Instalar el Cielo comunista en España, pero antes un confortable chalet en el campo madrileño. Pablo tiene primero un proyecto familiar: Mi reino por un chalet
Como toda pareja joven que quiere formar una familia, Pablo Iglesias e Irene Montero tienen todo el derecho a inaugurar una casa solariega. Nada que objetar. Lo que chirría es que el gran criticón de la casta política se comporte como la misma de la que ya forma parte. Él, que ha hecho lanza arrojadiza contra la burguesía de la democracia, que discursea sobre el mal ejemplo que dan los políticos comprándose viviendas para especular, se borra su propio disco duro e incurre en lo que tanto ha criticado desde su verbo incendiario de neo bolchevique revivido. Aclara la pareja: ‘Nuestra casa no es para especular, como otros (citan a De Guindos), sino para vivir’. Tienen una hipoteca firmada por 660.000 euros, más intereses, a razón de unos 1.600/€/mes durante 30 años. Larga fianza, pues supone que estarán como diputados toda su vida laboral. ¿Qué entidad financiera se fía de tal futuro incierto?: La puerta giratoria de Caja de Ingenieros. Ellos piensan que las masas populares seguirán votándoles ad infinitum. Esta ultra izquierda ve espejismos en el horizonte.
Lo dejó dicho el camarada Lenin: ‘Lo mejor de la burguesía son sus vinos y sus mujeres…y no necesariamente en ese orden’. Pablo parece haber agregado y sus ‘Dachas’. Él no podía ser menos en esta sociedad de la abundancia, que no conoció el líder soviético. Tampoco parece haberse leído bien a quien se supone sea uno de sus guías ideológicos, Ernesto ‘Che’ Guevara, que afirmó: ‘Quien no vive como piensa, termina pensando como vive’. Vaya a ser que Pablo termine en Ciudadanos, tras acostumbrarse a vivir en la placidez del campo. Algunos seguidores de Podemos, miran ahora con desconfianza a su líder, que de presumir ser el comunista impoluto, inspirado en el uruguayo Pepe Mujica, sea ahora el pequeño burgués que siempre ha llevado por dentro. Pensar y actuar en consecuencia les piden. Ley para una plataforma altamente politizada en el discurso anticapitalista, antisistema y comunista de la vida.
El chalet. Casa de unos 260 metros cuadrados edificada en un parcela de 2.000 metros; amplios y cuidados jardines, piscina, huerto, casita de invitados (por si llegan okupas). A unos 40 kilómetros de Madrid enclavada en la exclusiva urbanización de La Navata, Galapagar, donde viven gente de recursos altos, y ‘algunos amigos míos’, asegura Pablo. Los nuevos vecinos vienen de un barrio de Madrid, Puente de Vallecas, conocido asiento de la clase obrera. El camino al cielo pasa por el Congreso de los Diputados, donde ambos nuevos propietarios se sientan juntos. Adquirida con sus ahorros, préstamos familiares y remanente de petrodólares chavistas; la pareja aparenta legalidad. El salto es ideológico, eso que su querido comandante Hugo Chávez aseguraba: ‘Ser rico es malo’. Pablo e Irene parecen preferir dar la vuelta al eslogan chavista y pensar que ser pobres es peor.
Las críticas internas. Desde dentro y su periferia, los podemitas abren la boca. La Coordinadora 25-S, aguerridos anticapitalistas de su ámbito, reconoce que no es que tengan que vivir en una cueva con voto de pobreza solemne, sino que hay que predicar con el ejemplo. Su carnal, Íñigo Errejón, el juvenil doctor que cobró sin dar un palo al agua en Málaga, los justifica; ya que es una vivienda para vivir, como todas, y no para sacar réditos inconfesables, como algunos del PP. Sus escuderos, Echenique y Monedero, les apoyan. Otros, escandalizados en su catecismo neocomunista, entienden que tienen sus dineros claros, pero que esa compra los aleja de la gente común. En su Foro Plaza Podemos, donde se despachan a gusto contra todo lo que se mueva en contra de sus ideales de redención social, han expresado su desengaño e incluso afirman algunos que no le seguirán más. Kichi, desde Cádiz, asegura que seguirá en su piso de currante. Un gurú que decepciona a sus ciegos seguidores, les abre los ojos la luz de Galapagar.
Lo que sorprende no es que los Iglesias-Montero deseen vivir como los pequeños burgueses que son, sino que replican, como buenas copias de tantos políticos a los que critican día tras día, el uso de decir una cosa y hacer la contraria. Esa costumbre de mentir a la que nos tienen acostumbrados. De la humilde pobreza a la opulencia solo separa una fina raya de honestidad. Si el comunista pobre Pepe Mujica ha sido catalogado por su pureza entre la prédica y su forma de vivir, estos ya han traspasado la línea del desprestigio ideológico. Tampoco pasa nada, no crean que los grandes líderes históricos de la Unión Soviética hacían cola para comprar pan. Ni que los Castros hayan padecido sufrientes necesidades. Ni que los herederos de Chávez estén pidiendo limosnas. Ni que Maduro sufre la desnutrición y enfermedades de su pueblo. Ni que el líder supremo hereditario norcoreano, parezca sufrir hambre. La ‘Dacha’ de Galapagar será el templo adonde peregrinar, para platicar sobre la nueva revolución española. El mea culpa ante los militantes es puro teatro. Mientras paguen su deuda, pertenecen ya, por hipoteca propia, a la casta propietaria de España.