El mes termina con una noticia de ciencia-ficción. La Guerra de las Galaxias puede estar por empezar. EEUU crea una Fuerza Espacial y España vigila el Espacio exterior
Como no es suficiente con las contiendas localizadas en la Tierra, desde África al cercano Oriente y las agresiones cotidianas a los opositores en países como Nicaragua o Venezuela, los EEUU está alistando una Fuerza Espacial, que estará operativa en 2020 (nuestro próximo año electoral para la Moncloa). En el Pentágono saben algo que nosotros ignoramos. España, siempre alerta ante tales adelantos militares, ya tiene en ciernes el Centro de Operaciones de Vigilancia Espacial (COVE). El gobierno del presidente Pedro Sánchez ha dado luz verde para que funcione a partir del próximo año. El COVE estará en Morón de la Frontera, Sevilla y posee el primer radar español para vigilar el espacio exterior (S3TSR), manejado por el Ejército del Aire: Al aire lo que es del aire. Los estadounidenses prevén una partida de 8.000 millones de dólares para esta nueva rama castrense-espacial. España no ha anunciado cuánto costará este nuevo invento. Lo que se sabe es que el pasado 16 de julio, al reunir el presidente Sánchez por primera vez el Consejo de Seguridad Nacional, se aprobó el COVE. Allí se acordó crear el Consejo de Seguridad Aeroespacial, para garantizar la seguridad del espacio exterior.
Los partidarios de que estamos vigilados por extraterrestres aseguran que ya están por llegar. De allí estos movimientos por otear el espacio que nos rodea, aseguran. Tal vez sea cosa de las calenturas de agosto. Lo cierto es que son movimientos para asegurar las fronteras ulteriores, mucho más allá de vallas mexicanas o del precario control de las pateras mediterráneas y de la valla de Ceuta/Melilla. No obstante, la decisión de EEUU se basa en hechos. En 2007, un misil chino destruyó a un satélite propio que estaba fuera de su control. Fue la primera vez que una potencia nuclear disparaba contra una nave en el espacio exterior. Por su parte, la espaciosa Rusia de Vladimir Putin está desarrollando un sistema láser capaz de disparar contra objetos espaciales. El 2 de abril de este año, cayó en el Pacífico sur el laboratorio espacial chino, Tiangong 1, tras semanas de seguimiento sin poder predecir dónde caería. Tales casos han sido suficientes para que el vicepresidente Mike Pence sostenga la imperiosa necesidad de que los EEUU controlen ese espacio lejano, su nuevo Far West.
España, tan cerca de los dudosos nuevos presupuestos del Estado –sin Senado a la vista–, y tan lejos aún de la carrera espacial, pertenece a ese ciberespacio dependiente de satélites de comunicaciones, meteorológicos, de los geoestacionarios. Los ojos militares también penden de tales artilugios. Su misión en la defensa patria trasciende así a las fronteras marítimas y terrestres. De lo que va todo esto, según afirman, es de controlar la basura espacial que no se ve, pero que está allá arriba dando vuelta, y pueden caer sobre nuestras cabezas. Las películas de ciencia-ficción se han adelantado siempre a tales eventos. Ahora la realidad la imita.
Allí arriba circulan todo tipo de objetos. Desechos metálicos. Desde tuercas y remaches hasta colas de cohetes propulsores. Los datos oficiales de la NASA son contundentes. Hasta el año pasado, la contabilidad es asombrosa. Hay unos 167 millones de cosas, desde un centímetro a más de diez, que vuelan sobre nuestro planeta. Son restos de colisiones, de explosiones, de cohetes, de satélites. Es preocupante saber que esos objetos vuelan a 48.000 kilómetros/hora. Si cayeran a la Tierra, podrían causar estragos importantes. Hemos inundado el divino espacio estelar de basura tecnológica. Como es su costumbre, el ser humano, por donde pasa, va dejando su huella de desperdicios. Ahora hay que invertir mucho dinero en limpiar lo que ensuciamos. Málaga estaría más limpia si los malaguitas ensuciaran menos.
El nuevo radar espacial español, S3TSR, tiene un ojo de lince ibérico. Puede captar un objeto de dos metros a 1.000 kilómetros. Es el primero en su clase en Europa. Para desmontar que España no está a la vanguardia de la investigación espacial. No en vano tenemos un ministro que fue astronauta. Por el contrario a lo que insinuó Pence (Rusia, China y Corea/Norte) amenazan al sistema interestelar americano, el responsable español, general Juan Pablo Sánchez de Lara, no está preocupado por un ataque contra sistemas espaciales. Tampoco le inquietan los OVNI. Aunque nunca se sabe bien qué información guardan en secreto los americanos.
El espacio que nos rodea está cada vez más congestionado. Su circulación, en órbita terrestre, parece ordenada; pero el equilibrio se puede romper. Tormenta solares, lluvia de meteoritos, grandes estructuras pueden caer a la Tierra. La nueva unidad militar española tiene la misión de vigilar y anticipar cualquiera de esas eventualidades. Tenemos activos civiles y militares allí arriba, que hay que proteger. La Era espacial no es una película posible, sino una realidad plagada de desperdicios orbitantes. Mientras tanto, a ras del suelo, se espera un otoño caliente con acento catalán. Y un Presupuesto General del Estado que amplíe los márgenes sociales, o eso pretenden. Las estrellas siguen impasibles.