Estas elecciones universitarias tienen como Norte elegir entre la valentía progresista de innovar hacia el siglo XXI o quedarse anclada en una opción conservadora
El próximo jueves 26 se abren las urnas en la Universidad de Málaga. Se trata de elegir al rector que gobernará los próximos cuatro años. El talante diferenciador de los dos principales candidatos es que uno predica la opción conservadora, con muy poca claridad hacia el concepto del servicio público; mientras el otro propone una decisiva posición de la defensa de la Universidad pública, abierta a la sociedad a la que pertenece. Los electores –estudiantes, profesores y personal administrativo y de servicios–, tienen ante sí el futuro de quien puede gobernar mejor los intereses de la UMA. Ellos, con su voto, van a inclinar la balanza hacia uno u otro sentido. La responsabilidad no es menor. El futuro promisorio o no de nuestra Universidad comienza pasado mañana.
Como toda institución que ha visto prolongada en el tiempo su gobierno, la UMA ha acumulado errores, situaciones no resueltas o dejadas de lado para más tarde. Es una práctica malsana quedarse más de ocho años (dos períodos de gobierno), parece que acortar esos lapsos sería beneficioso, tanto para el rector como para la propia Universidad. El que salga electo, y esperamos que sea el que mejor representa la opción de progreso de una UMA pública y comprometida con la sociedad a la que sirve, nos referimos a José Ángel Narváez, va tener que imponer una nueva cultura hacia el futuro. Va a tener que resolver los ‘marrones’ acumulados, va a tener que lidiar con la deuda aún impagada por la Junta de Andalucía y va a tener que cumplir con un programa que pone como punto central a las personas y son más de 45.000. No lo va a tener fácil, si recordamos que la crisis de la macro economía española aún no ha sido resuelta. También que los tiempos exigen una fuerte oposición a las fuerzas que quieren hacer de la Educación Superior pública una carrera hacia la privatización. Una Universidad pública a dos velocidades, donde el concepto en que se basa se diluya en iniciativas privadas y el negocio se instale en los campus universitarios.
Con el candidato Narváez electo rector, cumplir con ese plan privatizador encubierto será difícil. Lo acompaña un equipo que tiene muy claro a qué intereses sirve. La defensa y fortalecimiento de la Universidad pública. Posicionar a la UMA como factor de desarrollo de Málaga, Andalucía y España. Incrementar su presencia en los foros y acuerdos internacionales. Formar a sus estudiantes no sólo en los conocimientos propios de sus profesiones, sino en la conciencia de la responsabilidad, que deben adquirir como ciudadanos comprometidos con el desarrollo, la libertad y la democracia. Que nada de eso será posible sin el aporte de la docencia y la investigación, potenciadas por cambios innovadores en la calidad de sus profesores. Y que tampoco lo será, sin la colaboración del personal administrativo y de servicios, que son el apoyo sobre el que gira la vida universitaria del día a día. Y, por supuesto, sin dar mayor protagonismo a la participación activa de los estudiantes, la razón de ser y existir de toda Universidad.
Ahora de lo que se trata es de colocar a la Universidad de Málaga en una posición de liderazgo hacia el cambio social que necesita esta capital y su provincia. Será posible con un rector que tiene la experiencia de haber estado en el gobierno de esta institución, que conoce los entresijos, muchos, variados y complejos, de una empresa pública complicada, formada por personas con una alta formación técnica, docente y práctica. Nadie ha dicho ni pensado que esto sea fácil. La innovación hacia el futuro no es posible sin la experiencia acumulada, que también quiere decir saber dónde se cometieron errores, pero igualmente dónde se hicieron las cosas bien. Narváez es ese rector. Tiene a la UMA en su cabeza y se ha rodeado de un equipo de jóvenes profesionales con experiencia docente, investigadora y de gestión. Consta que la conoce y no se llama a engaños sobre el pasado, pero tampoco sobre lo que hay que hacer hacia delante. Con este candidato el voto universitario malagueño tiene buen futuro.
Hay un tercer candidato, un académico de intachable talante. Se le ha escuchado en foros públicos y no es sospechoso de veleidades privatizadoras, aunque ha flaqueado sobre el 3+2. En esto, no puede haber medias tintas: o se está en contra frontal y sin titubeos o no. Es el meollo de esa privatización encubierta. No obstante, el tercero en liza, aunque lleva años ocupando su decanato, su experiencia en la alta gobernanza es ninguna. Y en estos tiempos no hay ni un segundo que perder si se quiere ganar la batalla por fortalecer a la UMA como un Centro de referencia de la Educación Superior andaluza y española. En cuanto al segundo, es sospechoso de haber permitido a su entorno el juego sucio del ataque personal, de la injuria y las amenazas personales a su oponente con mayores probabilidades de ser el próximo rector de la Universidad de Málaga. No ha impuesto a los suyos el fairplay en una contienda entre caballeros universitarios. Además de tener, según comentan algunos de sus exalumnos, un talante marcadamente autoritario. El voto tiene el futuro en las urnas pasado mañana.
Al autor del artículo, Carlos Pérez Ariza, tan sólo se ha olvidado incluir un pequeño detalle: que él es miembro del equipo que apoya al candidato José Angel Narváez. Quizas estoy explique su análisis tan sesgado y parcial de las candidaturas
PD:Al menos podía haberlo puesto al y final y en negrita, que es lo que no solemos leer
A este le tienen prometido un cargillo y no tiene escrupulos. Como explicara a sus alumnos eso de ser «juez y parte». Un mal ejemplo para sus alumnos de periodismo.