Con la abstención marca verano, el Congreso va a tener complicado designar a un jefe del gobierno. La situación, similar a diciembre, apunta incertidumbre
España se ha puesto difícil de gobernar. En la democracia entra todo el mundo, pero gobernar está reservado a un partido o coalición con mayoría suficiente. No fue posible en seis meses y ahora, en esta segunda vuelta tardía, parece que tampoco saldrá un gobierno sólido capaz de gobernar sin sobresaltos. El PP absorbió votos de los Ciudadanos. Los Unidos-Podemos no dieron el sorpasso al PSOE y los dos partidos tradicionales han sido los más votados. El cambio de fondo sigue sin ser conseguido por los emergentes radicales de la izquierda. Y Andalucía apuntala, una vez más, el granero de votos del socialismo tradicional español, aunque le ha resoplado en la nuca el PP, al conseguir unos pocos más diputados que el PSOE. Sánchez estará tranquilo al ver que la lideresa andaluza no le hará sombra por ahora.
Sorpresa y no Sorpasso. El aparato socialista ha demostrado que buscar y conseguir votos no es para aficionados. Igual cosa se puede observar en el PP, que es la otra pinza de la ‘casta’. Aunque el PSOE tendrá que entrar en una revisión profunda, porque, pese a haber evitado ser superado por la izquierda, ha obtenido el peor resultado de su historia. Lo que se desprende de los porcentajes obtenidos es que el bipartidismo sí está herido, pero no moribundo. Por otra parte, el resultado obtenido por IU y Podemos, unidos, tampoco ha dado el resultado que vendieron, que se veían formando gobierno y sacando de la cancha al PSOE. Por ahora no va a poder ser. En un posible acuerdo con los socialistas para sacar del gobierno al PP, el PSOE deberá valorar si gobernar con ese incómodo socio no significaría serios desacuerdos en programas tan dispares, sobre todo frente a la presión de la UE. Aunque la sumatoria no da por ningún lado.
El PP que aumenta y gana, tampoco está para tirar cohetes de felicidad. De la mayoría absolutísima, que encumbró a Rajoy, a estos 137 diputados, que no le permiten formar gobierno con mayoría suficiente va un descenso muy preocupante. También deberán revisar su sistema interno y la forma de ser electos, elegir y gobernar. Pudieron cambiar la Ley electoral y no lo hicieron. Un consenso sobre ese tema, habría evitado estos seis meses en un limbo gubernamental y, quien sabe si seguirá España esperando a Godot, que nunca llegará. Y los Ciudadanos se han hundido pese a ese mensaje renovador de un ‘nuevo’ centro reformista, que nadie entiende por qué no están dentro del PP para renovarlo y sacudirles la caspa. También tienen que revisarse porque sus votos se han ido a las manos de Rajoy a quien tanto desprecian.
Los radicales bolivarianos españoles unidos a los antiguos comunistas de toda la vida, una IU (ahora llamado Unidos), que parece haber olvidado que fueron clave en el período de la Transición, y que ahora sacan a pasear al viejo califa cordobés dando consignas como si fuera un Lenin llamado Anguita. Es cierto, nos consta, que algunos destacados militantes de IU han negado tres veces esa unión con Podemos. La contabilidad de los camaradas que se han abstenido se conocerá pronto. De allí el fracaso de los ideólogos universitarios, que creían y pregonaban que la conquista del cielo la tocaban ya con la punta de la mano izquierda. Pues el cielo español parece estar aún lejos para ellos. Y el dinero venezolano se ha acabado.
Viendo la televisión en la noche electoral, no se entendía tanta euforia, tanto triunfalismo. Aquí no ha ganado nadie, en tal caso ha perdido el pueblo español, que esta semana estará esperando de nuevo un gobierno nuevo. La ecuación de los pactos no cuadra por ninguna parte y no se despeja. A ver, saquen la cuenta. El PP ondea banderas, pero cómo gobernará sin mayoría absoluta. El PSOE que se planta contento por haber evitado el sorpasso, pero se guarda en su libro de historia el peor resultado. Ciudadanos hundidos como partido nacional, que vino de Cataluña a conquistar el Palacio de Gobierno, adonde sólo han entrado de visita. Y, finalmente, el estratega Iglesias a quien le han fallado los cálculos, porque teorizar sobre el socialismo del siglo XXI, no es lo mismo que pasar por la izquierda a los socialistas españoles de toda la vida. Y no hay tantos españoles dispuestos a dejarse engañar. Así que no son estos unos resultados claros ni posibilistas. El sistema parlamentario español está pensado para elegir un presidente del gobierno con apoyo suficiente, si no es así gobernar es poco menos que imposible. Una monarquía parlamentaria significa que en el Congreso de los Diputados se puede frenar cualquier acción de gobierno. Eso es lo que nos dejó la noche del pasado domingo. Una incógnita: cómo se formará ese gobierno. Ustedes lo sabrán próximamente, o no, como dice Rajoy.