Ensalzado y vejado, Cristóbal Colón mantiene la incógnita de su origen. Parece que sabía más de lo que decía. Ahora en Portugal afirman que era portugués
A propósito de otro Día de la Hispanidad, donde se recuerda la llegada de Cristóbal Colón a América, siguen las dudas de quién fue realmente el Almirante de la Mar Océana. La historia oficiosa es más que conocida. Pide audiencia a la Corte de Fernando e Isabel, que están creando un Estado nacional en aquella España desgarrada por siete siglos largos de dominio musulmán y reyes cristianos. Le escuchan, y tras discusiones de expertos clérigos y avezados estudiosos de la época, deciden financiar su proyecto. Hoy no habría encontrado presupuesto ni público ni privado. La oferta de Colón era, para su tiempo, absolutamente descabellada. Ir hacia el Oriente, navegando al Oeste. Osadía total. ¿Era el globo terráqueo redondo? ¿No caería al abismo al terminarse la mar? Cómo convenció Colón a sus patrocinadores es un misterio. La empresa era más que arriesgada. Perder esa inversión era lo más probable. Los Reyes Católicos no nadaban en la abundancia, tras los dispendios de una guerra que acababan de terminar. De no estar por medio el nuevo continente jamás habría llegado a Cipango. Es probable que supiera que allí estaba. ¿Qué sabía Colón que no ha trascendido?
Se ha especulado en que poseía cartas de navegación de un marino portugués que le aseguraba que había tierra entre Europa y Cipango. Las pistas portuguesas, que afirman ahora que él era portugués y que huyo a España perseguido por las autoridades lusas, puede estar tras tales tesis. Dicen ellos que Colón tenía alta experiencia marinera, lo cual parece cierto. Puede que ahora se compruebe que Colón era más portugués que genovés. Pese a todo, la empresa la culminó el Almirante con maravedíes españoles. Por eso el 12 de octubre conmemora el mundo hispano ese encuentro de dos mundos, que con sus sombras siniestras y su legado cultural se amalgamó y sigue vivo en la lengua de 550 millones de hispano hablantes. Un continente mestizo desde Alaska a las tierras australes. No hay que olvidar (se lo recordamos a Mr. Donald Trump), que viven en sus EEUU casi 60 millones de esos hispanos, que tienen en pie buena parte de su economía de andar por casa. Y que aquella, ahora su tierra firme, fue explorada, colonizada y fundada mayoritariamente por españoles acompañados por los aborígenes. Se lo recuerdan las ciudades de California o el San Agustín de Florida.
Sus huesos de aquí para allá, y el misterio de su origen, fueron acrecentados por su propio hijo, Hernando Colón, quien no desveló el lugar de nacimiento de su padre. La biografía que escribió dejó vía libre a los investigadores. Genovés, catalán, gallego, extremeño, andaluz, vasco, portugués, inglés, griego, noruego, croata; nadie lo puede afirmar con rotundidad. Haya nacido donde sea, su gesta le hizo entrar en la historia de la mano de España. Ahora, el profesor Fernando Branco del Instituto Superior Técnico (IST) y la Universidad de Coimbra, plantea la tesis de que era portugués. Branco desarrolla su teoría en el libro: ‘Cristóbal Colón, noble portugués’. Comprueba su investigación unas cincuenta coincidencias entre la vida del navegante y la de un tal Pedro Ataíde. Aquí empieza la historia, que puede dar para una película hispano-portuguesa con apoyo de Hollywood. Seguramente, Antonio Banderas podría estar interesado.
El marino portugués Ataíde fue dado por muerto en la batalla naval del Cabo de Sao Vicente en 1473, en combate contra el corsario francés Culon. Pero, según el profesor Branco, Ataíde no murió. Llegó nadando a las costas del Algarve. Cambió su nombre por Pedro Colón (Culon), pues la familia de Ataíde, y probablemente él mismo, era buscada por la justicia lusa acusada de haber sido cómplices en el intento de asesinar al rey Joao II. La prueba definitiva la puede dar un examen del ADN de un supuesto primo directo de Pedro Ataíde. Si al comparar ese análisis con el de Hernando Colón diera positivo, la tesis de Branco quedaría comprobada y, finalmente, se podría afirmar, sin lugar a dudas, que el Almirante Colón era portugués.
Antes de Branco, un investigador luso, Manuel Rosa, había asegurado que Colón nació en la isla de Madeira, hijo de un rey polaco que se había refugiado allí huyendo de los otomanos. Otro más, Augusto Mascarenhas Barreto, afirmó que Colón había nacido en una villa portuguesa, llamada Cuba en el Alentejo y que fue espía del rey Joao II. Tales teorías nunca han sido comprobadas tan científicamente como ahora pretende la investigación del citado ADN.
Si bien dicen que Erik el rojo se le adelanto unos 500 años al llegar a tierras de lo que es hoy Canadá, lo cierto es que nadie, excepto aquellos vikingos, se enteró de aquel desembarco. La hazaña de Colón consistió en crear la ruta de ida y vuelta a América. La fortuna no le fue propicia. El nuevo mundo se bautizó con el nombre del cartógrafo italiano Américo Vespucio. Y aunque hay signos de Columbus desde el lejano norte al profundo sur, ahora se derriban sus estatuas y se le acusa de genocida. Abrió el mundo a una globalización comercial inmensa. Dio pie a un continente mestizo, que está hermanado para siempre a Europa a través de España y Portugal. El misterioso Colón sigue vivo.
Leído y compartido, amigo Doctor. Un abrazote desde Caracas.