Los estudiantes de la UMA han puesto de moda el Metro. La novedad siempre atrae a la juventud. El Bus parece analógico a estos nativos digitales
Un alumno que llegaba 10 minutos tarde a una clase práctica de las 08:30, se justificaba: ‘Perdí el Metro’. Pero 200.000 pasajeros han elegido viajar más rápido, más limpio y más barato (comparativamente) en esos vagones picassianos posmodernos, y han aparcado a los trastos de la EMT. Esa pérdida densa ha sido tan sólo en el pasado mes de septiembre, cuando aún no habían comenzado las clases. La contabilidad para el mes de octubre y siguientes, con el curso en pleno desarrollo, puede ser aún mayor. Esto debe llamar a reflexión a quienes han planificado las rutas de los autobuses, sin, tal vez, coordinar mejor con los directivos de Metro/Málaga. Una vez más las administraciones trabajan en frecuencias distintas y no logran escucharse.
En todas las ciudades del mundo donde se inaugura una red de trenes urbanos, conocidos genéricamente como Metro, se impone una coordinación con el transporte terrestre de superficie: autobuses, redes de taxis y aparcamientos de vehículos. Es la lógica de hacer más eficiente el transporte público a los ciudadanos. También para optimizar que toda el entramado dé un mejor servicio y optimice sus resultados económicos. Eso, al parecer, no se ha hecho en Málaga. Una EMT municipal del PP parece hablar un idioma diferente y un Metro construido casi a partes iguales por la Junta de Andalucía y este ayuntamiento, ignora mucho a su socio en este tema. La polémica está servida, ya el alcalde de la ciudad ha asomado que revisará los pagos pendientes a esa Junta tan distante para él en este como en casi todos los asuntos públicos, donde hay dinero de por medio.
El empecinamiento se atrinchera en la casa Consistorial. El concejal responsable de la Movilidad, emite una declaración sorprendente: ‘el dato de septiembre no es aún significativo’ y ‘hay que esperar de seis meses a un año para comprobar si la pérdida de 200.000 viajeros en un mes es suficiente para modificar rutas de autobuses o no’. ¿Qué tendrá que perder la EMT para organizarse en función de las rutas del Metro (dos hasta ahora) que no van ni pueden ser modificadas? Las vías del metro, sus túneles bajo tierra o en superficie, están ahí para siempre. Vendrán nuevas, pero las que hay son las que hay. Son las rutas de los autobuses, los suyos, los que tienen necesariamente que adaptarse al Metro y no al revés. Es una realidad que los técnicos de la EMT, si son responsables y verdaderamente profesionales tendrá que aceptar. Lo grave es que no se haya hecho antes de que el Metro comenzara a rodar.
Este concejal también ha dicho que ‘el deseo municipal es buscar una complementariedad entre los dos medios de transporte’, al parecer ya está tardando en hacerlo. En tal sentido, las líneas más sensibles a la puesta en marcha del metro son los autobuses 8, 4, 15, 16, 3 o 11, que como en el caso de este último, por citar uno, cumplen un enlace desde el Este a la Universidad (oeste) de gran utilidad para quienes viven tan alejados de las Facultades, y donde el Metro no llega aún. El debate resurge. Ambas administraciones (Junta/Ayuntamiento) han venido ventilado la polémica, donde el punto era el reordenamiento de las líneas de autobús, que evitara lo que se percibe ahora: el solapamiento de trayectos. Este ‘hurto’ de viajeros a la EMT es producto de que las autoridades municipales no han querido escuchar a los técnicos del Metro. Técnicamente los autobuses tienen paradas cada 200 metros o menos, mientras el Metro se extiende 400/500 metros entre una estación y la siguiente. La Junta les pedía que las líneas fueran transversales a esas estaciones para facilitar su contacto con las zonas donde no hay, ni seguramente habrá vías de Metro. El Consistorio siempre miró para el techo. Sólo hizo, recientemente, la fusión de las líneas 3, 20 y 11, que compiten en alguna medida con el trazado del Metropolitano.
La realidad es tozuda y esos 200.000 viajeros perdidos por el Bus y captado con facilidad por el novísimo Metro picassiano, pesan como una losa de mármol. Los técnicos de la Consejería de Fomento y del Ayuntamiento se han visto las caras ya en dos ocasiones, se impone que consigan una verdadera y eficaz interacción de las dos formas de transporte público. Si lo consiguen será en beneficio de los ciudadanos malagueños que es lo que importa. Por ahora, los alumnos prefieren los vagones lustrosos del nuevo Metro.
En vista a la expansión del Metro, que avanza hacia el propio centro urbano de la capital, urge aún más que se organicen ambos transportes, pues necesariamente las paradas de Bus, muchas cabeceras de líneas, en la Alameda, esa frondosa puerta de entrada al casco histórico, tendrán que moverse de lugar para dar paso a unas obras que han traído ríos de tinta periodística y sigue manando.