en cotidianos consumidores compulsivos; también dónde estaban y cómo vivían. Las encuestas comenzaron a ser la guía. Hoy, con la segmentación del mercado y el seguimiento que dan las nuevas tecnologías, la predicción electoral –qué votará el votante–, es un mapa de situación indispensable para los candidatos. No obstante, el encuestado puede mentir y los indecisos inclinar las urnas en último momento. El sondeo se aproxima, pero es solo eso: un croquis de ruta, que puede errar el diagnóstico. Marca tendencias, aunque no definiciones precisas. Lo único seguro es que tras la noche electoral, con los datos finales en las pantallas, comenzará el desfile de los pactos.

Pactar, aliarse es la única forma de gobernar que marca la nueva España política. Como si la multiplicación de partidos fuera mejor que el bipartidismo reinante hasta ahora. Los dos que han gobernado en turnos sucesivos no han fallecido, siguen respirando se reinventan para seguir gobernando con apoyos, pero en solitario. El PSOE de Sánchez está en esa ruta. El PP de Casado, lame sus heridas recostado en la cuneta a la espera de su rehabilitación. Mientras tanto, lo que indican las recientes encuestas es que el socialismo español recupera su voz en el Parlamento europeo. En la contienda local, donde los municipios alzan sus votos, la dispersión manda.

El arte de los sondeos preelectorales, realizados en Málaga, ondea dos escenarios posibles, ambos dan gobiernos municipales en coalición. De ser el candidato más votado (según encuesta propia del PP), Francisco de la Torre necesitaría, de nuevo, coalición con Ciudadanos y el posible debutante de VOX (PP, 12; Cs, 3; VOX 1 probable), los 16 necesarios. Otra cosa será cómo se vuelven realidad esos números. Presupone que Cs no crece y que VOX gana 1. Es mucho suponer. Esa aritmética variable, si es que sucede, tendría por delante una complicada alianza con un Cassá esquivo ante de la Torre. Ha declarado, aunque son palabras al viento, que preferiría un acuerdo con el PSOE. El mismo vaticinio del PP da al socialismo local 10 ediles, una cifra mágica para poder pactar en la otra orilla, si VOX no logra ese sillón en el pleno consistorial. El aluvión de proyectos de ciudad inundan las RRSS, mientras los ciudadanos meditan si votar o no. La abstención también juega aquí.

A cinco días escasos del acto electoral, las opciones son más imprevisibles que nunca. Los vientos de las generales sí influyen esta vez. El aliento de esa palabra nada original en comicios electorales, ‘cambio’, se cierne sobre las urnas del próximo domingo. Es solo una sensación que emana de las fuentes consultadas, solo eso, pero es. La prensa hace vaticinios apoyada en datos, no tiene bola de cristal, pero el olfato informativo guía la ruta por ese camino. Otro tema es si a Málaga le conviene más y mejor continuar con el PP, que ahora gobierna en Andalucía (es por lo que apuestan los dirigentes populares) o qué pasaría con una alcaldía local de izquierdas con los malagueños que mandan en Sevilla. ¿Cómo justificarían negar a su ciudad lo que exija un posible alcalde socialista? Los caminos de la política son impredecibles, nunca deja de sorprender.

Una vez verificado lo que expongan los votos, gobernar será un ejercicio de equilibristas. Un ayuntamiento de tres colores, a derecha o a izquierda, será un pugilato interno de ponderaciones exento de prácticas anteriores. Mayoría a tres bandas es una mesa de billar con demasiadas carambolas. Pero será la realidad práctica para seguir gobernando o intentar ese ‘cambio’. Los ciudadanos de esta ciudad, aun votando, no podrán evitar ese escenario tripartito. No es el ideal para un país acostumbrado a mayorías gobernantes absolutas. Pero es lo que hay. La democracia es una ruta de aprendizaje, de adaptarse a lo que marcan las realidades sociológicas, que van cambiando a velocidad digital.

En los procesos electorales se echa en falta la segunda vuelta, que allanaría la gobernabilidad. También, marcar con dos períodos legislativos consecutivos el máximo de la misma. Es cuestión de cambiar esa Ley. Tal vez no esté el horno para esos panes. Hay gobernantes, y no sólo algunos munícipes, que se eternizan en sus sillones. Sucede en ámbitos diversos, como en las universidades españolas (el cambio de sus Estatutos en la UMA, cambia esa norma hecha costumbre). El ser votado ad eternum no parece una práctica saludable, ha dado pie a tanta corruptela como la que se ha aposentado por la amplia geografía democrática española. Se recuerda ahora aquella frase de Julio Cortázar: “¡Cómo cansa ser todo el tiempo uno mismo!

Pues eso, tras los sondeos que no cesan, el próximo domingo se despejará la incógnita sobre si el cambio permanece en Málaga o se instala uno nuevo, que no dure con el mismo alcalde más allá de dos períodos de cuatro años.

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