Los mercados han entrado en la posmodernidad. De humildes plazas de la compra diaria a galerías gourmet. El de La Merced tiene ya ese glamur, Bomberos exige esperar
Están por toda España. Madrid es un escaparate de esta nueva forma de tapear, encontrarse y exhibirse. La noche del pasado viernes el viejo mercado de La Merced parecía una pasarela de gente joven y guapa, más que un acontecimiento político, que también lo fue, aunque con sólo la presencia de los jefes municipales y algún que otro concejal de la amplia oposición. Las fechas, tal vez han sido apresuradas, contaba el arquitecto que ha dirigido esta remodelación, aún quedan flecos por resolver, pero los políticos tienen su calendario. Fue una velada de gente guapa, que masticaba y escanciaba, al tiempo de exhibirse como modelos para resaltar las barras oferentes gratis total. El ambiente parecía haber sido diseñado para recordar y afirmar que la crisis comienza a ser ya parte de un brumoso pasado, que se resiste a terminar. No se recordaba en la city un festín de ese calibre desde 2007.
No todos los 23 sitios de hostelería estaban abiertos. Y los veinte de abastecimiento aún demorarán una semana, al menos, para poder abrir al público. No se ha conseguido todavía en ningún mercado municipal que esos puestos de la compra abran por la tarde, deberían tener un turno vespertino, al menos dos o tres días a la semana, más que todo para que quienes laboran por la mañana puedan acudir a comprar sus bastimentos. Compaginar horarios también forma parte de una ciudad cosmopolita, smartcity y asiento del Club Málaga Valley. Posmodernos para algunas cosas solo. Sí estarán abierto desde las 11:00 horas hasta las 00:00 o 02:00, según los días, los gastronómicos. La ciudad avanza a su ritmo, tampoco nos pongamos exigentes más allá de los insondables vericuetos burocráticos.
Pero llegaron los bomberos, y han dicho que hasta que no se terminen los trabajos nada de abrir al público. Exigen que se instale una placa protectora que aísle el área del mercado de la parte superior del edificio, donde hay oficinas. Así que la masiva reunión, plagada de glamur del pasado viernes, se puede calificar como de preinauguración, o sólo una ‘presentación’, como la ha calificado el propio alcalde, Francisco de la Torre. Hacer coincidir los intereses políticos con los privados, que gestionarán el Mercado Merced, es misión imposible. Los bomberos, al cumplir con su tarea preventiva, han aguado la fiesta inaugural prevista para el pasado sábado. Cuestión de tiempos, que rara vez concuerdan. Según publicó un diario local, lo que consumieron los asistentes del viernes noche fue un catering, ya que los locales de comida aún no estaban listos para el ágape. La polémica, una más en la intensa vida municipal actual, está servida y esta vez no será gratuita. La oposición ya ha pedido explicaciones escritas ante las prisas en abrir sin el permiso preceptivo de Bomberos.
Fuera aparte de los entretelones de la tramoya inaugural, el concepto se va imponiendo en España. Demuestra signos, que, como este, acercan a una vida cosmopolita grata a la europeidad a la que dicen pertenecemos con todo derecho. El nuevo Mercado Merced ha sido remodelado a un coste de 1,3 millones de euros, que incluye el canon que los concesionarios abonarán en su día al Ayuntamiento de Málaga, por lo que obtienen la explotación del recinto durante los próximos veinte años. La apuesta es segura, si se toma en cuenta que la gente comienza a gastar más en ocio y sale con mayor alegría; las duras penas se olvidan más rápidamente si hay buena comida y bebida a precios razonables, aunque ya nada volverá a tener los costos de antes. Incluso las viviendas empiezan a subir de precio poco a poco. Los abanderados del proyecto, que abrirá sus puertas finalmente, cuando los bomberos den el sí, son: José Luis Blanco y Ezequiel Blanco, promotores del nuevo Mercado y Luis de Lezama, quien supervisará a todas las empresas presentes en el recinto, al poseer la experiencia del grupo que gestiona el emblemático mercado madrileño de San Miguel.
Para quien escribe, ver este gesto de posmodernidad remueve el pasado, no tan lejano, cuando una señora abuela llevaba de la mano a su pequeño nieto a hacer la compra diaria en esta misma plaza. Era un lugar oscuro, sucio y mal oliente. Málaga ha avanzado, quién lo duda. Se pueden señalar deficiencias, como las prisas por abrir un espacio al público que aún no está concluido. Pero la mayoría de las personas que plagaron el Mercado gourmet disfrutaron orgullosos del glamur de una noche donde nadie se preocupó por llenar la cesta de la compra. Cuando los bomberos den su autorización, el personal ya sabe que sí tendrán que dejarse allí los euros del yantar y bebedizos.