Europa con otra probable guerra en su puerta trasera. Andalucía soñando con el disfraz del ladrillo. Málaga sufriendo con su club de fútbol. Y la tarifa del agua goteando
La actualidad local va ahora con máscara veneciana. Nada es lo que parece. Crimea nos viene lejana. Una península propensa a la guerra. Los políticos lo llaman geoestrategia, pero a estos genios bien pagados de Bruselas se les ha ido de las manos de nuevo. Y Obama balbucea a la distancia. No atinan en política exterior, aunque saben mucho de bancos o no, depende del disfraz que luzcan ese día. Como dice Chico Buarque de Holanda, ‘voy a guardarme para cuando llegue el carnaval’, ya ha llegado y nos pilla a contramano como a aquel obrero de la construcción del mismo Chico de Brasil, donde hasta los balones del fútbol se disfrazan en el sambódromo.
La UE mira para otro lado cuando se le precisa sobre los sucesos de su frontera sur. Los subsaharianos asaltan la valla, alta, amenazante y ineficaz para contener a una marea humana cansada de sufrir. Si se es una unidad territorial, un invento supremo de federación. habrá que actuar en consecuencia. Esto no es sólo para fijar el precio de los pimientos andaluces, también es para saber qué hacer con un problema local, producto de una mala globalización. África es un hervidero que dejó a punto aquella colonización europea del norte, que trajo el apartheid, que ha divido el Sudán, que creó la procesión de dictadores más sanguinarios y estrafalarios de la historia moderna, que convirtió los exterminios étnicos en portada de la CNN, al grabar sus cámaras el millón de víctimas. Ahora, miles de esos subsaharianos, que recorren miles de kilómetros hasta Marruecos quieren entrar en España, que es Europa, o eso creemos.
El personal se distrae y hace bien que tanta crisis avinagra la cara, mejor salir con máscaras a ver quién es quién por esas calles del centro. Algunos, en el ínterin firman contra el tarifazo del agua, quieren alcanzar 20.000 firmas adversas a ese plan; se llegará, si bien que se recalcule el costo de los famosos 11 litros del alcalde en su ducha será más difícil. Otros se amargan el fin de semana con ese fútbol malagueño al que se le escapa la primera división. El alemán no ha entendido a este carácter local o ellos al alemán a quien ya le gritan, ‘Schuster, vete ya’. Los parados, inmensamente jóvenes, oyen los cantos de la sirena de Sevilla. A ver si comienza a correr el cemento de nuevo y ladrillo sobre ladrillo se cobra algo a fin de mes. En carnaval los sueños, sueños son que se dijo Segismundo.
Lo nuevo, aunque cantado, es que el PP/A estrena una directiva cuya edad media es 39 años. Es bueno, porque va echando fuera a los ‘dinosaurios’ de la política local. Aunque no por ser jóvenes puedan garantizar un verdadero cambio, pero algo es algo para la ilusión colectiva. Siempre podrán decir que la desidia del personal ante los políticos no se refiere a ellos, que son nuevos en el poder, según se mire, claro, porque llevan en esto desde que usaban pantalón corto. Esta nueva variable, se anuncia en el discurso del alcalde acerca de su permanencia como candidato, en 2015, a seguir siendo el elegido para no soltar el bastón de mando municipal. Sus jóvenes adversarios le animan a continuar sin desmayo, cada vez que se abre un micrófono. Él, que lo decidirá en verano, tras la Feria, a suponer. Ellos, los jovencitos, aunque ya padres de familia, esperan a hacerse con esa primera alcaldía de la costa del sol, tan atractiva, tan internacional con su campus tecnológico y playas feas, pero soleadas. Todo muy chic para ellos que son chicos-chic. Han aprendido a saber esperar, seguros de que el futuro les pertenece, mejor visto a día de hoy ya tienen el presente con la mirada puesta en el gobierno regional, si es que le quitan el sillón a Susanita, la joven de la ribera izquierda del Guadalquivir. La política cambia para que todo siga igual, se supone que habrán leído a Lampedusa, el del Gatopardo.
El carnaval es tiempo de distención, de recibir los aires templados de la primavera, de dejar atrás la ventolera de las malas noticias. De salir a las calles para esconderse tras el disfraz prontuario del olvido. Las máscaras caerán en el entierro de la sardina y las caras se mostrarán de nuevo sin el maquillaje colorido de la esperanza. Bueno, la vida continúa de elección en elección: europeas, municipales, generales y vamos consumiendo democracia que es la ley del desencanto. ¡Feliz carnaval!