El agua del grifo se paga ahora por bloques. Si usted no es capaz de ducharse con 15 litros, como el alcalde, pasará al segundo tramo superior de pago y así
La alarma social está servida. Ahora se recuerda la frase que se le pidió no usara, aunque su concejala del momento (2004) se empeñó en recomendarle: “El agua subirá lo que vale la mitad de un bollito de pan pequeño”. El choteo fue generalizado. Eran los días de El Atabal, la planta regeneradora del agua en potable, aunque son su saborcillo característico, entre salobre y áspero. Ahora, con esta nueva subida del recibo del agua, que grava a los que viven solos, aunque no solamente a éstos, asegura el alcalde que hay que ahorrar el consumo diario del agua y se pone él mismo como ejemplo: “Me ducho con 15 litros (solamente) de agua”. Su técnica es cerrar el grifo mientras se enjabona. Ayer anunció que puede apurar su aseo personal a 11 litros, un record Guinness, que está dispuesto a certificar ante notario. Nuestro alcalde se ufana en dar ejemplo. Se sabe, ahí están las hemerotecas del verano malagueño, que Paco de la Torre es capaz de nadar mil metros náuticos en la travesía del Puerto, que a sus 70 años no es moco de pavo, pero ese ejemplo es difícil de igualar. Como lo de la ducha. Tenemos un super-alcalde en materia de agua salada o dulce.
Ha dado otros consejos potables. No dejar el agua corriendo mientras se afeita o cepilla los dientes. Buenas prácticas, sin duda, si a pesar de eso los solitarios de Málaga (40 por ciento de los hogares, unas 80.000 personas), no estuvieran fichados por EMASA para pagar más. La medida parece injusta, aunque justificada por el afán recaudatorio, crisis mediante. Ha puesto en pie de guerra a las asociaciones vecinales. Asegura el primer edil que ‘el nuevo sistema es más justo y enormemente tranquilizador’, desde luego no lo es para los solitarios, que claman por todas las esquinas de los barrios malagueños. Mientras que la Unión de Consumidores de Málaga, cercana al PP, hace causa común con la medida y la considera justa. 3.800 comunidades de vecinos que tienen un único contador de agua para todo el edificio, como el del alcalde, prevén una subida del 20 por ciento, según afirma el Colegio Oficial de Administradores de Fincas.
Los cálculos de EMASA no cuadran con la austeridad espartana del alcalde. Dicen los aguadores que el consumo medio para una ducha es 50 litros, no los 15 del regidor. Con sólo ducharse una vez al día –sí, se sabe que hay quien no lo hace a diario–, se quedará usted con sólo 15 litros/día para saltar al siguiente bloque de la nueva tarifa del agua. Además, estos técnicos de la estadística del consumo del agua local, afirman que con 112 litros/día en total, usted se mantendrá dentro de los márgenes de una factura razonable. La media nacional es de 142 litros, han escamoteado 30 litros (dos duchas del alcalde, y le sobran 8 litros).
La aritmética del agua, según EMASA, para el consumo doméstico de cada persona en la ciudad es así: Ducharse, lavarse los dientes, las manos, tirar de la cisterna, cocinar, beber, poner la lavadora, fregar platos, limpiar la casa, regar plantas, etc., sobrepasa los 112 litros, que ahora, dicen ellos mismos, es el tope para subir la factura. Pero no queda ahí, la misma empresa se contradice en sus propios datos al desglosar los actos anteriores: Fregar platos, 30 litros; la colada, 90 litros; lavar dientes, 5 litros; cocinar, 40 litros; beber, 2 litros/día; cisterna wáter, 10 litros; ducha, 50 litros; bañera, 175 litros (ya puede ir olvidándose de un baño relajante en su casa). Sin sumar la bañera y pensando que no se pone una lavadora a diario, se supera ampliamente el tope de 112 litros/día por hogar. De manera que si no se modera al milímetro o deberíamos escribir decilitro el consumo hogareño, EMASA se ensañará con su recibo.
Esta lógica recaudatoria no es justa con los solitarios. Aunque se explique con los argumentos ahorrativos del alcalde, la realidad es que se penaliza no a quien consuma más, que también, sino a los que viven solos y eso no parece justo bajo ninguna óptica, sobre todo si, como el mismo primer concejal afirma, “las personas mayores a las que les pudiera afectar negativamente y que ven con satisfacción cómo sus hijos y nietos, con familias más amplias, pueden tener la tranquilidad de que no están penalizados en su consumo”. Menudo consuelo para las personas mayores que viven solas, cuya pensión ya no es lo que era, y como claramente afirma, las familias más amplias no están penalizadas, mientras que los mayores sí. Vaya regalo de año nuevo, señor alcalde. Escuche, lea y rectifique, que está lloviendo en Málaga y la calle quita votos.