Ahora que la carrera municipal arranca en Andalucía, la transparencia brilla por su ausencia y no aprueba con claridad en una investigación académica
En días electorales todo el campo es orégano. Huele a promesas y programas que descansan en los cajones oficiales tan pronto se gana en las urnas. El control de esas ofertas es mínimo. Es difícil reclamar que se cumplan. El control de los ciudadanos sobre quienes las hicieron es prácticamente nulo. Y es que los Ayuntamientos andaluces son muy pocos o nada transparentes. Les cuesta mucho abrir las puertas oficiales a la información. Así lo indica una investigación coordinada por la profesora Teresa Vera Balanza desde la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UMA. De 384 Consistorios analizados, sólo 44 (11,45%) cumplen aceptablemente, una muy lamentable proporción. Destaca el estudio que las actas de los plenos, las contrataciones públicas o las retribuciones de los cargos no aparecen con claridad en la mayor parte de las WEB municipales. Ya es hora, ahora que algunos políticos airean tener listas abiertas, segundas vueltas y elecciones directas. Prometer y no cumplir sale gratis.
Pero votamos cada cuatro años, como el acto supremo de la democracia. Ya eso no es suficiente. La ciudadanía han crecido y presiona porque los políticos cumplan con su contrato cuatrianual. Promesa hecha, promesa a cumplir. La manera de controlar eso es que todo se publique, y se pueda contrastar. Mecanismos tecnológicos no faltan. Todos los Ayuntamientos tienen flamantes páginas en internet, otra cosa son los contenidos a los que se puede acceder. Seguimos con esa vieja costumbre heredada de los años oscuros de no ventilar las cosas de la política.
Otro índice indicador de este tema es Dyntra, que coordinan un grupo de expertos en política y analizan la transparencia a partir de 143 indicadores. También lo hace Transparencia Internacional. Todos coinciden en que la nitidez está extraviada en la mayoría de los municipios andaluces. La ‘cultura de la transparencia’ relumbra por estar escondida en los recovecos de la cibernética. Según Vera, ‘las condiciones para un mejor control democrático no son óptimas’. Quienes revisan el tema coinciden: la transparencia brilla por su ausencia.
De las capitales andaluzas, dice el análisis de la UMA, Jaén, Almería y Granada sacan suspenso. Huelva ha avanzado de suspenso (26,83%) a un aprobado (68,29%) de transparencia en un año. Los Ayuntamientos menos opacos son Sevilla y Málaga con un 78,05%, aunque siguen muy alejadas de los baremos de Madrid o Barcelona, que superan el 90%. Cádiz aprueba por los pelos; 53,66% y Córdoba con 56,10%. El panorama de las ocho cabezas de provincia no es alentador. Tres suspensas, tres aprobadas y sólo dos notables. Queda mucha luz por encontrar en esas páginas electrónicas de la transparencia, que deberían cumplir con esa normativa nacional y regional.
Si paseamos por las ciudades más pequeñas el mapa muestra lo siguiente. Un pueblecito de Granada, Huétor Vega con casi 12.000 pobladores da la sorpresa. Alcanza el 90,24% de nitidez informativa. Otros, más famosos como La Línea de la Concepción o Torremolinos, sólo alcanzan un escaso suspenso con 19,51 y 24,39%, respectivamente. Si nos vamos a la tierra del olivar por excelencia, Jaén, el asombro es mayúsculo, no sólo saca suspenso la capital sino todos los municipios de esa provincia. Un ejemplo de que nunca está de más investigar a los munícipes de la ancha Andalucía. Es evidente que la norma estatal y regional, apunta Vera, no se cumple a cabalidad y en algunas zonas se incumple absolutamente.
Y aunque de las grandes ciudades con más de 50.000 habitantes, sólo 12 suspende en este análisis, los municipios más humildes en población destacan por estar cumpliendo con esa norma que persigue ampliar el ejercicio de la democracia ciudadana. Son, entre otros, El Puerto de Santa María, Palma del Río y Vélez-Málaga con un notable alto, 85,37%. También Chiclana, con 80,49%; Roquetas del Mar y Peligros con notable, 79,05%. Señalan que la investigación no ha sido un camino bañado por pétalos de rosa. Es sabido que investigadores o periodistas tienen que saltar la carrera de obstáculos a la que les someten las administraciones públicas, excesivamente celosas de su intimidad.
La transparencia es una práctica de Estados democráticos avanzados, desarrollados. España todavía parece vivir en las épocas que tanta leyenda negra creó alrededor del oscurantismo represor, que nunca dejó que se abrieran las ventanas y las puertas de la cosa pública. Ya es hora de empezar a hacerlo sin miedo a que se sepan los detalles de los gobiernos. Tal vez así, las largas manos del saqueo se lo piensen unos minutos antes de actuar.