Con ninguna alegría futbolística, la ciudad sigue el debate político electoral, nuevo hotel sí/no, más Metro polémico y encuestas adelantado al PSOE por la izquierda
Arranca el nuevo año con más de lo mismo en el campo político local. Los candidatos a la Alcaldía calientan sillas. La buena noticia es que los turistas inundan la ciudad para beneplácito del comercio. España ha recibido a más de 70 millones de visitantes en 2017, Andalucía queda bien situada en ese maná que viene de fuera. Una cifra que rompe la estadística reciente. La economía duerme agradecida a esos extranjeros que se pasean por aquí. El paro se va vaciando, aunque aún ese fantasma no está exorcizado por completo. Más de tres millones de desempleados es una cifra muy superior aún a la media de la UE. Por aquí, la ciudad está tranquila. Los socialistas respiran un enero de sondeos favorables. Los Ciudadanos de por aquí también, confiados en que el tirón de la joven Inés Arrimadas les dé un ascenso como nunca habían previsto. Veremos si el relato nacionalista catalán funciona en Málaga y Andalucía, un lugar donde sólo se habla un idioma. El PP resiente ese tirón Ciudadano, que le roba votos por todas las cañería obstruidas de sus juicios pendientes. Aunque todo se parece a ayer, el mañana puede dar sorpresas.
Lo de la Alcaldía malagueña tiene guasa. El alcalde parece apuntar a seguir. Coinciden las opiniones en que representa bien a la ciudad. Que se ha esforzado en poner al día a esta Málaga irredenta, apoyado en mayorías absolutas hasta este último período, donde va gobernado a golpes de timón de sus apoyos Ciudadano. Cuando se vaya, si se va, Málaga tendrá más museos y más calles peatonales que nunca. Más carriles bici y más líneas de autobuses. Un puerto semirescatado al Mar. Un Polo digital en la antigua Tabacalera, que promete desarrollo nuevo. Una Málaga-Valley sin silicio, pero que mantiene en pie la marca de una ciudad posmoderna. Le queda el borrón oscuro de una capital poco aseada. Una empresa de limpieza francamente mejorable. Por él, seguiría cuatro años más a partir de mayo de 2019, aun en minoría, pero aliado a sus Ciudadanos. No opina igual su esposa, doña Rosa Francia, quien ha repetido públicamente que mejor sería rescatar a su marido para la familia.
Las sustituciones electorales las deciden los Partidos apostando siempre y si dudar a ganadores. Francisco de la Torre Prados lo ha sido para el PP malagueño. No obstante, sus nuevas generaciones, ya sobre los 40 años y con experiencia de gobierno en esa Alcaldía y en los vericuetos de la Provincia desde la Diputación de Málaga, aspiran al sillón consistorial ahora. El actual alcalde, sobre los 74 años, no aparenta cansancio, ni tiene cara de jubilado aún. Pero pasar a la división de retirados es el más duro cambio para un político de raza como es este personaje. El panorama político no es alentador para el PP. Les ha salido un hijastro ambicioso en Ciudadanos. La apuesta socialdemócrata sigue en pie en manos del PSOE andaluz. La izquierda de aluvión no levanta cabeza ni se le espera, pero las alianzas están abiertas siempre. Así que el futuro del alcalde como cabeza de lista del PP-Málaga está en una encrucijada de variables múltiples. Tal como sucede con el mapa español todo, donde el bipartidismo ha disminuido sus posibilidades de gobiernos monocolor. Gobernar en este país se ha puesto más difícil que nunca. El gobierno directo de Málaga se abre en este 2018 a un análisis digno de ‘Juego de Tronos’.
Como quiera que resulten las elecciones municipales, a un año largo, las predicciones en política son un ejercicio de alto riesgo. Si se mantiene la tendencia de Ciudadanos a crecer localmente, lo haría a expensas del PP, lo cual obligaría a gobernar en pacto, ya sea con los Populares o con el grupo socialista y demás ‘compañeros’ de la otra izquierda. Lo único cierto es que el granero de votos, que inclina los resultados, está en el espectro central. Los indecisos pueden hacer peso a uno u otro lado. Sin contar la abstención, usualmente alto en los comicios locales. Movilizar va a ser el verbo a usar en las próximas municipales. El relato a difundir en los programas de gobierno va a ser fundamental como nunca antes.
En el panorama nacional, se abre de otra vez la discusión de las pensiones. La ecuación es simple. Sin cotizantes empleados nuevos, los jubilados pueden perecer de inanición. El gobierno asegura que con 20 millones de trabajadores el problema desaparecerá. Llegar a esa cifra tiene recorrido todavía. Mientras tanto, los mayores van en aumento. Se puede calcular y se calcula en casi 10 millones los jubilados a estas fechas. Eso es casi un cuarto de la población de España. Este es un país para viejos, pero no para el pleno empleo. Mal asunto. Andalucía sigue a la cola de este tema. Con más desempleados y más bajos salarios que en el resto del país. Sigue siendo una región rezagada de la gran Europa de Bruselas. Pero los encuestados continúan apoyando al gobierno socialdemócrata de Susana Díaz. También esperan y desean que cumplan con lo que Andalucía clama, que no sólo de turistas y aceite bueno viven los andaluces. No obstante, ya viene el Carnaval, después Semana Santa, el verano y Navidad.