España está ya en casi 10 millones de jubilados. El segundo país del mundo, tras Japón, con la más alta esperanza de vida. La Seguridad Social está quebrada
Carlos Pérez Ariza
Una de los logros del Estado de bienestar, meta de la socialdemocracia europea, es el sistema de jubilación. Acompañado por la sanidad pública y la educación universal y gratuita. Pero hay un detalle nada de eso es gratis. La Educación sale muy barata en comparación al entorno europeo, pero cuesta mucho dinero. Igual sucede con la Sanidad. Las jubilaciones crecen más rápido que la creación de empleo. Ese mismo Estado sostiene todo esto con los impuestos de los trabajadores. A raíz de la crisis de 2008, sostener tales beneficios sociales se ha complicado altamente. No hay dinero para tanto bienestar. Los jubilados alzan la voz, sus pensiones son bajas y, además, le sustraen un 15% de impuesto, como si fuera un sueldo más. Los usuarios de los servicios sanitarios ponen quejas a diario, pese a que el sistema es de alta prestaciones frente a otros países europeos. Las aulas básicas y superiores están rebasadas por la masificación de alumnos y la escasez de recursos, incluidos los profesores. El tema es amplio. Vamos a centrarnos hoy en los jubilados, que se han declarado insumisos.
La hucha de las pensiones está seca, quebrada. El presente de los jubilados es precario e inseguro. Se necesita, al menos dos españoles trabajando para pagar la pensión de un retirado. El paro se despeja con excesiva lentitud (aún en 3 millones). Los salarios son mínimos y abundan los contratos temporales. Aunque las protestas recientes de los mayores han equilibrado algo las pensiones, el ‘palo’ mensual de gravarlas con el IRPF, significa tratar a ese aporte como un salario de empleado, cosa que no son los jubilados. Está claro que eliminar ese impuesto mensual, tendría un alto costo para el sistema tributario, pero parece injusto que los retirados del sistema laboral sigan pagando impuestos como si siguieran trabajando. Una pensión no debe ser tratada como un sueldo laboral. Hay soluciones, pero la situación es grave, veamos.
Las cuentas de la Seguridad Social (SS) están en rojo, lo afirma el Tribunal de Cuentas. La SS ha perdido 100.000 millones de euros desde 2010 a la fecha. Avisa al Poder Legislativo que sin patrimonio, el sistema necesita con urgencia ‘reformas estables’ inmediatamente. Con ese abultado déficit la SS tendría que declarar la quiebra, si fuera una empresa privada. Al ser un sistema público se ampara en la garantía del Estado. Desde 2017 se viene paliando la situación con préstamos adicionales para cubrir las dos pagas extras anuales y evitar gastar el fondo, que está en su mínimo histórico. La factura mensual de las pensiones rozará este año los 10.000 millones, mientras la deuda total de la SS supera los 41 mil millones para 2019. El informe del citado Tribunal explica que las cotizaciones sociales y los aportes del Estado no han cubierto los pagos ordinarios: pensiones y prestaciones contributivas o no. ¿Dónde está el dinero para resolver esta gravísima situación?
La SS tiene un problema estructural, que el Pacto de Toledo no ha resuelto, la primera recomendación de los expertos es que el gobierno aporte financiación mediante ‘transferencias corrientes de la Administración General del Estado’, desechando de inmediato seguir dando nuevos préstamos, un parche que endeuda aún más a la SS, que ya le debe al Estado 27.000 millones. Su capacidad para devolver ese dinero es ninguna. Los partidos miran al cielo –no hay dinero milagroso– dan largas y los pensionistas tiemblan para llegar a fin de mes en un sobresalto crónico.
Es necesario observar que un viejo de hoy no es lo que era antes. Los mayores de 65 años, edad clave promedio para jubilarse, tienen por delante una buena vida útil, que ahora se desprecia. La rigidez de la SS es fija. Si le paga a un jubilado este sólo puede ingresar por trabajos una cantidad anual de unos 9.000/€. En el caso de que lo haga voluntariamente, sin traspasar ese límite de honorarios, so pena de perder la pensión. Hay apaños de cobrar la mitad si se tiene otra entrada superior. Pero el mercado de trabajo en España es reductor. Si usted tiene 50 años y está en el paro, póngase a buscar trabajo, si alguien lo emplea tire un chupinazo, será un milagro. Las grandes empresas privadas jubilan a los 55, para emplear a jóvenes mileuristas. Condenan a personas en edad productiva a un retiro anticipado. Un jubilado en España es tratado con nociones de siglos anteriores. El concepto de Senior, al que se le supone la experiencia profesional es despreciado en un país que se debate por rescatar el pasado mientras mira poco al futuro.
Una solución que ayudaría a la debacle financiera de la SS sería permitir que el jubilado trabaje en su medida y descargar parte de su pensión a la SS. Para esta y otras soluciones similares, que se aplican en países del entorno de la UE, sus señorías del Pacto de Toledo deben terminar de pactar sus curules y ponerse a trabajar. Lo que está en juego es el futuro inmediato del sistema de jubilación. Y que el gobierno con la empresa privada firmen compromisos de crear puestos de trabajo a miles. Sin gente cotizando no habrá paraíso de mayores. No es por dar ideas, pero un partido con 10 millones de jubilados puede ser una opción de gobierno.