REX-PUBLICA

10 Jun

Padre e hijo, ambos reyes de España

Mientras sigue la nube negra sobre la Tabacalera, y ahora se quiere ir el único museo que queda allí, los sucesos sucesorios marcan agenda nacional y local

Cualquier atisbo de republicanismo es situado en este país a la izquierda de la izquierda: indignados y otras hierbas. Y ojo, que hay muchos republicanos agazapados en el centro tirando a liberales y socialdemócratas. Además de ser una palabra satanizada en España, porque se asocia a fracaso político, a desestabilización, a ruina y muerte. Y eso, aunque estemos rodeados de naciones republicanas, desde Portugal a Alemania en esta UE, donde conviven toda clase de democracias con sus corcheas reales particulares. Sacar el debate de ese sello haría bien a una discusión de verdadera altura y seriedad. Reformar a mejor esta democracia (Monarquía/Parlamentaria) es prioritario antes de iniciar la otra discusión. Si el nuevo monarca/Jefe del Estado está por la labor, bien; pero son los partidos mayoritarios y las terceras/cuartas fuerzas quienes gobiernan España y en ellos está tal decisión. Aún no se atisba nada en el horizonte, sólo preparativos sin boato del cambio de uno por otro rey, la continuidad la da el apellido.
Lo local en esta sociedad mundial globalizada no escapa a los acontecimientos generales. En este caso, la sucesión en vida de un rey por otro, hecho inédito en la joven democracia española, no escapa a los vaivenes políticos que van desde la votación europea al relevo del jefe de los socialistas oficiales españoles del PSOE y su repercusión en la vida política española, especial y directamente en la andaluza, con elecciones regionales y municipales en el horizonte de un año, poco más o menos. Todo, además, dentro del vital cambio generacional, que ha llegado en primavera con la salida a escena, como primeras figuras, de un joven, aunque suficientemente preparado, rey; una reina acompañante de origen plebeyo y profesional del periodismo, antes que soberana, y de mujeres y hombres de la política que apenas rozan los cuarenta años de vida. Se podría adelantar la hipótesis de que algo nuevo sucede en España.
Tal novedad pasa necesariamente por un cambio constitucional que coloque a España como República Federal o siga como hasta ahora. Habría que abrir esa discusión con la mirada puesta en una ampliación de esta democracia empezado por los propios partidos políticos, que son los gobernantes del país. En ese debate necesariamente habría que colocar la elección de un jefe de Estado en lugar de su designación a dedo monárquico hereditario, aunque si ese es el deseo de los españoles votantes no habría nada más que hablar. Si hoy, el nuevo rey que viene, Felipe VI sometiera a votación su elección como jefe del Estado español, seguramente ganaría por más del 50 por ciento de los votos, porque en España él tiene una imagen positiva al calor de no haber estado aún en la primera fila del candelero público.
Sin embargo, como casi todas las instituciones públicas y privadas españolas, la monarquía no ha estado exenta de escándalos ventilados en los medios. Desde los viajes de cacerías mayores del rey a las andaduras corruptas de su yerno; y, como cualquier familia, de desavenencias entre sus miembros, divorcios y otras aventuras. El manto de la corrupción generalizada ha arropado a todos o casi los que tienen responsabilidades de gobierno grande o pequeñas. Repasen ustedes desde los dos grandes partidos a municipios tan importantes, aunque pequeños, como Marbella o grandes CCAA, como Valencia, Cataluña, Galicia o Andalucía, donde las bandas organizadas han esquilmado los fondos públicos con el apoyo más o menos directo de los políticos electos.
En este sálvese quien pueda, donde la Justicia está desbordada y sin recursos suficientes y una investigación dura años con fecha de caducidad sobre las cabezas de los magistrados, la policía de investigación y las fiscalías, no hay mañana en que no despertemos con otro caso de pillería generalizada (el más reciente la gasolina adulterada), un país digno de ser cambiado por estos jóvenes que ahora toman el cetro, el curul y el sillón andaluz. ¿Tendrán esa valentía, visión de futuro largo? ¿Le acompañarán fuerzas suficientes para vencer la resistencia al cambio tan arraigada en este país? Este primer capítulo de la nueve serie ‘Cuéntame qué está pasando’ acaba de empezar.

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