Ante la soledad del triunfo se impone un vuelco político definitivo en Andalucía. La ahora presidenta votada debe asumir como tarea principal dar empleo
Bajarse de ese pesado pasado de casi cuatro década gobernando, descargar lastre, refundarse realmente en el camino que llevo al PSOE a ser el partido decisivo en la construcción de un país del siglo XX, europeo y del mundo real. Volver a esa senda de la socialdemocracia europea, que tanto les ayudó. Entender que el paro endémico de esta tierra, con o sin crisis, tiene unas causas claras: no han diversificado la economía andaluza suficientemente. Se ha conformado con poner todos los huevos en la misma cesta. Turismo, campo y poco más. Eso ya era así antes de la crisis de 2008. Ahora la cosecha es amarga: 34 por ciento de la fuerza laboral no trabaja. Y la economía sumergida sigue campando con porcentajes altos, (entre 20/25%). Esta joven presidenta de Andalucía lo ha dicho claro, falta que pueda poner en marcha una revolución económica impostergable. Tenemos en esta tierra, ha dicho: “(…) una falta de tejido industrial potente ya que hubo decisiones históricas que potenciaron esa industria en otros territorios, y una dependencia excesiva del sector agroalimentario, del turismo, lo que implica estacionalidad en el empleo. Lo vamos a superar desde la innovación, aplicando la economía digital de forma transversal a todos los sectores económicos. Potenciaremos sectores emergentes, como el aeronáutico, la biotecnología o las energías renovables, y revitalizaremos sectores tradicionales desde la innovación. Si unimos ambas cosas, Andalucía dará el salto”. Más vale pronto que tarde.
Este país, está encallado en la Transición que garantizó un sistema democrático, libertad, Constitución, nueva organización territorial administrativa, pero han pasado casi cuatro décadas, desde 1978 y el mundo ha cambiado. Hay que adaptarse a esos cambios sin más demora. Ahora suena el viento de una más que necesaria y verdadera revolución democrática, que pase por actualizar el poder judicial, sin justicia no hay libertad. Pase por adecentar el ejercicio público y no solo con la honradez que se les presume, sino con actuaciones realmente honestas. Pase por señalar y condenar a todo acto delictivo con los dineros públicos. Pase por crear empleo, es hora ahora de ser valientes y emprender sin temor esa revolución. El PP, que ha tenido y tiene híper mayoría absolutísima, no ha dado pasos valientes e imprescindibles para proponer, iniciar y consolidar cambios fundamentales. La resistencia a ponerse al día nunca ha garantizado resolver los problemas de los ciudadanos.
El arco parlamentario andaluz se amplía con dos nuevos protagonistas en el elenco. Además de los tres actores principales, aparecen ahora los novísimos Podemos y Ciudadanos. Se tensa la cuerda a izquierda y derecha. Pero con la novedad de que ninguno de los dos principales tiene una mayoría total para gobernar. Se pone de moda el verbo pactar. Pero no es esta tierra propensa a conjugarlo. La historia está ahí, basta releerla. Aquí es difícil negociar, es una tarea poco conocida, siempre hemos suspendido en esa materia. Tenemos un ejemplo cercano, el pacto PSOE/IU no llegó a buen puerto, aunque duro tres tensos años. Otro, contra natura política, PP/IU en Extremadura ha mantenido el precario equilibrio como excepción que confirma la regla. Pero Andalucía va a tener que aprender esa geometría asimétrica (otra palabra de moda) de gobernar a través del proceloso camino de los acuerdos puntuales, las abstenciones ventajosas y el de un gobierno equilibrista en permanente desasosiego.
En estos resultados reales al día de hoy, PSOE 47 diputados; PP; 33; Podemos, 15; Ciudadanos 9 e IU, 5. Se han desmembrado un tanto las encuestas más sesudas, y comprobado con el voto contado, que ni Podemos sobrepasaba los 20 parlamentarios, ni IU se hundía tantísimo, aunque ha tocado fondo; aunque los sorpresivos Ciudadanos ha clavado una pica en territorio andaluz desde Cataluña. Los indecisos también votan, y la abstención ha sido alta. El votante andaluz, como viene siendo su costumbre, ha puesto a cada uno en su lugar. El mandato que emite es que hay que ponerse a resolver los graves problemas de Andalucía: desempleo, corrupción y diversificación del tejido empresarial. Además, se ha votado por preservar, hasta donde sea posible, el estado de bienestar, que no hay que olvidar, cuesta dinero, y eso está vinculado directamente con las cotizaciones de quienes trabajan; todo está relacionado.
Si Susana logra dar el ‘salto’ que cita en esta legislatura, aquí hay PSOE para rato. Los resultados indican que el bipartidismo sigue vivo, PSOE y PP sumados dan 80 diputados de 109. Eso indica que el sistema de dos partidos fuertes no es malo, siempre y cuando se regeneren desde dentro, ponga seriedad máxima a sus tareas y no olviden que los votos que los mantienen lo pueden quitar. Sin desconocer que la puerta a otras aventuras políticas se acaba de abrir.