El circo del PP es la versión mafiosa de la política nacional. Una trama bajo el velo de sostener las finanzas; que enriqueció, de paso, a todos sus mangantes
La justicia puede equivocarse; no acertar en sus sentencias, según la opinión pública y publicada, pero sobre todo es lenta. El entramado delictivo montado dentro del Partido Popular (PP) para conseguir dinero y engrasar con sobres de sobre sueldos a sus principales dirigentes viene de lejos. Desde inicios de los noventa, montaron una contabilidad paralela, una ingeniería financiera para sufragar sus campañas y, de paso, enriquecer a los cabecillas y demás personajes cercanos, digna de la sapiente Mafia italiana. El caso Gürtel (Cinturón en alemán), por el apellido del ‘cerebro’ de la operación, Francisco Correa, ha dejado al partido, que ha gobernado y hoy gobierna a España, a los pies de la oposición. Los movimientos para pedir una moción de censura contra el presidente Mariano Rajoy no han tardado ni veinticuatro horas. Cruzaron el Rubicon de la más alta corrupción y ese paso no tiene vuelta atrás. Y aunque el PSOE no está limpio de culpa en tales manejos de los dineros públicos (el caso ERE, aún colea en los tribunales andaluces), la extrema izquierda acecha para dar el zarpazo definitivo al sistema democrático, que se abre en canal.
¡Oh Gürtel! La Audiencia Nacional ha emitido una sentencia no firme (habrá recursos a instancias judiciales superiores), donde han reunido las pruebas suficientes, tras nueve años de indagaciones, de que existió ‘un auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional’ dentro del PP. Asimismo, aunque Rajoy lo negó sentado ante los jueces, se manejó una ‘Caja B’, contabilidad paralela a la oficial. Correa fraguó un entramado empresarial, donde cobraba comisiones a cambio de favorecerles con adjudicaciones de contratos públicos. Correa, en connivencia con altos funcionarios del partido, financió las campañas electorales. El fin justificó los medios. Un verdadero cerebro libre sin controles internos; desde 1999 a 2005, y desde 2011 hasta el momento de iniciarse las pesquisas. Dejarle hacer y recoger beneficios se convirtió en una mirada de perfil, en un encogerse de hombros, en un no quererse enterar de las actuaciones de un delincuente suyo de cuello blanco, corbata y perfume caro. España no merece a dirigentes tan diligentes en el robo, la extorsión y el latrocinio.
Rajoy asegura que tal sentencia no inculpa a ninguno de sus ministros. Es verdad, sólo lo señala a él. Esta sentencia, inédita en España, refleja el mayor estado de la corrupción política. Es ya un cadáver político, aunque evite enterrarse. La democracia española está herida de gravedad. En el peor momento, cuando la amenaza secesionista catalana sigue en pie de guerra. La moción de censura del PSOE de Pedro Sánchez anunciando que, de prosperar, sería el presidente del gobierno (‘unos meses’), implica una alianza estratégica con los nacionalistas, algunos declarados secesionistas. Desestima unas elecciones inmediatas. ‘Primero, dice, hay que poner orden en España’. No es aceptable. Primero debe legitimar su presidencia con los votos. En estos 40 años ha habido cuatro mociones de censura: a Adolfo Suárez a Felipe González y una primera a Rajoy. Ninguna prosperó. Esta es la segunda a Rajoy, no será fácil aprobarla.
La red Correa se afianzó a partir de 1996 con el primer gobierno popular de Aznar. El ‘cerebro’ de la operación organizó eventos que ingresaron sobre ocho millones de euros de 2000 a 2008. Eran contratos públicos con precios inflados. Además, logró casi tres millones/euros más por ser el intermediador, ante los organismos públicos gobernados por el PP, en favores a empresas privadas. Su hombre en la sombra era Luis Bárcenas, entonces tesorero del PP, quien supo evadir seis millones/euros en impuestos y que se embolsilló un millón en comisiones. Al unísono repartía sobres a ciertos dirigentes de la cúpula, para que miraran al cielo protector. El sistema de corrupción institucional estuvo bien montado; funcionó sin fisuras hasta que los chivatazos pusieron a las autoridades judiciales sobre las pistas. El hedor del PP llegó a los tribunales.
La gravedad de los hechos juzgados produce condenas máximas, según los códigos españoles de justicia . Otros casos similares no fueron condenados con tanta severidad. Tales como: El caso Filesa, que involucró al PSOE de Felipe González o las comisiones ilegales del 3% del partido del honorable Jordi Pujol, sancionados con penas muchos más leves. Está por verse el fallo sobre los ERE de Andalucía. Por ahora termina una etapa del caso Gürtel, aún quedan flecos.
En el escenario de un process catalán, aún en plena ebullición y sin resolver, un posible nuevo gobierno tendrá que ser pactado entre las dos organizaciones políticas con más votos. Según los sondeos recientes, serían Ciudadanos, PP (con expectativas a la baja) y PSOE. La formación de un gobierno entre cualquiera de esos partidos sería extraña en España. Un Cs/PP sería improbable. Un Cs/PSOE una cohabitación tormentosa. Un PSOE/PODEMOS una deriva independentista y el inicio de una España realmente diferente. No todo vale en política, ni para seguir gobernando ni para llegar al gobierno sin votar antes.