La UE, esa difícil señora

23 Feb

Cameron, ganó el pulso escocés, ahora le toca que Inglaterra no salga de la UE

La pérfida Albión cuestiona a Europa. Ya despreciaron el euro y su mente imperialista sigue ahí. El referéndum puede alejarla de la Unión para siempre

Para los británicos la pérfida es la Unión Europea. A David Cameron le hubiera gustado volver a la City con la mano en alto agitando un papel de triunfo, como aquel ingenuo Neville Chamberlain, que creyó haber salvado a Europa de la horda nazi. No obstante, Cameron ha declarado que ya tiene la garantía de un estatus especial para Inglaterra, esa isla tan cerca de las finanzas internacionales y tan lejos del continente europeo. Los acuerdos alcanzados por el primer ministro británico blinda a su país frente a sus socios de Bruselas. En un intento por evitar la salida de la UE, Cameron ha comenzado de inmediato la batalla de Inglaterra por seguir o no junto a la alianza continental. Tiene partidarios del sí, dentro y fuera de su gobierno, pero algunos de sus partidarios son férreos defensores de salir para siempre del corsé que les impone las leyes comunitarias. El espíritu imperial aún no ha sido desactivado.
El punto álgido ha sido el tema de los refugiados, que rompen las fronteras exteriores europeas, desde Turquía y ha convertido a la inoperante Grecia en un coladero, según los británicos. El gobierno nacionalista polaco, que tienen a más de un millón de compatriotas en suelo inglés, ven en peligro los derechos de esos trabajadores, ya que una de las exigencias de Cameron es reducirlos. Cameron ha sido un León ante los fieros polacos. François Hollande ha esgrimido el argumento de que era el premier británico quien les pedía ayuda, para la permanencia de su país en la UE. Aunque el jefe del Estado francés se ha tragado que los europeos, trabajadores en el Reino Unido, tendrán que esperar siete años para que le reconozcan ayudas sociales similares a las que poseen los británicos. Cameron ha logrado una entente que le permita convencer a los euroescépticos de su país, al colocar a Gran Bretaña en una posición de privilegios en relación a los demás Estados miembros de la UE.
Cameron ha dejado Bruselas en la seguridad de que ganará el referéndum, tal como ya lo hizo con Escocia, que no se pudo independizar, aunque logró mayores privilegios dentro del Reino Unido. No lo ven tan claro los analistas europeístas. El malestar que ha esparcido este cónclave se siente en los pasillos de la Unión. Hasta finales de junio no podrá cantar victoria el primer ministro británico.
En esa vieja democracia, Cameron tiene adversarios dentro de su propio Gabinete, que se reunió en Downing Street el pasado viernes. La prensa británica ha recordado la importancia de haber sido convocado en fin de semana. Es sorprendente y da fe de la importancia del asunto, ya que no se había dado una reunión semejante desde la crisis con las Malvinas. Como en aquella ocasión, donde la señora Margaret Thacher puso todo su ímpetu, el tema fue de capital importancia para el futuro de Inglaterra, tal como lo es ahora. Su más fiel adversario es su ministro de Justicia, Michael Gove, amigo en la intimidad partidista que ahora se le enfrenta como adalid de la separación de la UE. La política hace que la amistad tenga recovecos sorprendentes. Y está el extenso pueblo británico, que sabe lo que es eso de votar y su prosapia nacionalista puede inclinar la balanza hacia la salida de total de la Unión.
No todo es adverso entre el círculo conservador de Cameron. La ministra de Interior, Theresa May, ha virado desde posiciones anti europeístas para colocarse al lado de su jefe, y ha atraído también al canciller del Exchequer, ambos son candidatos a sucederle en 2020. Está otro poderoso del partido Conservador, Boris Johnson, alcalde de Londres, que podría inclinarse hacia el disidente Gove. No, no lo tiene fácil Cameron, aunque es un líder curtido en estas lides y ganador en Escocia, lo cual le da una pátina de triunfador.
The Guardian, que sabe escudriñar bien la política británica, analiza encuestas que dan por seguro que el Reino Unido saldrá del club europeo en junio. Esta presión comenzó en los años ochenta. Los propios conservadores y la fuerte presión de la prensa tabloide y el ascenso del partido UK Independence Party (UKIP) situado a la derecha, y que ha comido del caladero de votos de los tories. En este momento el UKIP ha conseguido su objetivo de obligar al gobierno a convocar un referéndum para salir de la UE. Cameron ha cumplido su promesa de que, si ganaba las elecciones en 2015, negociaría con la UE, y lo ha conseguido. Puede garantizarle ganar el referéndum y seguir como socio aventajado de la Comunidad europea. Habrá que contar los votos.
El Reino Unido está en la UE desde 1973. Siempre ha sido activo, pero sin mayor entusiasmo. Se siente británicos, pero no tanto europeos. En 2002 dijeron no al euro, su libra sigue siendo fuerte. A esta fecha, el resultado está muy igualado y las consecuencias de que Inglaterra dé la espalda a Europa serían de una gravedad muy alta. Y no sólo en lo económico, siendo una de las economías más sólidas del mundo occidental, sino ante los nuevos retos que están imponiendo a la Unión las masivas migraciones de refugiados. Así como por el papel que juegan los británicos en la defensa y estrategias a seguir en el mapa incendiado del Oriente próximo.

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