Les ha faltado aparato. Mucho marketing y poca calle. Creyeron que la alianza con IU se los supliría, pero muchos camaradas dijeron No. Monedero analiza
Monedero, Juan Carlos (53) es un profesor que se desvela en la foto publicada el pasado sábado. Típico profe progre de Políticas, que lleva sandalias al estrado, chaleco de algodón con fresco pantalón blanco y se mueve en moto. Habla sentando cátedra, como doctor que es. Ha dicho que la coalición Unidos-Podemos ha contenido errores de manual político. Al parecer nadie le escuchó antes del domingo electoral en el partido que él ideó y fundo junto a Pablo Iglesias, el joven. Como fiel heredero del Castro-Estalinismo, ha puntualizado que la dirección de Podemos va a ‘extirpar las malas hierbas’, menos mal que aquí no hay Siberia.
De poco les valió la estrategia del disfraz. Presentarse al Carnaval electoral –esa segunda vuelta inédita– de socialdemócratas, de salvadores de la patria envilecida por la corrupción; de ser representantes genuinos del 15-M (aquella alharaca anarquista de Sol-Madrid); del amor incondicional por Zapatero; alabando al izquierdismo tradicional de IU, pero denigrando del eje izquierda-derecha, les ha salido el tiro por el trasero del arma de conquistar los cielos. Resultado han perdido algo más de un millón de votos. Pobres redentores. El profesor Monedero lo acepta: “A Unidos-Podemos le ha faltado calle y le ha sobrado mercadotecnia”. Creyeron que todo se resolvía a su favor en las teles amigas. No es tan fácil ganar elecciones, los factores intervinientes son demasiados y muy complejos. Monedero lo sabe, ha estudiado la Teoría de Sistemas, como todos los profesores que han aspirado a ser doctores en su materia. Nadie le hizo caso. Desaparecido en la Campaña, ahora habla, pero su clase se da fuera del horario regular.
Prevenidos contra el miedo que daban por sus declaraciones extremas de lo que harían al ganar el poder, cosa que daban por hecho, suavizaron su imagen. Se lavaron la vestimenta de la nueva izquierda del siglo XXI, hermanados con los bolivarianos del difunto Hugo Chávez y remansaron el miedo. La piel de lobo por la de corderitos tiernos. Mintieron presentándose como lo que no son y perdieron. El resultado del pasado domingo 26-J dice que ni le dieron el sorpasso al PSOE, ni han llegado al cielo, les faltó la escalera de Led Zeppelin, y están perplejos, aturdidos de haber quedado en tercer lugar. La política electoral no se suple leyendo libros para las clases universitarias, sólo ayudan si echas los dientes en la calle real. A Podemos aún le falta ese recorrido. Mucha teoría y poca práctica. Y a IU se le fue la olla.
Ellos, que tiene el favor de teles amigas, que saben manejar el discurso mediático, que salen y entran de las RRSS como por su casa amada, ‘les faltó calle’; pero si vienen de las calles de Madrid, de barrios populares como es Vallecas, donde los Estancos les conocen por comprar papel de liar. Si han estudiado las consignas del mitin callejero improvisando sobre un cajón de manzanas. Si llevan la moda del piercing, del flequillo femenino impecable; de la coleta insobornable. Si son lo nuevo contra lo viejo; si vienen a instaurar el Paraíso en la Tierra. ¡Qué carajo pasó! Puede que, a la izquierda y al centro, el pueblo español haya aprendido a votar. No es vano que en este país se esté cumpliendo el período más largo de democracia de su historia moderna desde el siglo XIX a la fecha. Y, ¿habrá que recordarlo? España es un país básicamente conservador, si no es así, explíquese usted el avance del PP en medio del carajal electoral que tenemos.
El proceso para formar gobierno, a partir de lo que se vote en las Cortes, está por verse. No es función del periodismo adivinar resultados. Aunque sí analizar las posibilidades, que para eso estamos. Parece haber consenso en que debe gobernar el PP, que sacó el mayor número de votos. Tiene que encontrar los apoyos suficientes. No dan los números, no hay sumatoria que lo vaticine. Todo apunta a pactos puntuales de gobernabilidad. Algo inédito en estos casi 40 años. Pero los tiempos han cambiado y mucho. Hay que adaptarse o el sistema morirá. Es una ley universal que nos ha hecho progresar, en esta ocasión también será así. Lo que se vislumbra es un Rajoy presidente de un gobierno raro, pese lo que le pese al joven Ciudadano. El PSOE a la oposición, lugar que conoce, y a reconstruirse en sus cimientos socialdemócratas, que el siglo XXI avanza que es una barbaridad. Mientras Podemos, entre clase y clase, admitir que no sólo se equivocaron, sino que fue España la que inventó eso de que ‘invente ellos’, que aquí, en esta antigua tierra de civilizaciones, los inventos siempre han salido mal.
Recuerda en estos días, Moisés Naim que estamos en ‘un mundo posfactual’, vaya palabro. O sea, mucha información por medios inéditos, mucho feedback, mucha Big Data, mucho ciberespacio, pero la gente al final vota con la emocionalidad a ras de piel. ‘La política sin emociones no es política’, agrega Naim. Pues algo de eso le ha pasado a ese millón y pico de españoles, que olfatearon que el mensaje de Unidos-Podemos no sonaban afinado. Pensaron, emocionalmente, si estos gobiernan España va a ir a peor, y se eso es posible, mejor abstenerse o votar al PSOE, que son menos radicales. Salud y Libertad.