Jubilados

20 Feb
España no es un país para viejos. En 2050 habrá 76 jubilados por cada 100 habitantes

 

Las RRSS están plagadas de llantos ancianos. 9,5 millones de jubilados españoles, claman por pensiones dignas. Tras vidas laborales, queda un largo camino de escasez

El incremento del 0,25% es una mueca macabra del gobierno. ¿Olvidan acaso que hay un mar de votos ahí? Lo justo sería que ese aumento anual estuviera directamente vinculado al incremento de los precios, que suben indefectiblemente. La cuesta es larga y empinada. Hay que sumar que los pensionistas pagan IRPF, un 14% de su asignación bruta, lo cual reduce considerablemente el ingreso efectivo mensual. Se es jubilado, no se trabaja, pero Hacienda los trata como si fueran un asalariado más. En EEUU, por ejemplo, los pensionistas no pagan impuestos. ¿No es suficiente ya lo que se ha contribuido a la hacienda pública durante toda una vida laboral? ¿Qué clase de Estado del Bienestar queda en España? Las pensiones están vinculadas al empleo, peligran si siguen habiendo más de tres millones de desempleados, tras diez años de crisis financiera. El Gobierno afirma que el paro va bajando y que no hay que preocuparse. Sin embargo, la hucha de reserva, sigue mermando para poder pagar las pagas extraordinarias. Si la marea de los jubilados sigue creciendo, y crece, puede que esos votos inclinen los resultados en contra del gobierno del Partido Popular.

Los sindicatos están ya en pie de guerra. Esgrimen lemas sencillos y pegajosos: ‘Rescatan al banquero, maltratan al abuelo’; ‘Somos pensionistas y no terroristas’; ‘Rajoy ladrón, no robes mi pensión’. La recomendación del presidente del gobierno, parece una burla a la realidad. Ha sugerido ahorrar para que, en el futuro, los jubilados tengan un plus a la pensión pública. Una risa nerviosa se escucha entre ese colectivo: Sin presente, ¿cuál futuro? Si se ha puesto difícil encontrar trabajo, más aún poder ahorrar. Sólo llegar a fin de mes con el alquiler, la factura de la electricidad, el costo de alimentos al alza y las medicinas es una utopía pedir lo que pide. La Seguridad Social sólo baja el porcentaje mensual del IRPF si tienes hipoteca, una minusvalía o hijos a tu cargo. Tres supuestos, aparte de alguna minusvalía, difícil de cumplir. A la avanzada edad de la jubilación, se supone que ni tienes hijos a tu cargo, ni hipoteca, porque ya la pagaste o porque nunca la tuviste y vives de alquiler.

Como soluciones posibles, las fuerzas opositoras proponen: Incrementar dos puntos la cotización; aumentar las bases máximas de la misma; equiparar las bases medias del régimen de autónomos con el general; que el Estado asuma los gastos de administración de la Seguridad Social; rebajar la economía sumergida; convertir en tarifas planas y reducciones de cuotas bonificadas financiadas por el Ministerio de Empleo. Tales indicaciones suponen que se podría ingresar casi 71.000 millones de euros, el 6,3% del PIB nacional. La marea de la tercera edad está en ebullición. Las cuentas son esquivas. Tomar esas decisiones económicas está directamente ligado a la política. El tiempo juega en contra.

Parodiando a aquella violenta película, este no es un país para viejos. Es un verdadero lamento, que trasciende las ideologías dominantes. Esto no es una pose de izquierdas o derechas. Llegar a viejo pensionista en España es pasar a un estado de precariedad lamentable. Pagas un poco menos por las medicamentos, es cierto, un 10% de lo que marca el precio general de cada medicina, según recetas del médico de cabecera o especialista. El sistema sanitario público sigue en pie, con sus fragilidades. Ciertas ventajas en el transporte público, aunque no notorias. Los autobuses urbanos en Málaga son más baratos si no pasas de cierto nivel de pensión. Así que no protege a todos los jubilados. Y está el Imserso, siempre que sea invierno, que da viajes muy económicos, para que los mayores se paseen y se cuenten sus achaques. Si vives solo, y eso es cada vez más usual en esta sociedad, la cuestión se agrava. Tampoco es país para jóvenes, donde el presente es duro y el futuro no se vislumbra en el horizonte cercano.

En 2017, el gasto de las pensiones fue de casi 140 millones de euros, 40% del presupuesto nacional. 4 de cada 10€ es para pagar pensiones. Para las pagas extras (Verano y Navidad), el gobierno tuvo que trasladar 10.192 millones a la Seguridad Social, para no fundir el Fondo de Reserva, ya demasiado degradado. En enero, 2018, se pagaron algo más de 9 millones de pensiones. Con más de tres millones de parados, hay sólo 2,08 trabajadores por cada jubilado, la proporción es muy baja. La alarma está sonando. Se propicia desde el gobierno contratar planes de pensiones, que al final beneficiará a las arcas públicas que maneja Hacienda, ya que al rescatarlos gravan sin misericordia. ¿Pero quién puede ahorrar en medio de este desierto laboral?

Aunque muchos de los ancianos de hoy no llegarán a 2050, se estima que para ese año habrá 76 jubilados por cada 100 habitantes. Es el mayor indicador, junto a Japón, de los países de la OCDE. La pensión media en España es de unos 900 euros. Poca cosa para tanto peso del vivir. Los gobernantes proponen poder compaginar pensión y trabajo, para compensar la escasez de las mismas. Seguir trabajando a cierta edad no parece ser el edén del Estado del bienestar. Tenemos una sociedad envejecida a la que no se puede olvidar. Los viejos también votan. Y sin voto no hay Paraíso.

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