La prima de las primarias

10 Jul
Santamaría y Casado aspirantes a reconstruir un PP en caída libre

 

Santamaría gana la primera vuelta, la segunda no lo tiene tan claro. Casado representa una renovación juvenil, aunque con perfil de un centro derecha férrea

Los contrapesos de unas elecciones primarias las carga doña incógnita. Sobre todo si no hay costumbre. Cospedal, que supuestamente manejaba el ‘aparato’ con los ojos cerrados, se le ha escapado el control de las manos. Es un campo minado por militantes y enemigos íntimos. Los porcentajes cantan claro. Santamaría, 37%; Casado, 34% y Cospedal, 26%. Esas proporciones, a priori, dan ganador a Casado en la segunda vuelta si, como es posible, todos los seguidores de Cospedal y algunos otros compromisarios se inclinen por votar al más joven de los aspirantes. Hay una variable a considerar, cual es la fortaleza del voto andaluz para la ganadora en esta fase. Sin embargo, las enemistades acumuladas en los largos siete años de gobierno le ponen plomo en las alas a la ex vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Su triunfo inicial, por tan solo 3 puntos de ventaja, podría convertírsele en una victoria pírrica. Tiene la triunfadora una prima de riesgo de alto contenido explosivo.

Lo primero que enseña estos resultados iniciales es que la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal no tenía todas las riendas en la mano. Al haber perdido el gobierno, el ‘aparato’ se ha dispersado y ella no ha podido manejar con mano de hierro a esa organización descontrolada. Tal vez sea una prueba (estudio para expertos) cómo es la íntima relación entre la militancia y los cargos públicos cuando se está en el poder de la nación. Ellas dos, íntimas enemigas militantes, seguirán enfrentadas en la segunda fase electoral donde los compromisarios, también elegidos por los afiliados votantes, darán el último voto. No lo harán directamente, sino a través del segundo en liza, Pablo Casado, quien aspira a contar con el apoyo de los seguidores de Cospedal. El tablero está en manos de los peones más destacados.

El bastión de Santamaría ha sido Andalucía, Valencia, Castilla/León, Canarias, Cantabria, La Rioja, País Vasco y Melilla, donde ha logrado sumar una ventaja apreciable. Las fortalezas de Casado han sido: Madrid, Baleares, Murcia, Cataluña, Aragón, Extremadura y Navarra. Cospedal, en su tercer puesto, ha conquistado a Castilla/La Mancha (donde fue presidenta), Galicia, Asturias y Ceuta. Estos resultados de primera vuelta sólo dan un panorama aproximado de quién puede resultar ganador final. El PP está más abierto que nunca.

Ahora los votos están en manos de los compromisarios (representantes por cada Comunidad Autónoma) también elegidos por las bases. Santamaría reúne en sus zonas conquistadas a 1.369 votantes de segunda vuelta. Casado a 684 y Cospedal a 559. La sumatoria simple favorece a la primera por 126 votos. No obstante quedan los pequeños porcentajes de los tres descalificados (Margallo, Hernández y Cabanes), un escaso 2,64%, que no parece suficiente para inclinar los votos en favor de Casado. Aquí los porcentajes cantan menos que los votantes reales, que decidirán a finales de este mismo mes.

Está también el factor femenino. Una presidenta del PP, que sería su primera mujer en tal cargo, la llevaría a presentarse como la posible primera presidenta del Gobierno de España, de ganar las elecciones en 2020 al socialista Pedro Sánchez. Un tablero inédito en el país. Por ahora, y hasta el 20/21 de julio, gana la experiencia comprobada de Santamaría a la juventud redentora de Casado.

El PP, si quiere conservar su papel de partido nacional con vocación de país, tiene que reconstruir su posición ideológica. Durante los últimos años se ha disfrazado de socialdemócrata y ya sabemos que todo disfraz oculta la timidez. Ha sido temeroso de una herencia franquista, que no ha sabido sacudirse. En tal desvío se le han venido adelantado por la derecha unos Ciudadanos, que captan votos con el discurso que le han arrebatado. La otrora socialdemocracia a la española, articulada por los históricos del PSOE, han caído en la tentación del más ramplón populismo, ante el terror de esos Podemos levantiscos, que piden el cielo en la tierra sin miramientos. El bastión socialdemócrata resiste en Andalucía. Los Populares, gane quien gane, tienen ahora la oportunidad de resarcir esa deriva. Así como levantarse del decaimiento tras la pérdida del gobierno de la nación.

No obstante, en el discurso de los tres en la pugna por la presidencia de su partido, no se ha escuchado, con diáfana claridad, postulados programáticos. Todo ha girado en torno a miradas personalistas. Debate sobre qué y cómo hacer para reconstruir a su partido, poco o nada. Ser alternativa de gobernar a España no va a resultar una tarea fácil dada la orfandad en que han quedado. Quien salga elegido tiene tarea por delante. Tendrá que ser audaz y saber transmitir un mensaje claro a sus militantes y a los votantes de toda España. Este país atraviesa por una encrucijada donde extraviar la dirección puede significar un altísimo costo social.

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