Mientras las dos Coreas ajustan sus relojes, ETA dice por el mundo que acabaron su días de tiros y bombas. Los violadores de por aquí van y vienen
No hay manera de leer la prensa, vía digital o papel, sin escudriñar lo que tiene que ver el mundo con la comarca más cercana, sin dejar de lado la más íntima. Son las tareas que le imponen a la prensa el mundo globalizado. Cuando estornuda Donald Trump en Bruselas se resfrían. En España se va de puente en puente, de feria en feria, mientras los violadores se cobijan en el seguro portal del Código Penal. Cataluña puede esperar, mientras los líderes secesionistas pasean sus ruedas de prensa por la Unión Europea, que no sabe de extradiciones. Con los jefes de las Coreas cruzando sus propias fronteras, los misiles nucleares del Norte, comienzan a quedarse obsoletos, asegura el heredero del reino comunista, vecino del Paralelo 38. Japón coge aliento. Trump se oxigena su melena. La ETA vasca le dice al mundo que ya acabaron sus días de tabernas y bombas. Antes han colocado a sus colegas en los ayuntamientos vascos y navarros. Ya la ETA política-partidista está en las instituciones, van por la senda catalana. El Estado español no ha hecho más que empezar la pesadilla independentista de las regiones, que odian ser españoles. Ahora les viene el dilema de los presos que quieren celdas vascas. Y los casos todavía no resueltos y algún huido escondido en los paraísos afines, como Venezuela.
Alfonso Armada, presidente en España de Reporteros sin Fronteras, estuvo por Málaga, exponiendo los datos de los periodistas que van de free lance jugándose la vida por una noticia, que hayan visto y oído en el fragor de la violencia mundial. Se detuvo en el panorama de la prensa española. No dio demasiadas esperanzas donde el caos informativo se desenvuelve entre lo que parece verdad y no lo es tanto. Ni en lo que es falso y se instala en la moda de la posverdad o en las fakenews. Vino a explicar al auditorio de alumnos de periodismo de la UMA que el mercado español del periodismo está desorientado ante la realidad informativa. “La información cuesta dinero. Garantizar su calidad, su investigación ceñida a la verdad de los hechos, no es gratis”. La prensa de papel siempre se ha pagado en los quioscos, cada día desaparecen éstos, porque el usuario lee gratis las noticias en las diversas versiones digitales. “No se puede regalar la información”. Puso el ejemplo de los diarios estadounidenses de referencia mundial. Han sabido adecuarse a la encrucijada digital. Sus suscriptores van subiendo, incluso en el papel. La prensa española aún sigue en ese laberinto y tenemos plantillas cada vez más reducidas, que es la única vía empresarial para frenar las pérdidas en sus balances. España aparece en el ranking mundial de los países con mayor libertad de expresión, aunque ha perdido dos puestos en 2017, debido al caso Cataluña, la llamada ‘Ley Mordaza’ y la polémica sobre el ordenamiento de las noticias en Televisión Española. Por tales motivos, algunos países africanos están ahora por delante de España.
En su conferencia, ‘Periodismo: un caso de vida o muerte para la democracia’, abordó la precariedad en la que hoy ejercen su oficio los periodistas que están sobre el terreno de la actualidad más peligrosa. En lo que va de este año, 2018 han caído asesinados 27 periodistas, nueve hace pocos días en Kabul, y hay 176 encarcelados en todo el mundo. Señaló a México, un país que no está en guerra, como uno de los más letales para ejercer las tareas informativas. A la cola de la lista aparecen, como no, Cuba, Corea del Norte, Venezuela. La vinculación de un país democrático a la fortaleza de su prensa, es la íntima relación que valora su verdadera libertad. “Un país vale lo que vale su prensa”. Alejarse de la búsqueda de la verdad es la principal causa de la desconfianza del ciudadano en sus periódicos. Recuperar a los lectores y que estén dispuestos a pagar por informaciones de calidad, contrastada, veraces, requiere redacciones formadas, profesionales. ‘La prensa, afirma Armada, tiene que recuperar el amor por la verdad’’.
La impronta digital ha impuesto el vértigo de decir todo antes que nadie. Eso lleva dentro el peligro de la imprecisión y aun de la mentira. Ya nos recordaba Gabriel García Márquez hacia 1977, era muy anterior a la digitalización del mundo, que ‘no había que contarlo antes, sino contarlo mejor’. Esa es la clave de la prensa actual. La de mayor prestigio en España ha caído en esa competencia por ganarle la carrera al tiempo. Cosa imposible de conseguir si se quiere contar las noticias en profundidad, interpretando sus significados. Para eso hay que consultar fuentes, contrastar lo que se averigua una y otra vez. Nada que ver con la carrera de las cien millas por donde corren veloces los tuiteros.
Mientras se les da ánimos a los estudiantes, que desean convertirse en periodistas –había unos ochenta esa mañana–, el mercado español informativo está cadavérico. El futuro no es que sea incierto, sí lo es el presente y no se vislumbran reacciones creativas para recuperar a los lectores, que por no pagar nada, se tragan impasibles los bulos que corren por las RRSS. Un pueblo mal informado empieza a creer que los humanos pueden volar sin tener alas.
Lamentable pero certero pronóstico de lo que está pasando con el periodismo, Doctor. Y no es sólo España. Es en todo el mundo. Sí, algunas fuentes sobreviven e incluso mejoran, como el «NYTimes», pero son minoría. De momento, la gratuidad le está ganando la partida a la calidad.