Gálvez y otros héroes

22 Jul

Bernardo de Gálvez en la batalla por Pensacola en la Florida

EEUU cumple la deuda con el general Bernardo de Gálvez; quien comandó la ayuda a los americanos, venciendo a los británicos en el sitio de Pensacola

Era hora de que a este heroico militar español y malagueño se le reconociera en la tierra que ayudó a liberar. Lo ha aceptado, finalmente, el Capitolio estadounidense donde se colgará un retrato de Bernardo de Gálvez. Esa es la noticia, que a muchos parece insignificante, pues pocos conocen a este personaje. Y es que en la escuela y en la Universidad habría que instruir más a fondo en la historia común de España y América toda, que no es poca.
Los sucesos acaecieron entre 1780/81. Gálvez, que ya estaba en América, se le encargó comandar a una fuerza combinada marítima/terrestre para poner sitio y tomar la capital de la Florida, Pensacola, que había sido española y estaba en poder de las fuerzas británicas. La guerra contra los ingleses, declarada por Francia y España tenía como objetivo, no sólo presentar batalla en favor de las 13 colonias americanas que luchaban por su independencia, sino la posibilidad de recuperar Gibraltar, ese peñón inalcanzable aun hoy, e incordiar a la propia isla desde el estrecho de Calais. Es decir, mundializar el conflicto o todos contra los británicos. La toma de Pensacola significó un avance sustancial hacia la independencia total de aquellas 13 colonias.
Había voces en España que se oponían. El conde de Floridablanca exclamaba que eso era abrir las puertas a las señales independentistas de las propias colonias de la América española. Y esa fue una de las consecuencias. En las filas del ejército de Gálvez, estaba el capitán de infantería, Francisco de Miranda un criollo caraqueño, hijo de canarios, que había luchado ya al mando de Gálvez en la campaña de Árgel. El capitán Miranda iba en la bandera del Regimiento de Aragón, bajo el mando del general Juan Manuel de Cagigal, quien sostenía discrepancias con Gálvez. En Pensacola se cruzaron los héroes. Miranda, futuro líder e inspirador de la independencia de las colonias españolas de América, se destacó en la toma de aquella ciudad de Florida y fue ascendido a teniente coronel. A partir de allí, y perseguido por la Santa Inquisición, Miranda deserta y se dedica en cuerpo y alma a construir la idea de la libertad de la América española. Cosa que le costó la vida.
Ahora se equipara a Gálvez al general francés Lafayette, quien fue la figura señera de la Francia aliada de Washington. La historia tiene recovecos y alianzas sorprendentes. Todos los inspiradores de aquellas revoluciones alentadas desde el siglo de las luces, eran masones. No así Gálvez, que aunque siendo un aristócrata liberal era español y se cuidó muy mucho de no dar alas a la Inquisición en su contra. Tal vez por eso persiguió a su general Cagigal y al propio Miranda a quien acusó de espiar para los británicos. A veces la historia coloca a los héroes en sus pedestales. Miranda está inscrito junto a Lafayette con todos los héroes de la revolución francesa en el Arco del Triunfo de París. Ahora le ha tocado a Gálvez en el Parlamento que ayudó a crear para gloria de la libertad americana. No supo, que comenzando el siguiente siglo XIX le tocaría el turno a las colonias españolas, que él había contribuido a consolidar.
No cabe duda, tal como lo demuestran los documentos de la época, de que el arrojo, la valentía y determinación de Gálvez permitió culminar con éxito la toma de Pensacola. Su famosa arenga, ‘Yo solo’, como ejemplo del jefe en la batalla, arrastró al resto de los navíos españoles y franceses a tomar cada uno de los tres fuertes que defendían la ciudad. Supuso el fin del dominio inglés en el golfo de México y el Caribe, ya que sólo conservaron la isla de Jamaica. Los americanos siempre han reconocido el gran aporte a la victoria final que significó esa batalla. Pero han tardado en colocar allí a la figura que lo hizo posible. Ya está zanjado. Gálvez, murió joven, el 30 de noviembre de 1786, a los 40 años, siendo virrey de la Nueva España, el México actual, pero con una extensión territorial mucho mayor que la de hoy día. Honor a quien lo merece.

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