Las puertas de la crisis se abren en el Ayuntamiento de Málaga. La tele municipal, el museo Thyssen y, de nuevo, Limasa entran en escena
No hay tiempo para aburrirse en esta nueva Casona del Parque, donde la oposición se lo pone difícil al alcalde. La composición de 18 oponentes contra 13 concejales de gobierno, dibuja el mapa pequeño de lo que será España a partir del 20D. Esa contrafuerza coloca sobre las cuerdas y en su esquina a Paco de la Torre, que es, como diría Manolo Alcántara, un fajador del ring municipal. Encaja los golpes como un veterano, que acumula el tiempo a su favor. Este es un político que maneja el barco a sotavento, no le queda otra con ese fuerte viento en contra que sopla desde los escaños que se le oponen.
Aunque el Ciudadano Cassá le ha servido de sparring, con su puntual apoyo por escrito, el púgil de la coleta salta la valla por sorpresa y se despacha a gusto contra su socio circunstancial, cuadrándose con sus colegas de los sillones de la izquierda. La polémica de los directores de distritos, de empresas municipales está en la mesa de las ruedas de prensa, cada semana. Ahora salta el cese fulminante de la directora de la Onda Azul. Acusada de parcializada, con el pecado de haber estado en el comando de campaña, al que tuvo que renunciar, se ha creado un halo de poco dialogante, de dirigir a los medios municipales como una casa difusora del gobierno, sin permitir espacio a la oposición, según ellos acusan.
La cuestión se decidirá en un consejo extraordinario, donde quedará cesada y se convocará a esa plaza por concurso público, y que deberá ocupar un periodista. Esta sorpresiva medida, cuando dicha directora había sido ratificada en su cargo en julio pasado, se produce al ser acusada de diseñar una programación sin consenso y no haber cumplido con la transmisión de los Plenos, una mandato de la Cámara edilicia. Esta muerte no anunciada ha conseguido reunir en bloque a toda la oposición, incluidos los avales del alcalde, los Ciudadanos capitaneados por Cassá.
La otra empresa, Limposam, que se encarga de la limpieza de las diversas sedes municipales, también va a ver a su gerente en la calle próximamente. La misma fórmula para cesar y convocar concurso. El otro, rescatado por de la Torre es el recién nombrado gerente de los Aparcamientos, que ya está, igualmente, en la mira de los 18 ediles sin piedad. Pronto, antes de fin de año, vendrán los directores de los distritos, puestos ejercidos por políticos a tiempo completo en tareas vecinales, que es donde están los caladeros de votos. Los oponentes piden que sean funcionarios, cuyos matices son discutibles, ya se sabe el horario laboral de dichos trabajadores. Limasa, la vamos a dejar para fin de año, que es cuando les gusta colgar las escobas.
Y por si fuera poco, la cultura se revuelve en el museo Thyssen de Málaga. Se veía venir un desencuentro entre doña Carmen Thyssen y la Casa Consistorial. La espoleta se disparó con la pérdida de su gran patrocinador, San Miguel (200.000/año), que ha cambiado su política para apoyar al deporte. Eso produjo cancelar la anunciada exposición de uno de los grandes pintores españoles contemporáneos, Antonio López. La primera cabeza cortada, que ya se anuncia por los pasillos de la Casona, es la del gerente del museo, puesto en gran estima por la baronesa. Éste, volvería a su puesto de funcionario en la Gerencia de Urbanismo, sin más, o no. La intrahistoria del museo está plagada de encontronazos. Desde el principio el gerente ha estado acosado por la directora artística, que ha formado bloque con los concejales del ramo cultural. Se han llevado a matar, nunca se entendieron. No ha sido suficiente para el gerente la firme protección de la baronesa, que ha confiado en él desde los primeros días. Al parecer, el alcalde se ha inclinado por la directora y su concejala y deja al protegido de Tita Cervera Thyssen a los pies de los caballos, típica actuación marca del despacho municipal de la Torre, y nos es la primera vez que le da la espalda a ese gerente museístico; ya lo dejó en la acera de enfrente cuando el episodio de la fallida capitalidad cultural.
La gestión administrativa del Thyssen está soportada por dos millones de euros anuales del presupuesto municipal, mientras los nuevos Ruso y Pompidou, suman siete millones entre los dos. La marca de la baronesa ha estado marcada por la polémica desde sus inicios. Incluso en medio de la prensa del corazón, cuando su hijo Borja se peleó con su madre y no volvió a visitar el museo malagueño. La jaula de grillos de la pinacoteca de la calle Compañía, en el magnífico Palacio de Villalón, restaurado con 30 millones de euros municipales, se parece a un culebrón plagado de personajes, que ha durado cinco años de titulares escabrosos. Ahora, seguramente, al descalabrar al gerente, la directora se quedará sola, como jefa absoluta, sin otra cabeza que cortar. La cultura malagueña, esa pequeña hoguera de las vanidades. Sin bicefalia no hay Paraíso.