Playas que ladran

23 Jun

Si no hay acuerdo Junta/Ayuntamientos malagueños, este letrero puede aparecer

‘Los perros ladran, luego caminamos’. Pero con la Junta hemos topado. Las playas para canes tienen que estar autorizadas, cuestión de sanidad

Si en una playa del litoral malagueño usted no puede bañarse, entonces su perro sí podrá. La consejería de Medio Ambiente así lo dictamina, recordando que ninguno de los tres municipios: Málaga, Rincón y Fuengirola lo ha solicitado formalmente. La responsable del tema en la ciudad dice que el Ayuntamiento sí tiene los papeles playeros/perrunos en regla. La cosa ha levantado revuelo en las redes sociales, terreno abonado para abrazar causas ciudadanas. Además hay muchos que piensan y dicen que ‘mientras más gente conocen más aman a sus perros’. Y es que hay perros mejores que algunas personas, lo ratifica Pérez-Reverte, que sabe mucho de perros y de hijos de perra. La Junta aplica el reglamento y avisa que hay 14 municipios malagueños, así como la Costa del Sol occidental y Axarquía que no podrán tener ese permiso para perros. Los perros, no consultados aún, empiezan a ladrar desconsoladamente.
La polémica a la que acostumbra la autoridad municipal malagueña y las de la Junta está servida, esta vez con coro de ladridos de lamento. Esta vez la disyuntiva se centra en que los canes pueden retozar en la salada mar siempre y cuando una determinada playa no sea apta para el baño de los amos. Es el caso de la que está entre el Rincón y Málaga (arroyo Totalán), que entra en esa excepción a la regla. Aunque desde Sevilla advierten que sí, pero no han tramitado la autorización sanitaria. Un trámite burocrático que de no cumplirse podría producir una sanción administrativa. En resumen, los perros pueden retozar entre las olas en playas no aptas para el baño de los humanos, siempre y cuando tengan el visto bueno de la sanidad comunitaria. El verano ya está aquí y los perros reclaman su derecho al baño salado y relajante, que con tanto pelo sienten más la caló.
La disputa se fraguó a principios de este mes. La Junta recordó a los catorce municipios con costa de Málaga, que no podrían tener esas playas a disposición de los saltarines canes, pues no habían hecho los deberes burocráticos. La cuestión se trabó por el permiso sanitario. Es curioso, que la Junta se ponga tan celosa con el baño marino de los perros, mientras las aguas de ese litoral son ricas en ‘natas’, esos desechos que nadan espumosos en el oleaje y van a morir a la orilla tras nadar sin depuradoras suficientes. Y eso en playas de la Costa del Sol, ese orgullo del turismo nacional e internacional. La vida diaria de los que gobiernan es así.
Mientras la autoridad municipal malagueña insiste en que su playa es apta para que los perros se bañen; sus amos, asociados en las protectoras de animales han entrado en liza. Están tan cabreados que muerden. Sostienen que la playa malagueña citada es apta para los animales y no para humanos, pero la Junta insiste que además tienen que tener la autorización del departamento de Medio Ambiente y Sanidad, de allí la prohibición y la amenaza de multazo. La primera playa canina fue autorizada en 2012 en Casares. Le siguió la de la capital/Rincón y Fuengirola. La Junta está informada de esos espacios acotados, sólo para animales, pero los dueños de mascotas y los ayuntamientos ven absurdo que ahora se les prohíba. Cuando empieza el verdadero verano, en todas esas playas puede aparecer el letrero ‘Perros NO’, aunque ya ha advertido nuestro compañero de La Opinión de Málaga, José Luis González Vera, que ‘no sin mi perro’.
La ley es dura, pero es la ley, que decían los romanos; una vez más se impone con su implacable lógica que nadie parece entender. Los usuarios argumentan que son muy cuidadosos en cuidar esas playas, recogiendo las cacas de sus animalitos. Pero los sanitarios lo dudan y exigen su autorización. Estaría bien y mejor que, al mismo tiempo, impusieran un celo extremo en evitar que los detritos naden hasta la orilla de todas las playas del litoral malagueño. Cuatro barcas recogiendo las eufemísticamente llamadas ‘natas’ no parece el método más eficiente para resolver este problema, también sanitario, en las aguas donde se bañan personas y no perros. Resolver la instalación de las depuradoras de las aguas residuales es la verdadera solución, demorada una legislatura tras otra.
Mientras tanto, la voz de los amos: ‘Perros a nadar’ no parece que se pueda escuchar este verano por las arenas playeras de Málaga. Sin embargo, sí se podrá oír ‘Playas que ladran’, el desconsuelo de amos y mascotas obligadas al secano sin oleaje que las bañen.

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