Pleno al 18. Hizo bingo la oposición y le cobran el recibo del agua al regidor. Además, le obligan a coger la escoba para barrer de verdad la ciudad
Agua va y Málaga limpia. Dos posibles eslóganes que tienen un significado profundo en cuanto a la gobernabilidad del Ayuntamiento. El alcalde de la ciudad tocó dos temas nucleares para los ciudadanos: Metió la mano en el bolsillo de todos los hogares con el alza de las tarifas del agua, penalizando a los solitarios (muchos, demasiados) y no ha querido coger la escoba para resolver el mal funcionamiento de una empresa mixta (municipal/privada), que tiene a la ciudad en estado de sitio por suciedad. Ahora, sin mayoría absoluta, como ha venido gobernando sin estos sobresaltos durante 15 años, la oposición le planta cara, incluido sus ‘socios’ circunstanciales, los tres Ciudadanos, que le ha permitido formar su gobierno. Le obligan a revisar a la baja el recibo del agua y le explota en la cara la oscura situación de Limasa, esa empresa que no limpia ni bien ni al completo.
Incluso su concejal de Medio Ambiente y Sostenibilidad, Raúl Jiménez, no pudo sostener porqué Limasa funciona mal. El gerente, Rafael Arjona, uno de los entronizados en la capa alta de salarios, es una figura de papel, que no ha podido ni ha sabido organizar a esa empresa. Los mismos funcionarios han denunciado los entretelones internos, que recuerdan a prácticas mafiosas por parte de los sindicatos y de los empresarios privados. Y el alcalde mirando al cielo a ver si caen escobas nuevas. Pues ya le han caído. La oposición, que son 18 concejales contra sus 13, lo ha conminado, vía votación en el Pleno del jueves pasado, a que solucione de una vez esas dos tareas: el recibo del agua y la limpieza integral de la ciudad.
En Mare Nostrum lo hemos dejado escrito en más de una ocasión. La decisión y la peor explicación del aumento de las tarifas del agua para los malagueños, unos en detrimento de otros, ha sido una mala forma de encarar el coste del agua. Pareció más un impuesto trágala, y en plena crisis de muchos hogares, que una respuesta razonada. La justificación de la poca agua (11 litros) que el regidor gastaba al ducharse, sólo fue una muestra de una pésima justificación. Ahora, va a tener que rectificar a fondo lo que ya había comenzado a hacer Emasa de forma parcial. Gobernar en minoría y con un socio levantisco, que se le coloca de frente por la derecha, no es precisamente cómodo. La pregunta es cuánto tiempo aguantará así este gobierno municipal. O si los tres Ciudadanos, pasarán a engrosar las filas del PP en el Ayuntamiento, y alcanzar la deseada mayoría suficiente de 16 concejales; ganas no le faltan a de la Torre, aunque los de Cassá deben esperar a los resultados electorales nacionales próximos, para ver si se les aclara su propio patio en Málaga.
El tema de los gerentes y concejales ineficientes está sobre la mesa. La oposición sugiere que el de Limasa y el delegado de Medio Ambiente/Sostenibilidad dimitan de inmediato. El primero por inútil, aunque muy bien pagado. El segundo por aceptar que su gestión no tiene siquiera un aprobado. En cualquier empresa privada seria, ambos estarían cesados hace tiempo. Pero la parte privada de Limasa ni es seria ni está por la labor que se la ha encomendado, aunque sí por hacer caja sin cumplir objetivos mínimos. El concejal en un alarde de sinceridad –‘estuvo autoexigente’, le defendió el alcalde–, expuso sus datos: “la suciedad se debe en un 20% a la falta de civismo, un 30% por los árboles y el 50% restante por el servicio de limpieza”. Una vez, Arjona, declaró a quien esto firma, que si los malagueños fueran más cuidadosos, Limasa ahorraría unos 60 millones de euros/año. Pues no hemos visto una campaña para educar a los ciudadanos para que no ensucien a su ciudad. En los porcentajes esgrimidos por el concejal Jiménez, destaca que el 50% del problema de la limpieza está en el servicio de la empresa, que es malo, malísimo; suspendido por él mismo y ratificado por los propios operarios. El verano tiene la culpa, dice: más gente, cero lluvias.
El otro gerente en salsa es el de Emasa, José Luis Rodríguez, quien ocupa otro trono en los asalariados altos del Ayuntamiento. Su tarea ahora será conseguir un ‘equilibrio presupuestario’, dice el alcalde, para que la revisión de las tarifas a la baja, no perjudique el funcionamiento de la empresa de aguas. Tal equilibrio es que pague sus gastos de operación, y no que dé ganancias; y si las da mejor, pero no a costa del bolsillo de los usuarios. Una empresa municipal, como Emasa no está ahí para ganar dinero, sino para dar un servicio a un justo precio. Hay otras empresas municipales, que cuando dan pérdidas el Consistorio las asiste dándoles el presupuesto que les falta. Mirar la gestión de ese dinero público sí que es una prioridad, señor alcalde, y no necesita usted que la prensa se lo recuerde.
El mar de fondo municipal es que se acaba de abrir la veda de todos contra el gobierno de Paco. Le van a amargar estos cuatro años, a menos que atrape a Cassá y sus mosqueteros en sillones de gobernanza. Este alcalde no es de los que se rinde al primer asalto. Va a resistir, como lo hará Bendodo en su predio. Pero la espada está colgando del techo del Salón de Plenos. Esto sólo acaba de empezar. En la mesa quedan otros asuntos bajo protesta: El Monte Gibralfaro. El Polo Tecnológico. El avance del Metro. El edificio de la plaza La Merced. El hotel Moneo, entre otros temas, que se bambolearán de pleno en pleno.