Entre las investigaciones que quieren amargar la vida a la diabetes y expertos que aseguran que viviremos eternamente o casi, las ciencias avanzan hacia una salud de hierro
La dura vida de un paciente diabético comienza por dejar fuera de su dieta toda azúcar. Y hoy día, casi todos los productos tienen azúcar, desde el pan cotidiano a los helados. La llamada tipo 1 es la más tenaz. La insuficiencia del páncreas hay que suplirla con insulina. Es un padecimiento crónico. Las investigaciones más punteras, están sobre las pistas de soluciones permanentes, comenzaron en 2011. Un grupo de científicos, entre los que están dos malagueños, están empeñados en identificar una molécula que activará la producción de insulina natural desde el mismo órgano que la produce. Liberaría a los enfermos de la dependencia de la insulina externa y aumentaría su seguridad para una vida más normalizada. Están esperanzados aunque, como en toda exploración de este tipo, del laboratorio al fármaco, dista aún un recorrido considerable. Ellos afirman que están en el buen camino.
Los investigadores españoles trabajan desde Sevilla, encabezados por Bernat Soria. Desde Málaga le apoyan Javier Bermúdez y Yanina Romero. Están en coordinación con el investigador principal, Benoit Gauthier. Las investigaciones sobre enfermedades y sus remedios suceden en colaboración de universidades por todo el mundo. El intercambio de la información es crucial para avanzar con la mayor celeridad que permiten estos trabajos. La era de la comunicación ha dado sustanciales avances a las ciencias médicas.
La tarea de los citados médicos parece sencilla cuando la explican. La verdad es que para llegar allí han tenido un aliado en los ratones de laboratorio y en donantes fallecidos. Tal experimentación es la vía, hasta ahora, para poder explorar y crear un medicamento capaz de liberar a los diabéticos tipo 1 de la enfermedad que les ha tocado vivir. Han logrado crear una molécula, que ellos llaman BL001. Es sintética. Se adhiere a un receptor (NRH1) en los mismos islotes pancreáticos activándolos. El resultado es que empiezan a producir insulina. Es una operación compleja que reaviva todo el sistema inmunológico pancreático y lo pone a funcionar de nuevo. El horizonte es promisor. Falta concluir con éxito las observaciones para pasar a la segunda etapa final, que será probar tales efectos en humanos. Si todo sale bien, este equipo de investigadores bien podrán ser candidatos al Premio Nobel. Su contribución al bienestar y mejor salud de millones de personas sería un hecho. Lean algunas cifras para entender mejor la inmensa importancia de esta investigación.
Un tratamiento con ese posible nuevo y definitivo medicamento podría liberar a 415 millones de enfermos de diabetes 1 en el mundo. Las organizaciones mundiales, que vigilan esta enfermedad, estiman que en 2040, a poco más de veinte años vista, uno de cada 10 adultos padecerá diabetes, una cifra superior a 642 millones de enfermos. En España, tenemos unos 6 millones de diabéticos. Sus consecuencias tienen graves estadísticas. 25.000 fallecimientos al año; es la responsable de 7 de cada 10 amputaciones de las extremidades inferiores y produce el 16% de los casos de invidencia.
Aquí, el 90% de los diabéticos son catalogados como tipo 2, el páncreas da ese aviso a partir de los 40 años. Al ser diagnosticado el paciente debe cambiar radicalmente sus usos alimentarios y de vida. Los de tipo 1 en España están en un 13%. La sufren unos 10.000 niños menores de 15 años. Anualmente, aparecen unos 1.200 nuevos casos. No obstante el buen control de la Sanidad española, se estima que unos dos millones no saben que su páncreas está fallando. La obesidad está en el camino fatal de la insuficiencia pancreática. Esos pacientes corren riesgo, asimismo, de problemas cardíacos. El nuevo fármaco, al poder ser recetado, significaría ahorros considerables para el Sistema Sanitario español. Actualmente el costo anual directo por paciente es de 1.708€; en total 5.447 millones/€. El indirecto (absentismo laboral, jubilaciones anticipadas, gasto social) es de 17.630 millones/€.
Mientas están en la lucha por ganarle la batalla a la diabetes tipo 1, un ingeniero del MIT va por el mundo afirmando que “en un par de décadas, 2045 llegaremos a la muerte de la muerte”. Desarmado y acusado de charlatán, él les replica que no piensa morir. José Luis Cordeiro (Caracas, Venezuela 1962), es este precursor del fin de la muerte. Se reafirma en que se está en la senda de erradicar las enfermedades y en que viviremos incluso sin envejecer. Se ratifica en el desarrollo de las nuevas tecnologías, la robótica, la inteligencia artificial. Una Arcadia feliz y juvenil puede que sea posible, pero la pregunta es cómo sostendrá este globo terráqueo a los miles de millones que estarán poblándolo sin descanso y cómo se producirá comida para tantas bocas. Por su parte, la OMS otorga que la gente que nace ahora va a vivir sobre los cien años. La juventud se alargará hasta los 65 años. Y una persona de edad avanzada tendrá un siglo o poco más. Lo que sí está en la senda científica y comprobable es el trabajo ya referido sobre la diabetes. Eso da esperanzas reales a millones de humanos. Todos iremos muriendo cuando toque, mientras tanto que puedan regenerar al páncreas hará más felices a los mortales.