A la cola de las regiones más deprimidas de la UE. Con un gobierno quebrado y con graves sospechas de corrupción sobre el dinero público. El laberinto se enreda
Con unos camaradas revoltosos en plan bolcheviques del siglo XXI; un PSOE en busca del ‘Arca Perdida’, donde se guarda a buen recaudo la socialdemocracia; unos dineros europeos y españoles para cursos que no se dieron, y cuyas empresas ya no existen y los controles de la Junta no se aclaran o no se realizaron oportunamente; a la presidenta Susana Díaz se le va borrando la sonrisa de la cara, que exhibió junto a Antonio Banderas, vestido de nazareno en Málaga. Súmesele a este panorama laberíntico el paro endémico, que no baja del millón de andaluces haciendo cola hacia la nada. Desmontar esas filas del desempleo es prioridad absoluta del gobierno socialista. Lo ha venteado la presidenta, recordando el ladrillo salvador. Acabar con esa lacra es el eje de la próxima campaña electoral, que les permita presentarse a una reelección sin necesidad de socios incómodos. El patio andaluz no está para bulerías. Ni para adelantos electorales en el vacío, los más recientes sondeos apuntan a otra cohabitación.
Corrupción y paro acosan al gobierno en Sevilla desde fuera y los camaradas de IU desde dentro. Una pinza que deben darle malos sueños a la presidenta más joven que ha tenido Andalucía y la primera mujer que gobierna desde San Telmo. Es la esperanza blanca del PSOE-A e incluso del que mira a los territorios históricos perdidos: Extremadura, Castilla-La Mancha. Una mujer joven, que se ha hecho con el poder ejecutivo andaluz y con la dirección máxima de su partido por aclamación. El horizonte parecía volver a respirar en socialista. Pero esos perturbadores socios, el cáncer de la corrupción y la mala administración que se extiende y oscurece ese amanecer del Susanato.
La Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) y la Fiscalía Anticorrupción le ha dado la puntilla, vaya, el detalle que faltaba. Investigan irregularidades en las asignaciones presupuestarias (Gobierno Central y UE) entre 2007/2013. Y, cómo no, han comenzado las pesquisas por Málaga, aunque los sabuesos dicen que la cosa es grave en Almería y Granada. Una tierra donde todo trapicheo tiene su asiento. En esos seis años estiman que la Junta de Andalucía destino unos 3.000 millones de euros a programas de formación, especialmente destinados a los parados. Alumnos que no cursaron, empresas que no dieron cursos, controles administrativos que no se hicieron. El dinero público es volátil.
El ahora consejero de Educación, el malagueño Luciano Alonso culpa al mismo Ministerio de Interior de urdir una conspiración contra Andalucía al filtrar la información a la prensa sin haberles notificado nada oficialmente. Con la vehemencia verbal que le caracteriza ha dicho: “Esto es un atropello a Andalucía y a los andaluces, porque se está haciendo una causa general. Esta falta de respeto no es tolerable en un estado de derecho. No es normal que haya una filtración de este tipo precisamente en Semana Santa. Exigimos al Ministerio del Interior una explicación de los datos y que se aclaren todos los detalles”. No obstante, ha aceptado que el Gobierno andaluz respondió el 7 de febrero a una solicitud de la Seguridad Social. En total, habría 17 expedientes bajo sospecha, por un montante de 1,5 millones de euros. Su Consejería admite que está revisando los expedientes de cursos de formación que presentan irregularidades administrativas. 56 de reintegro, algunos de estos vinculados a UGT; 480 requerimientos de documentación a las empresas adjudicatarias de tales cursos. La patronal, que agrupa a los centros privados que imparten esos cursos, dice que la Junta les debe unos 17 millones de euros por la formación que sí han impartido en el mismo período que se investiga. Es decir que la procesión está en marcha en los recovecos del laberinto administrativo de, al menos, su departamento.
Aunque Interior asegura que ‘trabaja con absoluta discreción y reserva’, lo cierto es que la sospecha está en los titulares. Que haya sido en este período pre-electoral de las europeas, que el gobierno autonómico venga arrastrando la cruz de los ERE y que se vea debilitado por las pugnas internas con su socio, IU, donde la presidenta ha sido vapuleada por tirios y troyanos, no es baladí. Los expertos en política dicen que saben que en estos asuntos nada es casual, sino todo lo contrario. Y es que esto de los programas de formación está íntimamente ligado al desempleo, donde priva la primitiva idea de que si se está mejor formado las posibilidades de encontrar un trabajo aumentan. Claro, es así, si hubiera empresas donde encontrarlo. Algo huele mal en Sevilla. Gobernar bien pasa por erradicar la corrupción, afinar los controles y buscarle empleo a ese más de un millón de andaluces. El Susanato puede fracasar antes de empezar si no lo resuelve con valentía, como dicen los modernos, ‘caiga quien caiga’.